¿Uber es una empresa de tecnología? Como casi todos los gigantes de tecnología, sí y no. Digamos -para empezar- que sí, porque su producto principal es una herramienta tecnológica muy poderosa. Pero que no, porque no se ciñe sólo a ella.
Sin embargo, la problemática es más compleja. Uber es una iniciativa de corte político y social que se propone transformar los modelos vigentes de circulación y transporte en las ciudades. Y esa definición no es la definición de una empresa de tecnología. Solo que lo hace, en buena medida, mediante la tecnología. Uber no hubiera sido creada en una época predigital. Uber se vale de la tecnología para modificar esencialmente un modelo muy tradicional y muy enquistado en nuestras sociedades (aunque se trate de un modelo sumamente estresado que avanza hacia su propio colapso).
Esa situación es muy parecida a la que se encontraron Wikipedia y Google en el campo de la información y el conocimiento. ¿Son Google y Wikipedia empresas de tecnología? De nuevo, sí y no. Tal vez, en estos casos, más sí que no que en el caso de Uber, pero aún así, sí y no. Lo son porque su instrumento es cabalmente digital y poderosamente digital. Pero no lo son porque sus objetivos rebasan con creces la agenda tecnológica y avanzan en los niveles social y epistemológico del conocimiento y la información.
Tal vez sea más parecido a Uber el caso de Amazon; aunque sí y no. En términos descriptivos, sí; lo mismo que Uber, Amazon se apalanca en un recurso digital poderoso y singular pero se materializa más allá de él. Amazon tiene una dimensión física -digamos-, como Uber, que no tienen ni Google ni Facebook. Pero lo que diferencia a Amazon de Uber es que su propósito de transformación social es menos relevante, está menos presente en su organización y tiene menos impacto en la configuración social en la que vivimos. Amazon acabará incidiéndonos por su escala y su insistencia, pero no porta una idea inquietantemente transformadora, subversiva del status quo, como lo hace Uber.
Uber es un aplicativo impecable que altera la dinámica social de millones. Y no es lo mismo que Waze, que también es impecable -o más- pero que apenas mejora la vida de las personas, no las cambia esencialmente. Uber sí; o por lo menos, puede ser que sí, si logra imponerse -que lo parece.
Por eso veo en Uber una mística que no alcanzo a ver en las demás. Uber es la más política de todas las compañías tecnológicas que conozco (bueno, después de Wikileaks). Uber arrasa porque tiene la fuerza intrínseca de las conspiraciones. Y así como crea sus víctimas -que pareciera que serán los taxistas e incluso los repartidores de cosas en general-, crea también sus devotos. Uber tiene misioneros; los primeros, sus empleados, y con ellos, sus chóferes. Esas personas que "trabajan en Uber" son esencialmente diferentes a los taxistas que conocemos. ¿O no?
Los taxistas carecen de mística y abundan en neurosis. Lo contrario de los de Uber. El taxista piensa todo el rato en sí mismo y sufre por él y se queja con él y monta en cólera por las cosas que lo afectan a él... Y tu vas ahí atrás, como si fueras cosa, ajeno a todo y a él también.
En Uber no pasa eso; el chofer de Uber parece estar más pendiente de tu experiencia que la de él. Su foco eres tú y no la calle, el tránsito, su auto, el otro auto y esas cosas que enloquecen a los taxistas. Y como su foco eres tú, te hablará si imagina que necesitas escuchar y si no, no; al contrario que el taxista, que te habla si es él quien necesita hablar -y de lo que él necesita hablar-, más allá de lo que tú quieras.
Esa diferencia no viene de las personas, viene de la organización, quiero decir, del contexto. Es la intencionalidad y el sentido de la empresa lo que modifica la actitud de las personas. Por eso Uber es carismática; porque la intención política que la mueve se encarna en cada uno de los que la constituyen.
Y otra vez, volvamos a nuestro mundo escolar. ¿Será que nuestros maestros son los taxistas de nuestras escuelas? ¿Será que a tanto maestro quejoso y victimizado no le estará haciendo falta un Uber que salte por encima de todo e inyecte sentido a todo aquello que no lo tiene o que lo ha perdido? ¿Será que, como nosotros arriba del taxi, nuestros niños también están sintiendo aquello de que al que conduce sólo le importa él y sus situaciones, y sus conflictos, y sus riesgos... y su celular?
¿La nueva escuela será una solución tecnológica? Sí y no. Sí porque no logro verla sino apalancada en la tecnología y sus modos de reconfigurar algunas figuras sociales saturadas (el aula, el libro de texto, el horario de estudio, las investigaciones, las evaluaciones, etc.). Pero no porque no será el elemento tecnológico el que la haga nueva, sino que será por medio de algún elemento tecnológico que ella acabe resultando una experiencia social y académica verdaderamente transformada.
Sin embargo, la problemática es más compleja. Uber es una iniciativa de corte político y social que se propone transformar los modelos vigentes de circulación y transporte en las ciudades. Y esa definición no es la definición de una empresa de tecnología. Solo que lo hace, en buena medida, mediante la tecnología. Uber no hubiera sido creada en una época predigital. Uber se vale de la tecnología para modificar esencialmente un modelo muy tradicional y muy enquistado en nuestras sociedades (aunque se trate de un modelo sumamente estresado que avanza hacia su propio colapso).
Esa situación es muy parecida a la que se encontraron Wikipedia y Google en el campo de la información y el conocimiento. ¿Son Google y Wikipedia empresas de tecnología? De nuevo, sí y no. Tal vez, en estos casos, más sí que no que en el caso de Uber, pero aún así, sí y no. Lo son porque su instrumento es cabalmente digital y poderosamente digital. Pero no lo son porque sus objetivos rebasan con creces la agenda tecnológica y avanzan en los niveles social y epistemológico del conocimiento y la información.
Tal vez sea más parecido a Uber el caso de Amazon; aunque sí y no. En términos descriptivos, sí; lo mismo que Uber, Amazon se apalanca en un recurso digital poderoso y singular pero se materializa más allá de él. Amazon tiene una dimensión física -digamos-, como Uber, que no tienen ni Google ni Facebook. Pero lo que diferencia a Amazon de Uber es que su propósito de transformación social es menos relevante, está menos presente en su organización y tiene menos impacto en la configuración social en la que vivimos. Amazon acabará incidiéndonos por su escala y su insistencia, pero no porta una idea inquietantemente transformadora, subversiva del status quo, como lo hace Uber.
Uber es un aplicativo impecable que altera la dinámica social de millones. Y no es lo mismo que Waze, que también es impecable -o más- pero que apenas mejora la vida de las personas, no las cambia esencialmente. Uber sí; o por lo menos, puede ser que sí, si logra imponerse -que lo parece.
Por eso veo en Uber una mística que no alcanzo a ver en las demás. Uber es la más política de todas las compañías tecnológicas que conozco (bueno, después de Wikileaks). Uber arrasa porque tiene la fuerza intrínseca de las conspiraciones. Y así como crea sus víctimas -que pareciera que serán los taxistas e incluso los repartidores de cosas en general-, crea también sus devotos. Uber tiene misioneros; los primeros, sus empleados, y con ellos, sus chóferes. Esas personas que "trabajan en Uber" son esencialmente diferentes a los taxistas que conocemos. ¿O no?
Los taxistas carecen de mística y abundan en neurosis. Lo contrario de los de Uber. El taxista piensa todo el rato en sí mismo y sufre por él y se queja con él y monta en cólera por las cosas que lo afectan a él... Y tu vas ahí atrás, como si fueras cosa, ajeno a todo y a él también.
En Uber no pasa eso; el chofer de Uber parece estar más pendiente de tu experiencia que la de él. Su foco eres tú y no la calle, el tránsito, su auto, el otro auto y esas cosas que enloquecen a los taxistas. Y como su foco eres tú, te hablará si imagina que necesitas escuchar y si no, no; al contrario que el taxista, que te habla si es él quien necesita hablar -y de lo que él necesita hablar-, más allá de lo que tú quieras.
Esa diferencia no viene de las personas, viene de la organización, quiero decir, del contexto. Es la intencionalidad y el sentido de la empresa lo que modifica la actitud de las personas. Por eso Uber es carismática; porque la intención política que la mueve se encarna en cada uno de los que la constituyen.
Y otra vez, volvamos a nuestro mundo escolar. ¿Será que nuestros maestros son los taxistas de nuestras escuelas? ¿Será que a tanto maestro quejoso y victimizado no le estará haciendo falta un Uber que salte por encima de todo e inyecte sentido a todo aquello que no lo tiene o que lo ha perdido? ¿Será que, como nosotros arriba del taxi, nuestros niños también están sintiendo aquello de que al que conduce sólo le importa él y sus situaciones, y sus conflictos, y sus riesgos... y su celular?
¿La nueva escuela será una solución tecnológica? Sí y no. Sí porque no logro verla sino apalancada en la tecnología y sus modos de reconfigurar algunas figuras sociales saturadas (el aula, el libro de texto, el horario de estudio, las investigaciones, las evaluaciones, etc.). Pero no porque no será el elemento tecnológico el que la haga nueva, sino que será por medio de algún elemento tecnológico que ella acabe resultando una experiencia social y académica verdaderamente transformada.