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El reticente amigo americano

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Lamentable que en el último momento y por causas por completo ajenas a su voluntad, el secretario de Estado John Kerry se haya visto obligado a cancelar su visita oficial a España. Lamentable porque se le esperaba con los brazos abiertos en un país que es aliado sólido y fiable de los Estados Unidos aunque no haya conseguido llegar aún a ese 2 % presupuestario en el gasto militar que en Washington se recomienda como óptimo para los países de la Alianza Atlántica. Las visitas de alto nivel tienen un gran efecto para la tranquilidad política del Gobierno que las recibe, así como en la opinión publica, especialmente si se trata de un dignatario estadounidense; aunque en España parezca relegado el antiamericanismo de antes, especialmente desde al acceso al poder del presidente Rajoy y, desde luego, del presidente Obama, considerado como uno de los nuestros, afroamericano y progresista, todavía existe cierto malestar porque se sospecha que, a nivel político, los Estados Unidos no consideran a España en exceso, y que se entrega a los Estados Unidos mas que de lo que recibe.

En fin, que el secretario de Estado se reponga y pueda venir a Madrid, y que la tan ansiada visita oficial del presidente Obama, debidamente invitado ya, tenga lugar antes del término de su mandato. Ya en julio de 2011 visitó España Hillary Clinton, antecesora de John Kerry como secretaria de Estado, y de nuevo lanzada a la carrera presidencial. John Kerry habría firmado en Madrid el tercer protocolo de enmienda al Convenio de Cooperación para la Defensa, convirtiendo Morón en la base principal de la Fuerza de Reacción de la Infantería de Marina, proyectada para intervenir en los teatros de África y Oriente Medio. Tal protocolo fija un límite de 2.200 militares, 500 civiles y 26 aeronaves con carácter permanente, y hasta 3.500 efectivos y 40 aeronaves en tiempos de crisis. Con una u otra firma por parte estadounidense deberá ser ratificado por las Cortes antes de su disolución en otoño, previa a las elecciones generales.

Tanto la base de Morón como la de Rota, con un sistema antimisiles y cuatro destructores, han visto intensificada aún mas su importancia en el dispositivo occidental para la defensa y la intervención.

Un durísimo examen

Difícil de evitar la sensación de que es ante los Estados Unidos donde debe presentarse un país para ser recibido o rechazado en un duro examen destinado a valorar los méritos como aliado fiel y país próspero. Por ello mismo, adquieren gran significado los viajes oficiales y los contactos políticos que respecto a España -aliado fiel y país próspero sin embargo-, la verdad es que están a un nivel más bien discreto. El mismo general Félix Sanz Roldán, hoy director del Centro Nacional de Inteligencia (CNI) siendo jefe de Estado Mayor de la Defensa (JEMAD) afirmó en octubre de 2004, y es algo que aún se sigue creyendo, que España daba mucho a los Estados Unidos pero recibiendo poco en contrapartida, con gran desfase para los partidos en el Gobierno, siendo necesario lograr un mayor equilibrio en la relación bilateral. De momento, más bien podría ser conveniente olvidarse de ese llamativo reconocimiento público y político que acompaña a las altas personalidades de la Administración para resaltar que existe otro tipo de reconocimiento, real pero efectivo, día a día, conseguido por la empresa, la academia y la Administración en España, que configura unas relaciones bilaterales y, en definitiva, una presencia de España en los Estados Unidos satisfactorias y en curso ascendente.

Ya el viaje oficial a Washington del presidente del Gobierno español, en enero de 2014, se valoró como un espaldarazo a las reformas económicas impulsadas, así como un apoyo a la cooperación transatlántica. Nuestras relaciones bilaterales están progresivamente caracterizadas por cuestiones estratégicas y defensivas, pero también por cuestiones empresariales y por la búsqueda de nuevas inversiones, especialmente en los sectores de la energía y las nuevas tecnologías. Algo esencial es que España se haya mantenido fuera de la lista negra de la piratería intelectual, algo que, de no ser así, pondría en peligro muchos negocios con los Estados Unidos. Este es un asunto, como el relacionado con la lista de países que apoyan el terrorismo, en que los Estados Unidos expiden una especie de certificado de buena conducta con valor universal sin el que resulta más bien difícil transitar en el ámbito internacional, cerrar negocios, recibir créditos y un largo etcétera en el que a España, por fortuna, la Administración Obama reconoce que ni apoya el terrorismo, mas bien lo padece, ni permite la piratería intelectual. Puede decirse, por tanto, y no es por el mero afán de consolarse, que al menos a nivel social, en todos sus componentes, España recibe mejor tratamiento que el que se concede a nivel político. O sea, que hay pocas visitas.

España no causa problemas

España no causa problemas a los Estados Unidos, tal vez alguna preocupación ya solventada por la incidencia de la crisis económica y su tratamiento; no se excluyen otras relacionadas con la deriva política que se anuncia en España y se prevé tras las elecciones locales de este mes de mayo. Parece evidente que para la Administración Obama, como para las anteriores, nuestro país queda quizás al mismo nivel que Italia, incluso al nivel de Portugal e Irlanda. Las comparaciones son odiosas. Hasta ahora, con esta Administración no ha habido cumbres bilaterales, ni visitas de alto nivel, con la excepción de las de Hillary Clinton, la del presidente Rajoy, antes citadas, y la de los príncipes de Asturias a finales de 2013. Por su significado político, solo son destacables también por parte estadounidense las visitas de la secretaria de Estado Adjunta para Asuntos Europeos y Euroasiáticos y la del secretario de la Armada. Sí han sido frecuentes los viajes a Washington de los ministros de Defensa e Interior, en correspondencia con las sólidas relaciones en materias de cooperación militar, la lucha contra el terrorismo yihadista y los tráficos ilícitos en general.

A partir de 2010, Madrid no se ha desviado de una política exterior alineada sustancialmente con la Unión Europea y la Alianza Atlántica, sin indisponerse con los socios europeos ni tampoco con Washington. Para el Gobierno Rajoy, la política europea y la política atlántica no son excluyentes ni alternativas, sino complementarias, siempre practicadas con la voluntad de dejar claro que España es un socio fiable y con plena conciencia de sus obligaciones. Nuestro país, además de participar en diversas misiones internacionales de carácter militar bajo las banderas de las Naciones Unidas, la Alianza Atlántica y la Unión Europea, ha acogido a exreclusos de Guantánamo, ha reforzado y ampliado la cooperación militar con los Estados Unidos y la Alianza Atlántica , algo antes señalado, y además lo ha hecho en la campaña contra el ébola, integrándose en la Coalición Internacional constituida para la lucha contra el DAESH (Estado Islámico); España, a estos efectos, ha enviado efectivos a Irak para entrenar a sus fuerzas militares, tanto dentro como fuera del país y coopera contra el terrorismo yihadista para obstaculizar el reclutamiento de personas occidentales por parte de organizaciones terroristas.

¿Debe hacerse algo más?

Una pregunta implícita y odiosa que nunca se expresa en público por parte de nuestras autoridades es si debe hacerse algo mas para el agrado de los Estados Unidos, o si ya se han deshecho de manera definitiva los malos entendidos de otro tiempo. Porque además, resulta que los Estados Unidos se encuentran entre los países que mas invierten en España y que, a su vez, las inversiones españolas en ese país se han incrementado de manera muy sensible en la última década. En los Estados Unidos actúan mas de 700 empresas españolas dedicadas a las energías renovables, las infraestructuras y la obra civil, así como a los servicios financieros. Los sólidos vínculos de carácter comercial, educativo, científico, cultural y social entre los Estados Unidos y España -donde el presidente Obama, repito, goza de un elevado índice de popularidad y conocimiento- hay que insistir en que para sorpresa destacan de manera desfavorable al comparar su magnitud con el bajo nivel que se observaría en las cuestiones políticas. Que por lo demás no registran divergencias y que se proyectan de manera muy palpable en el ámbito estratégico y de seguridad. España apoya las negociaciones en curso y espera una conclusión rápida para el Acuerdo Transatlántico de Cooperación e Inversiones (TTIP) entre los Estados Unidos y la Unión Europea.

Todo es mejorable, pero más no se puede decir ni tampoco se podría hacer, en modo alguno se puede actuar en la espera ansiosa de un gesto político de alto nivel, de gran utilidad desde luego, pero no ineludible. Pese a la ausencia de problemas, a la riqueza y variedad de intercambios en progresión constante y con pluralidad que crece, a la atracción de los Estados Unidos en la vida y la cultura de España, se sigue considerando por diversos gobiernos y en la misma opinión pública que España merece mayor atención por parte del amigo americano. Como si los Estados Unidos se comportaran con España de una manera algo cicatera y distante porque en Washington se tendría a España for granted, algo que parecería injusto y mezquino con un país que fue potencia imperial en las Américas, con un idioma ampliamente compartido en los mismos Estados Unidos, que contribuye de manera notoria a la defensa de los intereses de la seguridad y la cooperación de ese país, como de la Unión Europea y la Alianza Atlántica. Ciertamente que España esté ya en una fase preelectoral no facilita la realización de grandes gestos políticos, una visita presidencial, por ejemplo, aunque tendría una magnífica acogida por parte del Gobierno y por los españoles. En cualquier caso, lo dicho, que el secretario de Estado se reponga pronto y por completo

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