Confirmado. Joan Laporta quiere volver al palco del Camp Nou. Tras su periplo político, el abogado se presenta a las elecciones para batirse con un Bartomeu, que seguro intensificará su ya densa campaña. Debe doler presentarse con un señor triplete y tener todas las de perder.
Tampoco acaban de ser claras las intenciones de Jan. A diferencia de 2003, su imagen ya no es fresca ni nueva. Es más, Laporta ha sido uno de los elementos nocivos que ha colaborado en la eterna confrontación del entorno. Poner a Cruyff al mismo nivel que Cataluña y UNICEF, como hizo en su vídeo de confirmación, es la primera muestra de que el objetivo principal no es tender manos. El péndulo acelera con fuerza y su andar ya levanta comentarios. Jan is in da house.
Porque precisamente es ruido, mucho ruido, lo que genera el expresidente. Con una capacidad innata para comunicar y atraer la atención mediática, Laporta ha conseguido convertirse en la imagen del éxito; tanto a nivel personal, con una vida desenfrenada y festiva; como colectivo, a través de su gestión desde las oficinas del club. La sensación es que con Jan vuelven los personalismos y un poder individual que tiende demasiado a los extremos; precisamente el mal eterno de un club en constante sacudida.
El atractivo de Laporta es su permanente estado de excitación, el saber que el Barça pondrá una marcha más en todos los sentidos pero sin ninguna certeza de que el rumbo sea el adecuado. Saber cuándo empieza la fiesta, pero no cuándo acaba. Capaz de batirse con cualquiera que cuestione sus intereses, el candidato ofrece un carácter ganador que ni Rosell ni Bartomeu supieron transmitir. Más rauxa que seny. La duda es si una segunda dosis de vitamina L será beneficiosa para el siempre débil organismo azulgrana.
Tampoco acaban de ser claras las intenciones de Jan. A diferencia de 2003, su imagen ya no es fresca ni nueva. Es más, Laporta ha sido uno de los elementos nocivos que ha colaborado en la eterna confrontación del entorno. Poner a Cruyff al mismo nivel que Cataluña y UNICEF, como hizo en su vídeo de confirmación, es la primera muestra de que el objetivo principal no es tender manos. El péndulo acelera con fuerza y su andar ya levanta comentarios. Jan is in da house.
Porque precisamente es ruido, mucho ruido, lo que genera el expresidente. Con una capacidad innata para comunicar y atraer la atención mediática, Laporta ha conseguido convertirse en la imagen del éxito; tanto a nivel personal, con una vida desenfrenada y festiva; como colectivo, a través de su gestión desde las oficinas del club. La sensación es que con Jan vuelven los personalismos y un poder individual que tiende demasiado a los extremos; precisamente el mal eterno de un club en constante sacudida.
El atractivo de Laporta es su permanente estado de excitación, el saber que el Barça pondrá una marcha más en todos los sentidos pero sin ninguna certeza de que el rumbo sea el adecuado. Saber cuándo empieza la fiesta, pero no cuándo acaba. Capaz de batirse con cualquiera que cuestione sus intereses, el candidato ofrece un carácter ganador que ni Rosell ni Bartomeu supieron transmitir. Más rauxa que seny. La duda es si una segunda dosis de vitamina L será beneficiosa para el siempre débil organismo azulgrana.