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Una 'bonita' reunión

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Foto: Mayte Piera

Qué guapo se veía el puerto aquella mañana de viento suavecito, las banderas pintando, todo limpísimo y reluciente. Guapos también los morenos navegantes, paseaban por el pantalán arriba y abajo, luciendo sus polos de colores, zapatos de colores, viseras de colores, gafas de colores. El VLC show-boat (Oh yeah) era el último intento desesperado de que el mundo náutico no se hundiera, en Valencia, justo justito delante del edificio de Veles i Vents, en las propias aguas del Port America's Cup (yeah-yeah) que tantos dineros había costado.

Es que Valencia vive de espaldas al mar. Pues habrá que acercárselo. Pues vamos a hacer el VLCShowboatyeah, muy vistoso y llamativo para que venga la gente de a pie y se acerque por fin, y nos compre muchos barcos y nos llene el puerto y se entere de una vez por todas que este deporte es de reyes, y este es el rey de los deportes, es glamour, glamour; glamour del auténtico. Llamémoslo plan de revitalización. Sí, qué apropiado, para que la Marina se atiborre de valencianos y turistas, convertida en un barrio más, centro de actividad de los ciudadanos con su variada oferta gastronómica y sus propuestas de ocio, deporte y animación. Bla, bla, bla.

Así que allí iban llegando barcos y barquitos que se amarraban uno junto al otro, y todos, bonitos, izaban sus empavesados festivos que sonaban flop-flop-flop, cuando el viento subía un poco. Se empezó a oír un murmullo que se transformó en rugido con la llegada de los visitantes que, tímidamente al principio, con decisión después, empezaban a inundar el muelle.

Un bergantín de casi cincuenta metros mostraba su tripulación uniformada y elegante, y los niños corrían, poniendo a prueba la elasticidad de los brazos de sus padres.

- ¡Vamos a verlooooo! ¡Es el de la serie! Es El barco.

Una réplica de la Nao Victoria, con la que Juan Sebastián Elcano completó su circunnavegación, se dejó caer también por la exhibición, haciendo escala dentro de su viaje Descubriter. Ruta europea de los descubrimientos.

- Y a éste, a éste, que es el barco que sale en los libros del cole.

- No, hijo, ¿no ves que cobran por entrar en estos barcos?

- Pues vamos a aquellos que no cobran.

- Ay, esos no, que esos quieren que los compres o los alquiles.

- ¿Y no podemos comprar uno?

Amarrada al muelle estaba también la salvamar mostrando salvamentos. Y el helicóptero, haciendo simulacros muy bonitos; evacuando y salvando. Y...

Buuup...buuup...buuup.

¡Mira qué barco tan grande! Si casi no cabe. Es la patrullera de la Guardia Civil, que viene a la exposición. Con esa pueden buscar a los malos hasta en el Mar de la China-na-na. Muchos malos hay que coger para que valga la pena.

- Su peso en oro, eso es lo que vale; lo que yo le diga. Con que salga ahí fuera y pille a uno con bengalas caducadas, ya ha amortizado el día.

- No diga usted eso, que lo va a ahuyentar, al público, me refiero, a ese que nos tiene que comprar los barcos para hacernos salir de la crisis, dijo bisbiseando.

Y los velas ligeras con chiquillos que iban y venían haciendo zigzag. Y los barcos teledirigidos. Y los de vela adaptada para minusválidos. Y las motos de agua. Y las piraguas. Y un artilugio flotante, grande, inflable, de camas y toboganes, que no se puede utilizar porque es el puerto, y aquí no te bañas, además es invierno y las aguas están frías. ¡Niño!

La Conselleria de Medio Ambiente lanzó unas tortugas al mar; las habían criado con gran ahínco y despliegue de medios, para salvarlas de una muerte segura. Pero las muy desagradecidas, ni asomar por los agujeros de su concha; y cuando las soltaron, cayeron cual plomos alejándose del tumulto como almas que lleva el diablo.

- Ohhh

Una mujer se elevó sobre el mar, echando chorros de agua por los costados. La nueva moda, lo más chic. El fly-board. ¡Por menos de cinco mil eurillos puedes volar sobre las olas! ¡Que pasada papá!

Y los barcos paseaturistas para arriba y para abajo, para que los mirones dieran paseos y se sintieran importantes. Un trasiego espectacular.

Un prototipo de catamarán que se iba a fabricar en Valencia y que todos podían comprar cuando quisieran, navegaba con invitados agrupados alrededor de la mesa de la bañera; hacían sonar grandes copas de cristal. El cocinero de gran renombre preparaba platos ipso facto, deliciosos, llenándolo todo de aromas de caracolas y de espumas de setas de bosques impronunciables sobre tostadas de panes singulares. Pum, pum, se descorchaban vinos y espumosos que desbordaban las cráteras. Cuantas carcajadas. Así disfruta la gente guapa.

Diversas autoridades aparecieron y desaparecieron camuflados entre las grandes polvaredas de sus automóviles y los fogonazos de los flashes.

- Dentro del Plan de usos de la Marina se contempla la creación de una zona náutico-industrial que ofrezca servicios de reparación y mantenimiento a las grandes embarcaciones, convirtiendo a la Marina en un gran centro de hibernación de barcos de lujo en el Mediterráneo.

Plas, plas, plas, plas. Aplaudieron sus asesores, muy atentos a cualquier pestañeo.

- Ah, esos ricos, siempre necesitan sitios exclusivos. ¡Mira! Por ahí va uno. -El público aguantaba la respiración babeando.

Hizo su entrada un imponente velero de unos cuarenta metros que pasó de largo, sin mirar a la chusma, y que se dirigió a su amarre en la marina de megayates; varias embarcaciones auxiliares se aproximaron para ayudarle a su maniobra. Buf, cuánto tronío. Pararon las risotadas en el catamarán restaurante.

- Eso y solo eso es el verdadero glamour. Y no esto de medio pelo.- Cuchicheaban dos camareros del gastronómico catamarán.

Así fue, vinieron todos. ¡Bienvenidos, id pasando!

Vinieron los profesionales de la náutica que hace tiempo no trabajan, pues no hay barcos en donde trabajar, los que tampoco trabajarán en las futuras y lujosas instalaciones de embarcaciones grandes; para eso hay que tener dinero; los que no pueden renovar sus títulos debido a la legislación kafkiana y obsoleta, los hermosos veleros -tan queridos por sus propietarios hace años-, a los que nadie puede ya mantener, los que se pasarán a banderas extranjeras para que no les sangren las autoridades con revisiones y homologaciones prohibitivas, los sin glamour, los seis millones de parados, los jóvenes con su futura movilidad exterior, la flota de pesqueros expulsados del puerto con la Copa América; feos, más que feos; la Guardia Civil, persiguiendo a infractores, la policía municipal, persiguiendo a los que se escapan a la Guardia Civil, la Policía Nacional, persiguiéndolos a todos, la patrullera de Aduanas, la supermotora de las autoridades del puerto.

También se dejó caer algún que otro viajero despistado, con su barco cargado de trastos, intentando pasar una temporada en el puerto de la ciudad; pero con sus euros legales para gastar, no creas; no tardó en darse cuenta de que estaba de más.

Fue una gran reunión


- ¿Nos estamos acercando al mar?

- ¿Por qué lo dices?

- ¿No veníamos a eso? Yo la verdad es que ya lo siento muy próximo.

Este post fue publicado inicialmente en el blog de la autora

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