Kruijswijk, Contador y Landa en la última ascensión de la etapa @giroditalia
El Giro de Italia habla español, como diría el tópico. El español de Alberto Contador, que cada día de esta carrera engrandece su figura y empieza a convertirse en leyenda, como en leyenda se convirtió Marco Pantani, el escalador soñado, y el escalador admirado por Alberto. El menudo Pantani se hizo grande en las cumbres italianas, más que en las francesas, con exhibiciones que quedaron grabadas en la memoria de los aficionados, imágenes asociadas a lugares que adquieren valor cuando son transitados de manera especial por algunos corredores elegidos para la historia; como lo hacía el italiano, agarrado a la parte baja de su manillar, levantado sobre los pedales; como lo hace Contador, agarrado a la parte alta, igualmente de pie sobre sus pedales. Ayer Alberto engrandeció más, si cabe, el valor de un lugar llamado Mortirolo, un terrible puerto de porcentajes imposibles que encumbró a héroes y destronó a reyes, como encumbró al Pirata, como destronó al Induráin de la aventura italiana.
Alberto Contador, fue abandonado muy pronto por la diosa Fortuna en este Giro, esa máxima etérea por la que el líder disfruta de una suerte que le protege y que le impide pinchar en momentos clave, sufrir caídas o padecer desvanecimientos. A Alberto solo le esperaba en este Giro la realidad cruda del asfalto mojado, la que le hizo temer por su continuidad, primero, y la que le arrebató la maglia rosa, después. Tuvo que ser el infortunio el que le despojase, por primera vez, de un maillot de líder de una vuelta grande. Y así, con maliciosa insistencia, la carrera italiana le puso ayer una nueva prueba, otra parada en el camino de su penitencia antes de llegar a las puertas de Milán vestido de rosa.
Cuando el pelotón transitaba a ritmo de caza a más de 50 km de meta, en la aproximación al Mortirolo un problema mecánico provocó el corte de Contador con respecto al grupo principal comandado por el Astana; delante, en una estrategia planificada, tres Katusha prenden la mecha que hace estallar el pelotón en mil pedazos dejando al español en una frágil situación, defendido por varios de sus compañeros de equipo de forma tan endeble que el desenlace más lógico hubiera sido la pérdida considerable de tiempo en meta y la previsible cesión de la maglia rosa. Lo que sucedió, en cambio, fue una brillante demostración de fuerza de quien es hoy el corredor español con mayor número de victorias de vueltas grandes. Una vez agotada la energía de su último gregario, el checo Kreuziger, a quien Contador trataba de mantener a empujones en su posición delantera, el madrileño comenzó su caza en solitario con casi un minuto perdido con respecto a Aru (Astana), que trataba de aprovechar una oportunidad de oro para hacerse con la maglia rosa, aunque hubiera sobrevenido, de nuevo, merced a un infortunio de su rival.
Pero no fue suficiente el trabajo del espléndido Landa (Astana), ya que Alberto realizó en la rampas dolomíticas una de sus mayores exhibiciones que serán recordadas, como es recordada la exhibición de Fuente Dé, que le dio la Vuelta de 2012 y sumió a Purito en una profunda tristeza; como la del Passo Lanciano, en los Abruzzos, que le concedió la Tirreno-Adriático de 2014 y bajó a Nairo Quintana de su nube victoriosa; o como la que le vistió de rosa en el Etna, en su Giro de 2011. La exhibición de ayer en el Mortirolo será recordada pues, como la que le concedió la victoria del Giro 2015, porque aunque dice el manual del buen cronista que no es oportuno adelantar acontecimientos, la demostrada superioridad del corredor de Pinto en esta edición y los más de 4 minutos de ventaja que tiene sobre el segundo clasificado, parecen dejar en manos del infortunio la derrota del español.
Nos deja también la etapa reina la feliz confirmación de Mikel Landa; el excorredor del Euskaltel aparece en este Giro como un sólido aspirante al podio en una vuelta de tres semanas, ratificando la trayectoria ascendente en sus últimos años. La segunda victoria del vasco obliga ahora al equipo Astana a variar su estrategia y conceder a Landa la libertad necesaria para disputarle a Contador la victoria final de este Giro. Fabio Aru, quien disparó numerosos fogonazos en las amables cotas de los primeros días, solo pudo ayer retorcerse en las rampas del Mortirolo y defender en solitario su posición en el podio, ahora tercero, concediendo con la humildad de quien se sabe aún joven, libertad a su gregario para luchar por la victoria.
Cinco etapas dirigirán nuestras miradas hacia Milán, antes los Alpes, esos "jueces" que aguardan "sentados con aire enigmático" el paso de los corredores, como decía el escritor Dino Buzzati. Ascenderemos por encima de los 2000 metros, volveremos a lugares míticos y recordaremos al Diablo Chiapucci cuando lleguemos a Sestriére para, el domingo, ver otra vez a un español lucir el rosa en Milán.