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Cada año instituciones y organizaciones de todo el mundo preparan laboriosos estudios con el fin de analizar valores esenciales en la evolución de la sociedad, y nosotros los vemos en diferentes medios de comunicación reflejados en rankings por países.
Noruega, Estados unidos, Canadá, Emiratos Árabes Unidos acaparan los puestos de honor y son para muchos los países más envidiados del mundo. Riqueza, educación, calidad de vida, ninguno de ellos se les resiste.
Venezuela, Irak, México, Nigeria también ocupan cada año lugares altos, pero, por desgracia, en otro tipo de ranking: pobreza, asesinatos, analfabetismo, corrupción.
A simple vista, estos dos grupos de países tienen poco en común: unos lideran el mundo; otros avanzan cada día un poco más en su oscuro futuro. Sin embargo, hay algo que les une: el petróleo.
Lo llaman la maldición de los recursos naturales, países ricos en petróleo y otras energías no renovables que carecen de crecimiento económico.
Instituciones débiles y gobiernos corruptos en el mejor de los casos; en el peor, los conflictos armados tienen la culpa. La lucha por el control del petróleo es continua, todos quieren controlarlo, pero nadie desea compartirlo.
Petrobras, la empresa pública brasileña que gestiona las reservas de petróleo del país ha perdido por corrupción, en los últimos ocho años, un total de 2.000 millones de dólares, mientras Brasil es el octavo país del mundo en analfabetismo donde 13,2 millones de adultos no saben ni leer ni escribir.
Nigeria, el productor de petróleo más rico de África está sufriendo una invasión del grupo terrorista Boko Haran, aliado de ISIS, Estado Islámico. Al igual que Irak y Siria, la situación va más allá de las peores atrocidades de la humanidad, pese al rechazo internacional, una de las mayores fuentes de ingresos del ISIS es la venta de petróleo. ¿Pero quién se lo compra?
Nunca hasta este año se habían contabilizado tantas personas desplazadas en el mundo por conflictos armados: treinta y ocho millones. El número de desplazados en la región de Oriente Medio y norte de África ha alcanzado un nuevo récord por tercer año consecutivo, alrededor de 10.500 personas se desplazan cada día.
El grupo criminal los Zetas tiene en México un gran negocio en el robo y la venta ilegal de hidrocarburos. El año pasado, la empresa de petróleos mexicanos, Pemex, declaró que el robo de combustibles ascendió a 950 millones de dólares. Al mismo tiempo, los derechos humanos siguen en retroceso en el país al acumular -según datos de Amnistía Internacional- 22.600 personas desaparecidas en los últimos siete años.
Venezuela, encabeza el ranking de países con más reservas de petróleo del mundo. Sin embargo, el año pasado se vio obligado a comprar petróleo a Rusia y a Argelia. El motivo fue la falta de tecnología y estructura para procesar el oro negro del que depende. Estados Unidos ejerce a la vez de cliente de las refinerías venezolanas -compra más de 790 barriles diarios- y de impulsor de sanciones y bloqueos internaciones contra el régimen chavista. Mientras, Venezuela es el segundo país más peligroso del mundo con 68 asesinatos diarios.
Los expertos en la materia apuntan que en 2025 el petróleo dejará de ser la mayor fuente de energía del mundo. La familia Rockefeller, los pioneros en la industria petrolera anunciaron hace poco que dejaban el negocio para iniciar nuevos proyectos, señal inequívoca de que la cuenta atrás ya ha empezado.