Esta es la respuesta que en argot sistemática e independientemente de la posición política resume la opinión de la mayoría de los venezolanos cuando se les pregunta acerca de lo que va a pasar en el país a corto plazo. Venezuela se descuajeringa a los ojos de todos, y nadie sabe qué puede pasar. Tras la abrupta caída de los precios de los hidrocarburos aparecen todas las rocas que la pleamar de la bonanza petrolera ocultaba. El modelo económico y social bolivariano, basado en el acceso fácil a divisas que después se distribuían clientelarmente y sin un mínimo control de eficiencia, ha colapsado y la crisis económica supera dimensiones inimaginables. En paralelo, y como némesis del deterioro de la economía, la crisis política es cada vez más profunda.
El régimen -encarnado por el triunvirato del presidente Nicolás Maduro, el vicepresidente Jorge Arreaza y el presidente de la Asamblea Nacional Diosdado Cabello -desbordado internamente por la situación económica y política- según Datanálisis (Encuesta Omnibus enero-febrero 2015), el nivel de rechazo supera el 73% y la popularidad no supera el 23%- y cada vez más aislado internacionalmente, acentúa la virulencia de la represión, y la prosopopeya autoritaria rompe imperturbable con las últimas formas democráticas. Los exabruptos más recientes están siendo contra Felipe Gonzalez tras su reciente viaje a Caracas para participar, como él mismo dice, en la "defensa de los políticos presos por ser políticos". Líderes importantes de la oposición están ilegal y cruelmente encarcelados y, acompañados por un número creciente de ciudadanos, están llevando a cabo huelgas de hambre que empiezan a entrar en una fase de peligro vital para reclamar niveles básicos de neutralidad en la justicia y condiciones electorales mínimamente democráticas para los próximos comicios parlamentarios de la segunda mitad del año.
La inseguridad campa a sus anchas, alcanzando cotas escandalosas de asesinatos y secuestros, casi siempre impunes, y frecuentemente ejecutados por colectivos paramilitares progubernamentales. La corrupción es rampante, y así, el otrora poderosísimo ex vicepresidente de Planificación (entre 1999 y 2013) con Chaves, Jorge Giordani, y el también exministro Héctor Navarro denuncian que "entre 2004 y 2012 salieron por vía de manejos corruptos casi 215.000 millones de dólares" (El Universal, 10 de Junio 2015).
La economía se achica...
La economía venezolana ha dejado de funcionar, excepto por las bombas, que cada vez más renqueantes y menos productivas, extraen del subsuelo el petróleo que la naturaleza regaló al país: 2,7 millones de barriles diarios en el primer trimestre de 2015 según datos de la OPEP (www.opec.org), lejos de los 3,5 millones de barriles que se produjeron en 1998. Este año, el FMI estima que la economía (PIB) decrezca un 7%. En 2014 decreció el 4%. Los anaqueles de los supermercados están cada vez más vacíos de productos esenciales (¡hasta la sal común, no es broma, escasea!), las colas para adquirir cualquier cosa son interminables y en ella pasan las horas, bajo el sol o la lluvia, los ciudadanos a costa de elevadísimos niveles de absentismo laboral y caídas de la productividad. Faltan las medicinas más básicas (la escasez de medicamentos alcanza el 70% según la Federación Farmaceutica de Venezuela). Los servicios públicos están dejando de funcionar y la infraestructura, desde torres de transmisión eléctrica a carreteras o puertos, se deteriora por falta de mantenimiento y nuevas inversiones. Hace unos días, los residentes de la tórrida ciudad de Maracaibo sufrieron una tenaz ola de calor sin aire acondicionado por cortes no programados de suministro.
Miles de empresas tuvieron que cerrar. Escasea el empleo formal y crece el sector informal hasta superar el 65% de la fuerza laboral (www.notiglobo.com con datos del Instituto Nacional de Estadística, INE). El 18% de la población activa está en desempleo. Los salarios son insuficientes para acompañar una inflación descontrolada. El salario mínimo mensual (6750 Bolívares Fuertes, BF) equivale al cambio del mercado paralelo a 16 dólares. Para poner estos datos en perspectiva, según el Centro de Documentación y Análisis Social (CENDAS) dado que el INE dejó de publicar datos oficiales, para comprar la "canasta básica familiar" se necesitan casi siete salarios mínimos (La Voz, 14 de Junio de 2015; www.diariolavoz.net). Más del 70% de los venezolanos no llegan a ingresar 2 salarios mínimos al mes (www.elmundo.com.ve).
El dogmatismo anticapitalista y la escasez de divisas para adquirir insumos han acabado con la práctica totalidad de la oferta interna de bienes, mientras que los bienes importados dependen casi en exclusiva de las divisas que se recaudan con la exportación de petróleo (96% de la entrada total de divisas), que en la actualidad es menos de la mitad de lo que se ingresó en 2013. Simplemente no hay divisas suficientes. Ni para el sector público ni para el sector privado. Un par de ejemplos sirvan para ilustrar la situación: las operadoras de telefonía no reciben divisas desde el año pasado para innovar, renovar equipos, y atender los daños de infraestructura (El Nacional, 14 de Junio de 2015); según datos de la Cámara Automotriz de Venezuela, en 2014 se ensamblaron en el país menos de 20 mil automóviles, lo que no llega ni al 10% de la capacidad productiva instalada.
...se dolariza de facto
Paradójicamente, el dólar, la moneda del malévolo imperio, es un bien extremadamente escaso y está sustituyendo aceleradamente a la moneda nacional. Su cotización en el mercado paralelo supera cuando se escribe este artículo los 420 BF (el cambio oficial es de 6,3 BF por dólar) y se aprecia día a día. La gente se desprende del BF para salvaguardar su ahorro. En dólares, o en su contravalor en bolívares al cambio paralelo, se fija una proporción cada vez mayor de la oferta de bienes no estrictamente regulados por el Estado -bebidas alcohólicas, ocio, vestido y calzado, equipamiento del hogar, alquileres, etc. Ante el desabastecimiento, el pasado 28 de Abril el gobierno venezolano y Ford Motor Co. acordaron la venta de vehículos y componentes en dólares (El Universal, 8 de Mayo). Los importadores e industriales de Venezuela dicen deber unos 10 mil millones de dólares a sus proveedores internacionales por la demora del gobierno en autorizar la compra de divisas .
En resumen, como a finales de los años cuarenta del pasado siglo escribiera el gran Arturo Uslar Pietri (http://prodavinci.com/2015/06/06), es como si el bolívar se fuera poniendo más pequeño cada día, como si estuviera derritiendo continuamente en las manos, como si fuera de hielo y no de otra cosa, y un buen día no fuera a quedar de él sino un poco de agua sucia. En un toque surrealista que sólo un psicoanalista social sería capaz de explicar, la añoranza de la prosperidad prometida por el sempiterno comandante Hugo Chaves en los años de la bonanza petrolera impide que la denominación de los billetes en circulación se acomode a la realidad de las transacciones que realizan los ciudadanos: El billete más grande que circula en el país, el de 100 BF, equivale según la cotización de la divisa en el mercado paralelo, a menos de 25 céntimos de dólar. Con ese billete prácticamente no se puede comprar nada. Como mucho sirve para dar una rácana propina al aparcacoches. Eso sí, en un ejemplo de absoluta ridiculez, que muestra el desprecio por cualquier referencia con la lógica económica, además del dispendio de los recursos y la incapacidad política del gobierno de tomar medidas que pudieran ser impopulares, con ese billete de 100 BF totalmente devaluado se puede llenar 20 veces el depósito de un automóvil todo-terreno de gran cilindrada. Los economistas Asdrúbal Oliveros y Gabriel Villamizar (Subsidios en Venezuela: ¿un problema o parte de la solución para 2015? en http://prodavinci.com/2014/12/12) estiman que el subsidio para el consumo interno de gasolina y derivados equivale a alrededor del 6,5% del PIB nacional. Los mismos autores cifran en menos del 4% del PIB el coste del subsidio a los diversos programas de asistencia social -misiones--que están en la base del modelo político chavista.
...la inflación y el déficit están desbocados
Las cifras oficiales de inflación han dejado de publicarse. La mayoría de las estimaciones privadas de inflación para 2015 la sitúan por encima del 140% (Latin Focus Consensus Forecast, mayo 2015; www://latin-focus.com), la más alta del mundo después de que Zimbawe aplicara reformas monetarias. Nadie prevé que la inflación ceda a la baja en las circunstancias políticas actuales. Las causas del descontrol de la inflación habría que buscarlas en, por una parte, la escasez de la oferta de bienes en el mercado, y, por otra, en la irresponsable financiación monetaria del déficit fiscal. La oferta de mercancías, de producción nacional e importada, es insuficiente frente a una demanda que no encuentra satisfacción en el mercado. El raquitismo de la oferta interna de mercancías, de la que hablamos líneas arriba, no puede ser compensado, dada la menguante entrada de divisas por la venta de hidrocarburos, por bienes importados, a no ser que estos se importen a los prohibitivos precios que determina la adquisición de divisas en el mercado negro.
Por otra parte, el gobierno se ve incapaz de reducir el desmedido déficit fiscal que financia la arquitectura social y el clientelismo político del régimen, desde las referidas misiones a las ineficientes, corruptas y sobredimensionadas administración y empresas públicas, los ignotos gastos en defensa, o el referido subsidio a los carburantes que prácticamente se regalan en el mercado interno o se malbaratan en trueques políticos con países ideológicamente afines (ejemplo: Alianza Petrocaribe. Ver http://petrocaribe.org).
No existen datos oficiales actualizados sobre el déficit fiscal, que en 2013, último dato conocido, fue del 16,9% del PIB. Las estimaciones para 2015 lo sitúan entre el 25 (Banco Interamericano de Desarrollo) y el 30% (Barclays Capital) del PIB a finales de año. Cifras ambas, en cualquier caso, insostenibles, especialmente ante la imposibilidad política del régimen de en un año electoral como el actual aplicar medidas que pudieran deteriorar aún más su imagen. Una y otra vez se postergan los paquetes de ajuste que previamente se han ido filtrando a la prensa.
La hipótesis de una devaluación sustanciosa del bolívar, que sincerara la cotización de la divisa con la de equilibrio de mercado, paralela a una racionalización paulatina de los precios regulados y el gasto público, podrían ayudar a reducir el descontrolado déficit fiscal. Contrariamente a ello, el BCV, que carece de la mínima autonomía, para saldar la brecha fiscal derivada de una menor entrada de dólares, la escasez de la recaudación fiscal y el imposible acceso a la financiación externa, accede sin rechistar a las exigencias del Ejecutivo de vender reservas (que cayeron a finales de abril a su nivel más bajo en 12 años) y a emitir moneda en cantidades desmedidas (Para un análisis de la emisión de liquidez, ver V. Salmerón http://prodavinci.com/2015/06/04http://www.infobae.com/2015/04/29).
...no sé
Ante este panorama, donde crisis económica y crisis política se realimentan en una espiral perversa, uno se pregunta qué puede pasar. Nadie lo sabe y el futuro está abierto a cualquier tipo de conjetura. Los próximos meses serán decisivos. En algún momento de la segunda mitad del año debiera haber elecciones para la Asamblea Nacional, en un momento en el que el gobierno parece haberse quedado sin grados de libertad para, salvo milagros o hecatombes, revertir su bajo nivel de popularidad. Ante el riesgo de perder la mayoría parlamentaria, conseguir que los comicios se celebren con unas condiciones mínimas de legitimidad democrática sería ya de por si un primer éxito para la oposición y un gran paso para la normalización de la vida política. Serán, en cualquier caso, meses convulsos.
Pareciera que a corto plazo no es previsible el incremento de los precios del petróleo --la posición bolivariana en el seno de la OPEP de restringir la oferta de crudo para incrementar los precios internacionales en el contexto de las nuevas condiciones del mercado de la energía (desaceleración en los países emergentes, Estados Unidos como país exportador, países del golfo incrementando la oferta, etc.) parece no haber sido exitosa--y que por tanto, el gobierno de Maduro no podrá disponer en estos meses previos a la cita electoral del bálsamo adormecedor que pudiera significar un influjo holgado de divisas.
Las elecciones a la Asamblea se celebrarán en una situación económica aún más penosa que la descrita hasta aquí. El gobierno no puede ni restringir el gasto público desmedido, consustancial al propio régimen chavista y en la actualidad necesario para paliar mínimamente el efecto de la crisis en su base social, ni devaluar la moneda. Un tipo de cambio más realista permitiría a un gobierno con legitimidad política amplia la reactivación del flujo de divisas y, tras un proceso de reacomodo de los precios relativos -que sería necesario gestionar desde un gobierno con legitimidad con amplio consenso para ir redistribuyendo las cargas e impactos de la medida en los sectores sociales más vulnerables (los datos anteriormente referidos sobre la aplicación de las subvenciones inducen a pensar que hay espacio de sustitución entre subvenciones a la gasolina y subvenciones a las misiones sociales)- reducir drásticamente el déficit fiscal al convertir en más bolívares los mermados ingresos petroleros. Una menor presión monetaria actuaría como contrapeso de las tendencias iniciales a una mayor inflación como consecuencia de la devaluación. El alto nivel de dolarización-de-facto de muchos rubros de la economía facilitaría el manejo de la inflación, en tanto que el nuevo nivel de cotización de equilibrio de la moneda, que es de hecho el parámetro que actúa para la fijación de precios de muchos bienes importados, estaría en un nivel sustancialmente inferior del actual en el mercado paralelo.
En términos políticos, el que el grado de aceptación del Gobierno de Nicolás Maduro esté bajo mínimos no se debe entender que significa automáticamente que la oposición tiene un futuro electoral despejado. Aún tiene que consolidar una propuesta política -con programa, liderazgo y compromisos de consensos- que sea suficientemente atractiva en términos políticos y económicos como para que en el contexto de la actual situación, su victoria en las urnas sea incontestable. El chavismo operará en todos los resquicios que le permitan sesgar los resultados electorales en su favor. Para ello:
Finalmente, en los próximos meses también se va a poner a prueba el compromiso internacional, y fundamentalmente latinoamericano, con la democracia. La presión internacional sobre el régimen de Nicolás Maduro tiene que ser vigilante de que en el país se den condiciones democráticas suficientes para validar los resultados electorales. Ojalá los silencios que los países latinoamericanos mantuvieron, al menos en público, respecto del asunto Venezuela en la reciente cumbre UE-CELAC estén sólo justificadas -aunque desde mi punto erróneamente-- por la dialéctica "nosotros-ellos" y el prurito latinoamericano de mantenerse firmes como región frente a aquellos que osan cuestionar las instituciones. En el caso de Europa, y en concreto de España, donde se cuentan por cientos de miles los venezolanos que recientemente han venido a residir expulsados por la realidad económica y política de Venezuela, es necesario, particularmente desde posiciones progresistas y de izquierda democrática, entrar decididamente en el debate ideológico de denunciar la vulneración constante del Estado de Derecho y la ausencia de división de poderes, rebatiendo para ello, por ejemplo, posiciones similares a las recientemente manifestadas por Cayo Lara (Izquierda Unida) o Juan Carlos Monedero (Podemos) para defender las posiciones bolivarianas frente a la visita a Venezuela del expresidente socialista español.
El régimen -encarnado por el triunvirato del presidente Nicolás Maduro, el vicepresidente Jorge Arreaza y el presidente de la Asamblea Nacional Diosdado Cabello -desbordado internamente por la situación económica y política- según Datanálisis (Encuesta Omnibus enero-febrero 2015), el nivel de rechazo supera el 73% y la popularidad no supera el 23%- y cada vez más aislado internacionalmente, acentúa la virulencia de la represión, y la prosopopeya autoritaria rompe imperturbable con las últimas formas democráticas. Los exabruptos más recientes están siendo contra Felipe Gonzalez tras su reciente viaje a Caracas para participar, como él mismo dice, en la "defensa de los políticos presos por ser políticos". Líderes importantes de la oposición están ilegal y cruelmente encarcelados y, acompañados por un número creciente de ciudadanos, están llevando a cabo huelgas de hambre que empiezan a entrar en una fase de peligro vital para reclamar niveles básicos de neutralidad en la justicia y condiciones electorales mínimamente democráticas para los próximos comicios parlamentarios de la segunda mitad del año.
La inseguridad campa a sus anchas, alcanzando cotas escandalosas de asesinatos y secuestros, casi siempre impunes, y frecuentemente ejecutados por colectivos paramilitares progubernamentales. La corrupción es rampante, y así, el otrora poderosísimo ex vicepresidente de Planificación (entre 1999 y 2013) con Chaves, Jorge Giordani, y el también exministro Héctor Navarro denuncian que "entre 2004 y 2012 salieron por vía de manejos corruptos casi 215.000 millones de dólares" (El Universal, 10 de Junio 2015).
La economía se achica...
La economía venezolana ha dejado de funcionar, excepto por las bombas, que cada vez más renqueantes y menos productivas, extraen del subsuelo el petróleo que la naturaleza regaló al país: 2,7 millones de barriles diarios en el primer trimestre de 2015 según datos de la OPEP (www.opec.org), lejos de los 3,5 millones de barriles que se produjeron en 1998. Este año, el FMI estima que la economía (PIB) decrezca un 7%. En 2014 decreció el 4%. Los anaqueles de los supermercados están cada vez más vacíos de productos esenciales (¡hasta la sal común, no es broma, escasea!), las colas para adquirir cualquier cosa son interminables y en ella pasan las horas, bajo el sol o la lluvia, los ciudadanos a costa de elevadísimos niveles de absentismo laboral y caídas de la productividad. Faltan las medicinas más básicas (la escasez de medicamentos alcanza el 70% según la Federación Farmaceutica de Venezuela). Los servicios públicos están dejando de funcionar y la infraestructura, desde torres de transmisión eléctrica a carreteras o puertos, se deteriora por falta de mantenimiento y nuevas inversiones. Hace unos días, los residentes de la tórrida ciudad de Maracaibo sufrieron una tenaz ola de calor sin aire acondicionado por cortes no programados de suministro.
Miles de empresas tuvieron que cerrar. Escasea el empleo formal y crece el sector informal hasta superar el 65% de la fuerza laboral (www.notiglobo.com con datos del Instituto Nacional de Estadística, INE). El 18% de la población activa está en desempleo. Los salarios son insuficientes para acompañar una inflación descontrolada. El salario mínimo mensual (6750 Bolívares Fuertes, BF) equivale al cambio del mercado paralelo a 16 dólares. Para poner estos datos en perspectiva, según el Centro de Documentación y Análisis Social (CENDAS) dado que el INE dejó de publicar datos oficiales, para comprar la "canasta básica familiar" se necesitan casi siete salarios mínimos (La Voz, 14 de Junio de 2015; www.diariolavoz.net). Más del 70% de los venezolanos no llegan a ingresar 2 salarios mínimos al mes (www.elmundo.com.ve).
El dogmatismo anticapitalista y la escasez de divisas para adquirir insumos han acabado con la práctica totalidad de la oferta interna de bienes, mientras que los bienes importados dependen casi en exclusiva de las divisas que se recaudan con la exportación de petróleo (96% de la entrada total de divisas), que en la actualidad es menos de la mitad de lo que se ingresó en 2013. Simplemente no hay divisas suficientes. Ni para el sector público ni para el sector privado. Un par de ejemplos sirvan para ilustrar la situación: las operadoras de telefonía no reciben divisas desde el año pasado para innovar, renovar equipos, y atender los daños de infraestructura (El Nacional, 14 de Junio de 2015); según datos de la Cámara Automotriz de Venezuela, en 2014 se ensamblaron en el país menos de 20 mil automóviles, lo que no llega ni al 10% de la capacidad productiva instalada.
...se dolariza de facto
Paradójicamente, el dólar, la moneda del malévolo imperio, es un bien extremadamente escaso y está sustituyendo aceleradamente a la moneda nacional. Su cotización en el mercado paralelo supera cuando se escribe este artículo los 420 BF (el cambio oficial es de 6,3 BF por dólar) y se aprecia día a día. La gente se desprende del BF para salvaguardar su ahorro. En dólares, o en su contravalor en bolívares al cambio paralelo, se fija una proporción cada vez mayor de la oferta de bienes no estrictamente regulados por el Estado -bebidas alcohólicas, ocio, vestido y calzado, equipamiento del hogar, alquileres, etc. Ante el desabastecimiento, el pasado 28 de Abril el gobierno venezolano y Ford Motor Co. acordaron la venta de vehículos y componentes en dólares (El Universal, 8 de Mayo). Los importadores e industriales de Venezuela dicen deber unos 10 mil millones de dólares a sus proveedores internacionales por la demora del gobierno en autorizar la compra de divisas .
En resumen, como a finales de los años cuarenta del pasado siglo escribiera el gran Arturo Uslar Pietri (http://prodavinci.com/2015/06/06), es como si el bolívar se fuera poniendo más pequeño cada día, como si estuviera derritiendo continuamente en las manos, como si fuera de hielo y no de otra cosa, y un buen día no fuera a quedar de él sino un poco de agua sucia. En un toque surrealista que sólo un psicoanalista social sería capaz de explicar, la añoranza de la prosperidad prometida por el sempiterno comandante Hugo Chaves en los años de la bonanza petrolera impide que la denominación de los billetes en circulación se acomode a la realidad de las transacciones que realizan los ciudadanos: El billete más grande que circula en el país, el de 100 BF, equivale según la cotización de la divisa en el mercado paralelo, a menos de 25 céntimos de dólar. Con ese billete prácticamente no se puede comprar nada. Como mucho sirve para dar una rácana propina al aparcacoches. Eso sí, en un ejemplo de absoluta ridiculez, que muestra el desprecio por cualquier referencia con la lógica económica, además del dispendio de los recursos y la incapacidad política del gobierno de tomar medidas que pudieran ser impopulares, con ese billete de 100 BF totalmente devaluado se puede llenar 20 veces el depósito de un automóvil todo-terreno de gran cilindrada. Los economistas Asdrúbal Oliveros y Gabriel Villamizar (Subsidios en Venezuela: ¿un problema o parte de la solución para 2015? en http://prodavinci.com/2014/12/12) estiman que el subsidio para el consumo interno de gasolina y derivados equivale a alrededor del 6,5% del PIB nacional. Los mismos autores cifran en menos del 4% del PIB el coste del subsidio a los diversos programas de asistencia social -misiones--que están en la base del modelo político chavista.
...la inflación y el déficit están desbocados
Las cifras oficiales de inflación han dejado de publicarse. La mayoría de las estimaciones privadas de inflación para 2015 la sitúan por encima del 140% (Latin Focus Consensus Forecast, mayo 2015; www://latin-focus.com), la más alta del mundo después de que Zimbawe aplicara reformas monetarias. Nadie prevé que la inflación ceda a la baja en las circunstancias políticas actuales. Las causas del descontrol de la inflación habría que buscarlas en, por una parte, la escasez de la oferta de bienes en el mercado, y, por otra, en la irresponsable financiación monetaria del déficit fiscal. La oferta de mercancías, de producción nacional e importada, es insuficiente frente a una demanda que no encuentra satisfacción en el mercado. El raquitismo de la oferta interna de mercancías, de la que hablamos líneas arriba, no puede ser compensado, dada la menguante entrada de divisas por la venta de hidrocarburos, por bienes importados, a no ser que estos se importen a los prohibitivos precios que determina la adquisición de divisas en el mercado negro.
Por otra parte, el gobierno se ve incapaz de reducir el desmedido déficit fiscal que financia la arquitectura social y el clientelismo político del régimen, desde las referidas misiones a las ineficientes, corruptas y sobredimensionadas administración y empresas públicas, los ignotos gastos en defensa, o el referido subsidio a los carburantes que prácticamente se regalan en el mercado interno o se malbaratan en trueques políticos con países ideológicamente afines (ejemplo: Alianza Petrocaribe. Ver http://petrocaribe.org).
No existen datos oficiales actualizados sobre el déficit fiscal, que en 2013, último dato conocido, fue del 16,9% del PIB. Las estimaciones para 2015 lo sitúan entre el 25 (Banco Interamericano de Desarrollo) y el 30% (Barclays Capital) del PIB a finales de año. Cifras ambas, en cualquier caso, insostenibles, especialmente ante la imposibilidad política del régimen de en un año electoral como el actual aplicar medidas que pudieran deteriorar aún más su imagen. Una y otra vez se postergan los paquetes de ajuste que previamente se han ido filtrando a la prensa.
La hipótesis de una devaluación sustanciosa del bolívar, que sincerara la cotización de la divisa con la de equilibrio de mercado, paralela a una racionalización paulatina de los precios regulados y el gasto público, podrían ayudar a reducir el descontrolado déficit fiscal. Contrariamente a ello, el BCV, que carece de la mínima autonomía, para saldar la brecha fiscal derivada de una menor entrada de dólares, la escasez de la recaudación fiscal y el imposible acceso a la financiación externa, accede sin rechistar a las exigencias del Ejecutivo de vender reservas (que cayeron a finales de abril a su nivel más bajo en 12 años) y a emitir moneda en cantidades desmedidas (Para un análisis de la emisión de liquidez, ver V. Salmerón http://prodavinci.com/2015/06/04http://www.infobae.com/2015/04/29).
...no sé
Ante este panorama, donde crisis económica y crisis política se realimentan en una espiral perversa, uno se pregunta qué puede pasar. Nadie lo sabe y el futuro está abierto a cualquier tipo de conjetura. Los próximos meses serán decisivos. En algún momento de la segunda mitad del año debiera haber elecciones para la Asamblea Nacional, en un momento en el que el gobierno parece haberse quedado sin grados de libertad para, salvo milagros o hecatombes, revertir su bajo nivel de popularidad. Ante el riesgo de perder la mayoría parlamentaria, conseguir que los comicios se celebren con unas condiciones mínimas de legitimidad democrática sería ya de por si un primer éxito para la oposición y un gran paso para la normalización de la vida política. Serán, en cualquier caso, meses convulsos.
Pareciera que a corto plazo no es previsible el incremento de los precios del petróleo --la posición bolivariana en el seno de la OPEP de restringir la oferta de crudo para incrementar los precios internacionales en el contexto de las nuevas condiciones del mercado de la energía (desaceleración en los países emergentes, Estados Unidos como país exportador, países del golfo incrementando la oferta, etc.) parece no haber sido exitosa--y que por tanto, el gobierno de Maduro no podrá disponer en estos meses previos a la cita electoral del bálsamo adormecedor que pudiera significar un influjo holgado de divisas.
Las elecciones a la Asamblea se celebrarán en una situación económica aún más penosa que la descrita hasta aquí. El gobierno no puede ni restringir el gasto público desmedido, consustancial al propio régimen chavista y en la actualidad necesario para paliar mínimamente el efecto de la crisis en su base social, ni devaluar la moneda. Un tipo de cambio más realista permitiría a un gobierno con legitimidad política amplia la reactivación del flujo de divisas y, tras un proceso de reacomodo de los precios relativos -que sería necesario gestionar desde un gobierno con legitimidad con amplio consenso para ir redistribuyendo las cargas e impactos de la medida en los sectores sociales más vulnerables (los datos anteriormente referidos sobre la aplicación de las subvenciones inducen a pensar que hay espacio de sustitución entre subvenciones a la gasolina y subvenciones a las misiones sociales)- reducir drásticamente el déficit fiscal al convertir en más bolívares los mermados ingresos petroleros. Una menor presión monetaria actuaría como contrapeso de las tendencias iniciales a una mayor inflación como consecuencia de la devaluación. El alto nivel de dolarización-de-facto de muchos rubros de la economía facilitaría el manejo de la inflación, en tanto que el nuevo nivel de cotización de equilibrio de la moneda, que es de hecho el parámetro que actúa para la fijación de precios de muchos bienes importados, estaría en un nivel sustancialmente inferior del actual en el mercado paralelo.
En términos políticos, el que el grado de aceptación del Gobierno de Nicolás Maduro esté bajo mínimos no se debe entender que significa automáticamente que la oposición tiene un futuro electoral despejado. Aún tiene que consolidar una propuesta política -con programa, liderazgo y compromisos de consensos- que sea suficientemente atractiva en términos políticos y económicos como para que en el contexto de la actual situación, su victoria en las urnas sea incontestable. El chavismo operará en todos los resquicios que le permitan sesgar los resultados electorales en su favor. Para ello:
- Cuenta con el plus añadido de controlar los medios de comunicación y haber restringido al mínimo la libertad de prensa y comunicación.
- Continuará manipulando la composición del Consejo Nacional Electoral (CNE) excluyendo la presencia de vocales independientes o que representen a la oposición. O, como acaba de aprobar, reasignando lo escaños parlamentarios a favor de aquellas circunscripciones electorales de mayoría bolivariana. De hecho, ya existen antecedentes de esta última "artimaña". Como describe el corresponsal de El País en Venezuela, ya en 2010 el gobierno consiguió a través de cambios en las circunscripciones que la oposición con el 52% de los votos obtuviera sólo 67 de los 165 escaños en disputa.
- Recurrirá una y otra vez a la exaltación del nacionalismo, intentando tornar en un ataque a la "patria del Libertador" cualquier medida internacional que afecte, aunque sea tangencialmente, las posiciones del gobierno, sean estas las investigaciones en Estados Unidos de las tramas del narcotráfico que parece corroen las altas esferas gubernamentales bolivarianas, incluido el ejército bolivariano, o las demandas internacionales de liberación de los presos políticos. En este contexto, con el añadido de que las fuerzas armadas precisan recomponer su maltrecha imagen, no son descartables hipótesis de escalamiento de las tensiones transfronterizas; y en concreto, de dos: los ya habituales conflictos con Colombia, y, la más reciente, aunque históricamente latente hasta ahora, disputa por el Esequibo, una región bajo la soberanía de Guyana en la que recientemente se han encontrado importantes cantidades de petróleo.
- Procurará mantener rotos los puentes entre gobierno y oposición, hasta el punto de que ni tan siquiera el Vaticano pueda ejercer sus buenos oficios de concitar convergencias. El Gobierno parece no tener ningún interés en crear un entorno normalizado para la celebración de las elecciones, lo que pasaría por la liberación de los presos políticos y el establecimiento de unos mínimos niveles de diálogo para, entre otras cosas, definir un espacio en el que se pudieran llevar a cabo unas elecciones democráticas.
- Intentará mantener en la cárcel a los líderes políticos hoy privados de libertad. Su prisión interfiere la capacidad de la oposición de concretar un frente unido y un liderazgo de consenso cara a las elecciones, acentuando las disensiones en el frente opositor ante la estrategia a seguir para luchar contra el régimen en ausencia de libertad para algunas de las figuras opositoras más carismáticas. Es por ello imprescindible para la oposición mantener los máximos niveles de unidad y, abandonando en lo posible los legítimos personalismos, alcanzar niveles de consenso aceptables para ofrecer a la ciudadanía un futuro mínimamente esperanzador.
Finalmente, en los próximos meses también se va a poner a prueba el compromiso internacional, y fundamentalmente latinoamericano, con la democracia. La presión internacional sobre el régimen de Nicolás Maduro tiene que ser vigilante de que en el país se den condiciones democráticas suficientes para validar los resultados electorales. Ojalá los silencios que los países latinoamericanos mantuvieron, al menos en público, respecto del asunto Venezuela en la reciente cumbre UE-CELAC estén sólo justificadas -aunque desde mi punto erróneamente-- por la dialéctica "nosotros-ellos" y el prurito latinoamericano de mantenerse firmes como región frente a aquellos que osan cuestionar las instituciones. En el caso de Europa, y en concreto de España, donde se cuentan por cientos de miles los venezolanos que recientemente han venido a residir expulsados por la realidad económica y política de Venezuela, es necesario, particularmente desde posiciones progresistas y de izquierda democrática, entrar decididamente en el debate ideológico de denunciar la vulneración constante del Estado de Derecho y la ausencia de división de poderes, rebatiendo para ello, por ejemplo, posiciones similares a las recientemente manifestadas por Cayo Lara (Izquierda Unida) o Juan Carlos Monedero (Podemos) para defender las posiciones bolivarianas frente a la visita a Venezuela del expresidente socialista español.