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Aumenta la lista de investigadores 'en el exilio científico': Buceta, uno más

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No hace ni un año que publicaba, en El Huffington Post, el caso de un científico español que después de buscar fondos de la UE para trabajar, y los consiguió, tuvo que regalarlos a científicos alemanes porque en su institución se negaron a pagar su parte. Se trata del físico Javier Buceta. Pues bien, finalmente Buceta va a pasar a engrosar la abultada lista de científicos emigrantes, o exiliados, de España a falta de una política científica que le permita desarrollar su talento.

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Javier Buceta.



Buceta no es un joven que busca conocer el extranjero, como dijo la ministra de Empleo, Fátima Báñez, ni es un aventurero, como afirmó la responsable de Inmigración y Emigracion, Marina del Corral, y su marcha sí es negativa, pese a lo que piensa el ministro José Ignacio Wert. A sus 44 años, él ya estuvo trabajando en la Universidad de San Diego (California), de donde volvió hace 10 para engancharse a un contrato Ramón y Cajal y hacer ciencia en España, que es lo que quería. Y consiguió un contrato indefinido... pero resulta que sí tenía fin.

"Cuando todo se vino abajo primero sentí rabia, pero ahora mi sensación es de estafa. No sólo como científico, porque han incumplido las promesas, sino por los ciudadanos, porque el dinero gastado en traernos, en montar los equipos y laboratorios, se queda en nada. Mi laboratorio se cierra y no volverá a usarse", explica el exinvestigador del Parque Científico de Barcelona, de donde fue despedido en enero, tras terminar su último proyecto del Plan Nacional.

Mientras recibía su email de despedida, escuchaba en la radio el éxito de Joan Massagué, al determinar las causas de la metástasis del cáncer, sin duda un trabajo que es un hito en la Medicina y ha logrado en el Instituto Sloan-Ketteing de Nueva York, que dirige desde finales de 2013. Pero Massagué, no lo olvidemos, lo ha conseguido fuera de España y no en el centro IRB (Instituto de Investigación Biomédica) del que es director adjunto en Cataluña. Es, además, de los que piensan que en España la ciencia sufre una demolición sistemática, como afirmaba en Eldiario.es.

No hay más que ver los gráficos del Informe de Comisiones Obreras sobre los Presupuestos 2014 para la ciencia para poner datos a la demolición. Sólo el CSIC ha perdido 2.200 trabajadores, el 20% de su plantilla, en los últimos dos años. Sin ERE, pero con el equivalente en el sistema científico que consiste en no renovar contratos ni cubrir jubilaciones. Ahora, su presidente, Emilio Lora-Tamayo, busca las ayudas de las empresas para que financien nuevas plazas (ComFuturo) porque la oferta pública (21 plazas en 2013 y no se sabe cuántas en 2014) no cubren las bajas ni de lejos y los centros se vacían. "Da pena ver un sitio tan grande en el que no te cruzas con nadie", me comenta un profesor de investigación del Consejo.

En su mensaje, Buceta lo dice claramente: "La llamada crisis y su gestión política en España (en particular, debido a la situación financiera de la ciencia) nos obligan la decisión de irnos". Y confirma que se vuelve a Estados Unidos como profesor asociado en la Universidad de Lehigh, dentro de su programa de Bioingeniería. Allí se lleva sus dos proyectos de investigación, uno sobre biomecánica de tejidos y otro de biomecánica bacteriana (implicado en el desarrollo de nuevos fármacos). "Ha sido una decisión difícil, pero allí me garantizan recursos para montar un equipo con personal y equipamiento. Es muy duro volver a marcharse... Pero no soy yo solo; somos muchos los que estamos saliendo del país. Costará mucho que vuelvan a engañarnos para volver, mucho deberían cambiar las cosas; eso es un daño irreparable y no se dan cuenta. La ciencia es una planta que se seca y no basta regarla de nuevo, hay que replantar de cero", pone como metáfora.

Científico de vocación, a Buceta no le ha convencido la tranquilidad que quiere transmitir la carta del presidente del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), con la que el otro día comunicaba a los trabajadores algunas leves mejoras en el grave problema de personal que tiene la mayor institución científica del país. "Pero si no hay dinero para contratar", asegura el físico.

Así lo constata el informe sobre las cuentas de CCOO, tan exhaustivo como deprimente: si bien la inversión pública en investigación ha subido un 3,6% respecto a 2013, lo cierto es que la civil aumenta solamente un 1,3% y la militar un 39,7%. Haciendo historia, resulta que desde 2009 la caída ha sido del 36,5% "lo que significa en la práctica el desmantelamiento del sistema público", apunta. Y un dato curioso: en ese quinquenio la investigación civil ha perdido 2.590 millones y la militar 952 millones.

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Gráfico: Informe de Comisiones Obreras sobre los Presupuestos 2014 para la ciencia.



En total se está hablando de 2.413 millones de inversión total, que suponen una caída del 42,2% del gasto real respecto a 2009. En definitiva, el nivel que había en 1998. ¡Hace 16 años!

No anda mejor el Plan Estatal, de donde se pagan los proyectos científicos. De los 405 millones de los que dispuso en 2012 se ha pasado a 347 millones, cuando resulta que en junio del año pasado (para el que se presupuestaron 337) hubo que inyectar 79 millones extras porque el dinero no alcanzaba. ¿Y cómo conseguir fondos fuera cuando en Europa se exige cofinanciación por parte del país implicado y aquí no hay para cofinanciar nada? Esa es la pregunta que se hacen los científicos que, como le ocurrió a Buceta, ven cómo se les cierran más y más puertas.

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Gráfico: Informe de Comisiones Obreras sobre los Presupuestos 2014 para la ciencia.



Entre los más desfavorecidos de todos los organismos públicos de investigación (OPI) sigue estando el Instituto Geológico y Minero (IGME), que este año dispondrá de un 0,62% menos y ya acumula un recorte del 43% en cinco años en fondos y un 26% en personal. Sus investigadores andan buscando dinero en las empresas para poder sacar proyectos adelante, mantener al día las cartografías, las bases de datos de recursos minerales o hídricos, los trabajos sobre riesgos geológicos etcétera. "Esto puede acarrear graves consecuencias en temas de ordenación del territorio, sequías, suministro de materias primas, gestión de acuíferos y aguas subterráneas", señalan en Comisiones Obreras.

En el caso del CSIC, el mayor organismo de ciencia, la situación es la siguiente: el presupuesto de 2013 fue tan escaso que el presidente tuvo que anunciar un corralito con los fondos científicos en julio de 2013, si el Gobierno no aportaba 100 millones de euros. Tras amenazar con el cierre de actividades se consiguieron 95 millones en dos plazos. Pues bien, para 2014 ha logrado sólo 50 millones más. Eso ha alejando a la institución de la suspensión de pagos, pero no ha solucionado el envejecimiento de su habitantes, con una media de 54 años, problema hacia el que se dirigen las últimas propuestas de Lora-Tamayo. La cuestión es si son suficientes para frenar la sangría de los mejores que, como Buceta, ya no harán más ciencia española: ni la de Massagué ni la suya lo son más que en el apellido con el que la 'vendemos' en los medios españoles. Harán ciencia en el exilio.

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