Que el Gobierno del presidente Mariano Rajoy lo tiene todo -o casi todo- fiado a la recuperación económica no es ninguna novedad. Por ello, y porque España ha llevado a cabo un esfuerzo fiscal sin precedentes en la Historia, ha sido el propio Rajoy quien ha anunciado una rebaja de los impuestos.
Efectivamente, desde el día uno de julio, todos los que tenemos nómina veremos cómo hay más dinero, porque se adelanta la reducción en el IRPF que estaba prevista para el 2016. Es posible que sea una medida electoralista, pero desde luego es una medida de justicia.
Durante los tres últimos años, los españoles hemos tenido la segunda mayor presión fiscal individual de la UE, es decir, que aquellos que pagamos religiosamente nuestros impuestos hemos dado al fisco, en un esfuerzo de solidaridad extraordinario, más que nunca, y más que la gran mayoría de nuestros socios europeos -qué decir de los griegos que son evasores culturales-profesionales.
Según el anuncio hecho por el presidente del Gobierno esta mañana, la rebaja de impuestos supone unos 1500 millones de euros de ahorro para todos, o de consumo. Las rebajas de impuestos son objetivamente un estímulo para el consumo y para el ahorro. Una rebaja que llega justo antes de las vacaciones de agosto, y cinco meses antes de las generales.
Aquellos que ganen hasta 12.000 euros al año no tendrán que pagar impuestos sobre el trabajo. Esto supone que unos seis millones de personas quedan exentas de pagar la renta. Trabajos precarios, y muchos pensionistas.
Los que ganan hasta 15.000 euros al año, verán una reducción de sus impuestos de un 20,31% frente al mismo mes de hace tres años. Lo mismo pasará con los que ganen hasta 20.000 euros euros al año, cuya diferencia de en impuesto de la renta frente al 2012 es de un 10,85% menor.
Los que mas ganan, como es normal, prácticamente no lo notaran en sus nóminas. A partir de los 40.000 euros al año, la rebaja no supera el 2,5% frente al 2012.
En todo caso, una rebaja de impuestos es una buena noticia por dos razones fundamentales. La primera tiene que ver con la estabilidad de la economía española y su crecimiento. La previsión de crecimiento del PIB para este año se eleva al 3,3%, el mas alto de la Unión Europa; eso supondrá crear unos 900.000 puestos de trabajo en la última legislatura. Una legislatura en la que hemos vivido la segunda recesión, con una contracción del crecimiento que llegó a ser del 1,7%, y con destrucción masiva de empleo hasta el año 2012.
Desde mediados del 2013, España cambió. Las agencias internacionales, los inversores extranjeros y los propios españoles empezaron a notar una cierta recuperación. Una recuperación que ya se ha transformado en una recuperación palpable y notable en muchos sectores, como el de servicios, el turístico, el automovilístico, la industria auxiliar del motor y, aunque parezca increíble, en el sector inmobiliario.
Es decir, que la rebaja de impuestos con un crecimiento de mas del 2,5% del PIB implica más ingresos, más trabajo y más riqueza.
La segunda derivada tiene que ver con el consumo. Cuando los contribuyentes tenemos más dinero, en nuestros bolsillos consumimos más, ahorramos más y ayudamos a la expansión de la economía.
Y en tercer lugar está la derivada psicológica: la situación económica ya no nos tiene al borde del abismo como hace tres años. Hemos sufrido, hemos pagado más impuestos que nunca, han bajado nuestros salarios, pero hemos atravesado el desierto de la mayor crisis crediticia en la historia de nuestro país, en tres años. Y esto es indiscutible.
Ahora solo queda mejorar, ayudar a que los que menos tienen, para que la recuperación sea lo mas uniforme posible. Es un momento clave, el momento en el que la situación se puede disparar y crecer de forma sostenible o paralizar de nuevo. Pero en todo caso, si se cumple un crecimiento del 3,3% del PIB para este año 2015, es una noticia que nadie hubiera soñado hace tan solo un año. En junio del 2012, el diferencial de la prima de riesgo estaba en los 650 puntos básicos, los mercados crediticios, cerrados literalmente para España, contracción económica y destrucción de casi 2000 empleos al día. Discutir que el panorama no ha cambiado no es posible.
Efectivamente, desde el día uno de julio, todos los que tenemos nómina veremos cómo hay más dinero, porque se adelanta la reducción en el IRPF que estaba prevista para el 2016. Es posible que sea una medida electoralista, pero desde luego es una medida de justicia.
Durante los tres últimos años, los españoles hemos tenido la segunda mayor presión fiscal individual de la UE, es decir, que aquellos que pagamos religiosamente nuestros impuestos hemos dado al fisco, en un esfuerzo de solidaridad extraordinario, más que nunca, y más que la gran mayoría de nuestros socios europeos -qué decir de los griegos que son evasores culturales-profesionales.
Según el anuncio hecho por el presidente del Gobierno esta mañana, la rebaja de impuestos supone unos 1500 millones de euros de ahorro para todos, o de consumo. Las rebajas de impuestos son objetivamente un estímulo para el consumo y para el ahorro. Una rebaja que llega justo antes de las vacaciones de agosto, y cinco meses antes de las generales.
Aquellos que ganen hasta 12.000 euros al año no tendrán que pagar impuestos sobre el trabajo. Esto supone que unos seis millones de personas quedan exentas de pagar la renta. Trabajos precarios, y muchos pensionistas.
Los que ganan hasta 15.000 euros al año, verán una reducción de sus impuestos de un 20,31% frente al mismo mes de hace tres años. Lo mismo pasará con los que ganen hasta 20.000 euros euros al año, cuya diferencia de en impuesto de la renta frente al 2012 es de un 10,85% menor.
Los que mas ganan, como es normal, prácticamente no lo notaran en sus nóminas. A partir de los 40.000 euros al año, la rebaja no supera el 2,5% frente al 2012.
En todo caso, una rebaja de impuestos es una buena noticia por dos razones fundamentales. La primera tiene que ver con la estabilidad de la economía española y su crecimiento. La previsión de crecimiento del PIB para este año se eleva al 3,3%, el mas alto de la Unión Europa; eso supondrá crear unos 900.000 puestos de trabajo en la última legislatura. Una legislatura en la que hemos vivido la segunda recesión, con una contracción del crecimiento que llegó a ser del 1,7%, y con destrucción masiva de empleo hasta el año 2012.
Desde mediados del 2013, España cambió. Las agencias internacionales, los inversores extranjeros y los propios españoles empezaron a notar una cierta recuperación. Una recuperación que ya se ha transformado en una recuperación palpable y notable en muchos sectores, como el de servicios, el turístico, el automovilístico, la industria auxiliar del motor y, aunque parezca increíble, en el sector inmobiliario.
Es decir, que la rebaja de impuestos con un crecimiento de mas del 2,5% del PIB implica más ingresos, más trabajo y más riqueza.
La segunda derivada tiene que ver con el consumo. Cuando los contribuyentes tenemos más dinero, en nuestros bolsillos consumimos más, ahorramos más y ayudamos a la expansión de la economía.
Y en tercer lugar está la derivada psicológica: la situación económica ya no nos tiene al borde del abismo como hace tres años. Hemos sufrido, hemos pagado más impuestos que nunca, han bajado nuestros salarios, pero hemos atravesado el desierto de la mayor crisis crediticia en la historia de nuestro país, en tres años. Y esto es indiscutible.
Ahora solo queda mejorar, ayudar a que los que menos tienen, para que la recuperación sea lo mas uniforme posible. Es un momento clave, el momento en el que la situación se puede disparar y crecer de forma sostenible o paralizar de nuevo. Pero en todo caso, si se cumple un crecimiento del 3,3% del PIB para este año 2015, es una noticia que nadie hubiera soñado hace tan solo un año. En junio del 2012, el diferencial de la prima de riesgo estaba en los 650 puntos básicos, los mercados crediticios, cerrados literalmente para España, contracción económica y destrucción de casi 2000 empleos al día. Discutir que el panorama no ha cambiado no es posible.