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El fondo de reserva de la Seguridad Social

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La evolución del Fondo de Reserva de la Seguridad Social causa, de vez en cuando, cierta alarma en algunos círculos de opinión en nuestro país. De resultas de ello, la transmisión a la sociedad a través de los medios de opinión mediante la metáfora de la hucha de las pensiones, suele ser alarmista dando la sensación de que un pilar fundamental de nuestro sistema de pensiones está a punto de desfondarse.

Haciendo memoria, el origen del FRSS se situar en el año 2000. Nació como una de las propuestas del Pacto de Toledo de 1995 con el objeto de compensar, con los excedentes del sistema de pensiones los periodos favorables del ciclo, los déficits de los periodos desfavorables. Es decir, se trata de un simple fondo de nivelación de años buenos con años malos.

Aunque a menudo se ha interpretado que el FRSS era una especie de fondo de capitalización de los compromisos de pensiones del sistema, ello no puede ser así. La capitalización de dichos compromisos exige fondos equivalentes al PIB o mayores, y contribuciones dedicadas por parte de los trabajadores durante muchos años. No basta con los excedentes de los ingresos por cotizaciones sobre los gastos por pensiones en los buenos años para constituir un fondo de capitalización de las pensiones. El FRSS no es un fondo de capitalización de las pensiones.

Tampoco puede cumplir con la función de nivelación de los flujos de caja del sistema. Porque nuestro sistema de pensiones está llamado a tener creciente insuficiencia financiera en el futuro como consecuencia del constante aumento del número de pensionistas y de su longevidad, mientras que el número de afiliados crece más lentamente.

Las medidas adoptadas respecto al retraso de la edad de jubilación, el aumento del periodo de cómputo para el cálculo de las pensiones y la introducción del factor generacional de sostenibilidad y las reglas de actualización de las pensiones, van a moderar considerablemente el crecimiento del gasto en pensiones, pero, seguramente, no podrán evitar un cierto déficit estructural. Ante esta perspectiva, el FRSS, como tal fondo de nivelación, tampoco podrá cumplir su función.

Desde 2002, el FRSS acumuló importantes recursos, como importantes han sido igualmente sus rendimientos, pero desde hace algunos años la Seguridad Social se ha visto obligada a hacer disposiciones crecientes para pagar las pagas extra a los pensionistas. Los números son los siguientes.

El máximo valor alcanzado por el FRSS se realizó al cierre del ejercicio de 2011, con 66.812 millones de euros, apenas una década después de su creación. Hasta entonces, a pesar de la fuerte recesión laboral de 2008-2010, la Seguridad Social mantuvo sus cuentas con superávit. Desde entonces, sucesivas disposiciones han ido mermando los recursos del FRSS hasta los 41.634 millones de euros a diciembre de 2014.

Hasta 2014, el FRRSS ha recibido aportaciones acumuladas por importe de 53.484 millones de euros, procedentes de los excedentes del sistema de pensiones y de las mutuas de accidentes de trabajo. Si bien, desde 2011 en adelante las aportaciones han provenido exclusivamente de las mutuas de accidentes de trabajo, que habían sido muy minoritarias anteriormente. Los rendimientos netos de las inversiones de los activos del FRSS has ascendido en el periodo a otros 22.101 millones. Por ultimo, las disposiciones realizadas por la Seguridad Social desde 2011 hasta 2014 han detraído a los recursos mencionados 33.951 millones de euros. Es por ello que los recursos del FRSS ascendían a los 41.634 antes mencionados a 31 de diciembre de 2014.

No puede negarse que el desempeño del FRSS ha sido muy bueno, como también lo ha sido el del sistema de pensiones a pesar de la enorme incidencia del desempleo en el número de afiliados. Ambos se han comportado muy bien y, de hecho, han sorprendido a muchos analistas en lo que se refiere a las primeras manifestaciones del déficit del sistema de pensiones, que ha tardado en aparecer, y el consiguiente aguante del FRSS.

Sobre las disposiciones, hay que decir que para eso, exactamente, está el FRSS. De forma que no cabe sorprenderse. Es verdad que el día que se agoten sus activos deberá haber alguna solución que permita afrontar esta nueva etapa del sistema de pensiones a la espera de que las reformas de la primera mitad de esta década vayan cumpliendo sus objetivos. Puede que dicha solución de recambio del FRSS tenga que ser de cierta entidad financiera. También parece verosímil que el FRSS se agote unos años después de 2020.

Los recursos del FRSS están mayoritariamente invertidos en títulos emitidos por el Tesoro español. Hay quien opina que también deberían estar en renta variable. Ya lo estuvieron también, hasta la crisis de la deuda soberana, en títulos públicos de otros países europeos. Pero hoy el 100 de los activos del fondo son emisiones españolas. Su rentabilidad en 2014 ha sido del 4,33%, ligeramente superior a la media histórica. El Gobierno está obligado a informar regularmente al Congreso sobre el desempeño y la gestión del fondo, encomendada por ley a una Comisión de Gestión presidida por el Secretario de Estado de la Seguridad Social.

El FRSS está a punto de cumplir una etapa, al igual que el Pacto de Toledo que lo creó. Puede decirse que su desempeño ha sido satisfactorio. Desde luego, de no haber mediado la terrible crisis que ha sufrido nuestro país, sus recurso serían mucho mayores. En el contexto de la crisis, su desempeño debe valorarse todavía mejor. Puede que, en su configuración actual, pasado 2020, el FRSS deje de poder cumplir su cometido de nivelación, pero nadie debería lamentar que no pueda cumplir una función de fondo de capitalización para la que no fue concebido. Habrá que seguir innovando.

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