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De Sánchez y el llanero solitario

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Desconozco si Pedro Sánchez ha leído o no "Conversación con Juan Carlos Monedero", de Ramón Lobo (Ed. Turpial), pero debería. Recordaría que Fausto vendió su alma al diablo por la gloria; que la vida pública puede convocar la vanidad hasta convertir a sus actores en insufribles pretenciosos y que hay muchos parecidos entre la guerra y la política. Podemos no es el PSOE, pero en las filas del partido centenario como en las del neonato de Pablo Iglesias siempre hay alguien dispuesto a flirtear con Lucifer a cambio de algo; arrogantes que creen encontrarse ya en las cumbres codiciadas por los demás y hostilidades que no se superan.

Yerra el secretario general del PSOE si cree que las dificultades de Susana Díaz para ser investida presidenta de la Junta de Andalucía han mermado un ápice su capacidad orgánica o diluido un gramo su pretensión de apartarle del liderato por más que desde Ferraz sostengan que, tras el tercer "no" del Parlamento andaluz, se haya apagado la estrella y que bastante tendrá con gestionar sus propios problemas sea cual sea el resultado el 24-M. No se sabe ni el cómo ni el cuándo, pero la de Triana no cejará en su empeño. Esta semana se ha hablado mucho de un "Plan B" con el que jugar en las primarias por persona interpuesta y que el "elegido" esta vez podría ser Eduardo Madina, a quien ella misma "sepultó" en julio.

La relación entre ambos fue reconstruida en octubre pasado durante un almuerzo en Sevilla, en el que la presidenta en funciones de Andalucía entonó una y otra vez el "mea culpa" por apostar en el último congreso por Sánchez. Desde entonces, el vizcaíno se ha dejado querer por la andaluza y su entorno, y ha trasladado a quienes le apoyaron en su batalla perdida que entre ella y el actual secretario general, no hay duda. De ahí a que se deje convencer para volver a medirse con Sánchez en unas primarias va un trecho. Dicen que no lo hará, que no es de los que piden segundas vueltas; que trabajará por y para un PSOE que recupere su vocación de mayoría; que la cultura socialista no entendería semejante esperpento y que nunca se prestará a una operación semejante se lo pida Susana Díaz o se lo pida Zapatero, que anda también en ello.

El ex presidente no para tampoco de lamentarse por el error cometido en julio, después de pasarse con armas y bagaje a la "opción Sánchez" por una malentendida operación de Estado. Y sus movimientos, como los de Susana Díaz, son seguidos con tanta atención como ansiedad desde Ferraz, a cuyos inquilinos no les llega la camisa al cuello a la espera del resultado electoral del próximo domingo. Especial inquietud despertó el traslado de Díaz a Extremadura la semana pasada para recoger un premio. Ídem cuando viajó este sábado a Asturias. Saben que si hay dos referentes morales en el socialismo actual esos son Guillermo Fernández Vara y Javier Fernández, y que aunque hoy ninguno es partidario de un "golpe de Estado" para apartar a Sánchez, el partido aún no se ha jugado. Todos los escenarios están abiertos.

El 24-M es un Rubicón que el liderazgo de Pedro Sánchez pasará o no en función de cómo se lean los resultados. Su equipo confía en mantener la segunda posición del tablero, pero también son conscientes de que eso no les bastará para calmar la ansiedad de algunos cuadros dirigentes. De ahí que aspiren a ser primera fuerza en Extremadura, Asturias y quizá Canarias, y a mantener la segunda posición con posibilidades de gobiernos de coalición en Castilla-La Mancha, Aragón, Baleares y Valencia. Más allá de la dirección federal, los pronósticos no son tan halagüeños. Unos hablan de debacle en los ayuntamientos; otros de pérdida de la primacía en la izquierda en varios territorios y todos están convencidos de que será imposible desactivar la bomba de relojería que Andalucía tiene instalada desde hace meses en los bajos de calle Ferraz.

De la olla a presión en que se ha convertido el partido da cuenta el malestar de varios referentes del PSOE que han sido relegados de una campaña electoral diseñada exclusivamente en clave de primarias para el secretario general. Pedro Sánchez ha decidido jugársela solo, y solo deberá afrontar el resultado del domingo.

Cuenta un candidato al alcalde que la sensación de soledad de quienes se presentan a estas elecciones municipales es brutal; que la campaña ha sido diseñada a mayor gloria de Pedro Sánchez y su batalla por mantener el poder orgánico; que hay una clamorosa falta de coordinación, organización y estrategia y que nunca antes se ha sentido tanto la ausencia de los principales referentes del partido. Acredita esta versión alguien que ha dirigido decenas de periplos electorales socialistas: "No hay actos de relevancia programados, no hay planificación y lo que es peor, no hay una idea central de campaña que haya hecho la más mínima mella en el PP ni en Rajoy".

Entre quienes sostienen que la causa del errático diseño electoral es consecuencia de la bisoñez de los inquilinos de Ferraz y quienes lo achacan a la obsesión de Pedro Sánchez por romper con el pasado, aparece la mofa que dibuja a un secretario general que emula la Leyenda del Llanero Solitario. Cuidado porque aquella versión del clásico del western que en los 80 dirigió William Fraker resultó un rotundo fracaso de crítica y público. La revisión del clásico del cine B obtuvo en los premios Golden Raspberry, más conocidos como los anti-Óscar, la estatuilla al peor actor, peor debutante, y peor banda sonora.

El secretario general no ha querido junto a él a Zapatero, pero tampoco a Rubalcaba, ni a Blanco, ni a Valenciano, ni a Jáuregui, ni a Madina, ni a Chacón, ni a Susana Díaz... Lo de Susana Díaz ha sido cosa de ambos porque la presidenta en funciones de Andalucía no ha querido coincidir con él en ninguno de los 7 actos programados en su territorio. Es probable que no lo haga ni siquiera en el del próximo miércoles en Sevilla. De momento, Díaz ha movilizado a todos sus cargos, candidatos y cuadros por SMS, Whatsapp y email para que dejen todos sus quehaceres y se desplacen el viernes a la capital hispalense a un macro acto con el que ella cerrará la campaña. Para el de Sánchez, ni palabra. No hay instrucción alguna.

El ex presidente Zapatero, al que ya se negó la palabra en la Convención Municipal del PSOE, ha sido relegado de la campaña. Si ha participado en ella ha sido a petición de los territorios, y no porque la dirección federal le haya incluido en ningún elenco. Ha estado en Plasencia, en Castellón y en León. Galicia ha reclamado su presencia y es probable que se desplace también a Lanzarote, y que hoy esté junto a Antonio Miguel Carmona en Madrid por expreso deseo del candidato. Pero ni Ferraz ha hecho públicos sus mítines ni se ha interesado porque participara en ninguno. Lo mismo le ha ocurrido a Alfredo Pérez Rubalcaba. Y eso que el también ex secretario general ha acudido a las llamadas de Pedro Sánchez cada vez que le ha necesitado. Ora debate de la nación, ora pacto anti yihadista. Rubalcaba ha hecho actos en Escalona (Toledo), Tobarra (Albacete), Roquetas de Mar (Almería), Salamanca, Asturias, León y Casillas (Ávila).

Sin apoyo, ni coordinación y a salto de mata entre Bruselas, Madrid y Altea, la que fuera vicesecretaria general del PSOE y cabeza de lista al Parlamento europeo, Elena Valenciano, ha estado en Aranjuez, Medina del Campo, Cáceres, Plasencia, Xirvella, Madrid, Salamanca, Teulada, Badajoz, Ciempozuelos. No ha podido atender las peticiones de Baleares, Galicia y Asturias por tener pleno en Estrasburgo. Los candidatos recurrieron a ella por Whatsapp, Twitter y móvil. Algo parecido le ha pasado a José Bono, que ha recorrido Castilla-La Mancha pidiendo el voto para Emiliano García Page, y a José Blanco, que se ha peinado Galicia.

El único secretario general y candidato que ha contado con la presencia de todos los referentes del PSOE y porque él mismo se empeñó en ello ha sido el extremeño Guillermo Fernández Vara. Por su Comunidad han pasado Zapatero, Guerra, Rubalcaba, Chacón, Patxi López, Díaz, Valenciano y Madina y es probable que, tras suspender su viaje a Venezuela, Felipe González le acompañe en esta recta final de campaña en Mérida. Pero, claro, Vara es de los que no reniegan del pasado sea cual sea y para eso hay que carecer de la ambición de a quienes les compensa vivir siempre en la trinchera. Ya lo dice Monedero: demasiados parecidos entre la guerra y la política.

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