Es curioso que un país que empezó a emigrar oficialmente en 1492, forzados y expulsados unos por judíos y a la desbandada otros, envenenados por el brillo de la fortuna y entregados al saqueo y exterminio, ahora se afanen, con el mismo empeño, en no dejar entrar a nadie. Es curioso y vergonzoso que un país gobernado siempre por incapaces sin honestidad y corrompidos, ayer y hoy, un país que gestionó riquezas inabarcables y que aún así sumió en la miseria a un pueblo entero, arrastrándolo al hambre y a la huída, se muestre insensible con gente tan desesperada. Es ofensivo y degradante que un país con la imagen aún viva en la retina de padres, hermanos, amigos y abuelos llenando trenes, temerosos por lo incierto de un futuro en Europa pero ilusionados, reciba a pelotazos a quienes no tienen otro objetivo que una vida digna.
Ofensivo, degradante, vergonzoso. Qué distinto sería todo si emigraran con corbata y maletín y llenaran los despachos y sus bolsillos a manos llenas. Qué bienvenida tan diferente, libre de alambradas y concertinas.
Asistimos fascinados frente al televisor a una catarata de imágenes difusas, distorsionadas y de color verdoso de un torrente humano en la frontera, como si de un espectáculo se tratara. Nada como despojar de humanidad a las imágenes para creer que presenciamos una ficción, un fragmento de película donde las tragedias son inventadas, donde la carne no sangra, donde la vida no se juega. Privar de humanidad y de dignidad a las personas, no identificarse con ellas. Nada nuevo, pero igual de repugnante.
Sin embargo, la realidad, sucia y desgarrada, es otra. Una realidad que es aún más obscena por las actuaciones políticas y policiales, por las declaraciones injuriosas y parciales, amenazantes, cargadas de indiferencia.
Cada una de esas imágenes difusas y distorsionadas, que muestran grupos que se desplazan (imparables como chocolate caliente y espeso derramado o unos detrás de los otros, como gusanos en blanco y negro) y cuerpos que, sobre la valla, enganchados y rotos, son repelidos a balazos, representan personas, con nombre y apellido, con padres, amigos, hermanos y abuelos, que en lugar de llenar los trenes llenan a borbotones las playas y los montes de las fronteras de Occidente. Una marea humana imparable. Un tsunami imposible de detener a balazos o a cañonazos. Llevan toda una vida sufriendo, todo un camino de espinos hasta llegar aquí, y seguimos con políticos incapaces, con políticas ineficaces haciendo frente a lo inevitable. Pasarán sobre sus muertos. Están pasando, ¿no lo veis? ¿A qué jugáis?
Hoy nos sentimos negros, negros y ofendidos, negros e indignados pero, sobre todo, hoy nos sentimos avergonzados por unas políticas inhumanas e intransigentes que están matando día a día la ilusión del ser humano.
El arroz venere es tu plato. El arroz venere con sobrasada y alitas: Arroz Asaltavallas con Alas. Un arroz venere negro como tú, al que la sobrasada acompaña de maravilla; una sobrasada roja como la carne desgarrada, como la sangre a la que te ves expuesto. Y las alitas. Ojalá las tuvieras. Ojalá tuvieras alas y aletas, para sobrepasar las vallas, para sobrevolar las concertinas sin que tu alma desgarrada fuera de nuevo maltratada; para nadar más rápido que las balas.
Un plato singular, bueno, amable, opulento y cromático, para tomar con moderación por contundente...Casi tanto como la Guardia Civil. Casi.
Negro y rojo, los colores de la indignación y la esperanza, los colores de la libertad. Alas y aletas, pies y manos, dientes y uñas para lograrla.
Te espero para comer. Tu plato ya está servido.
NECESITARÁS (para 4 personas):
- 250gr de arroz venere.
- 1 puerro (la parte blanca del mismo).
- 125gr de sobrasada.
- Un poquito de nuez moscada, canela y pimienta.
- Agua.
- 500cl de caldo de pollo (opcional).
- Un poco de aceite para sofreír, y de sal.
- Un puñadito de queso manchego curado o parmesano rallado.
- 400gr de alitas de pollo adobadas.
ELABORACIÓN
- Como esta variedad de arroz tarda más en cocer, lo herviremos durante 25' en abundante agua con sal, nuez moscada, un poco de canela y pimienta. Pasado ese tiempo lo trataremos del mismo modo que a un risotto.
- Cortamos el puerro en trocitos muy pequeños y sofreímos en una sartén en un poco de aceite. Colamos el aceite y añadimos la sobrasada, le damos unas vueltas y deshacemos bien hasta que se mezcle todo totalmente.
- Incorporamos el arroz, removemos bien, y vamos añadiendo agua o caldo (yo lo he hecho con caldo de pollo de supermercado) en pequeñas cantidades, sin parar de remover, hasta que el arroz coja la consistencia deseada y quede meloso y entero (15'- 20').
- Espolvoreamos el queso por encima, removemos para que se funda e impregne con sus aromas el arroz y ya tenemos un risotto de arroz venere con sobrasada.
- Colocamos las alitas adobadas en una bandeja con un poco de aceite y horneamos durante 25' a 200º dándoles la vuelta para que se doren bien. Pasamos por papel absorbente para eliminar el exceso de aceite y a emplatar.
- Emplatado: Enmoldamos 4 cucharadas de arroz por comensal y lo acompañamos con 2 alitas.
- Umm, vas a disfrutar como un niño, y te garantizo que te chuparás los dedos
NOTA
Cociéndolo solo con agua sale también muy bueno, aunque el caldo potencia el sabor. En su lugar también puedes espolvorear una pastilla de caldo concentrado encima del arroz cuando ya esté en 'modo' risotto e ir removiendo en el agua poco a poco hasta que se diluya totalmente.
Acompaña muy bien del mismo modo con pechuga de pollo o pavo, en general con carnes blancas, adobadas o no, dada la consistencia del arroz.
MÚSICA PARA ACOMPAÑAR
Para la elaboración: Seven Seconds Away, Youssou N'Dour.
Para la degustación: Biko, Peter Gabriel y Youssou N'Dour.
VINO RECOMENDADO
Alea Marqués de Griñón, cr12. D.O La Rioja
DÓNDE COMER
En tablero amplio, vestido con camino de mesa largo y elegante que nos invite a imaginar una larga calle dispuesta para el salto de longitud y de altura, y comer con delectación junto a otros atletas de la libertad soñada.
QUÉ HACER PARA COMPENSAR LAS CALORÍAS
Batir los brazos e intentar elevarse, andando, al trote, corriendo...Y los pies, muy rápido, más aún, que las balas nos alcanzan.