Una actitud positiva, constructiva, frente a los problemas y los desafíos de la vida diaria es necesaria. Consistiría en tener motivación y confianza en que podemos entender y solucionar las dificultades, poniendo en marcha nuestras capacidades y afrontando todos los factores involucrados en el problema.
Por el contrario, el pensamiento positivo, entendido como repetirse frases positivas o convencerse con sentencias motivantes, no es realmente útil para solucionar los conflictos a largo plazo. Veamos por qué.
Simplificando, cualquier conflicto, que produce malestar, tiene una parte cognitiva (el pensamiento), una parte afectiva (emociones y sensaciones) y una parte comportamental (la acción). Si un problema se aborda en sólo una o dos de esas partes, no se resolverá satisfactoriamente y a largo plazo. Si además, la parte cognitiva, un autodiálogo negativo por ejemplo, se aborda auto-convenciéndose de lo contrario, en lugar de comprendiendo las causas del problema, entonces el fracaso está asegurado.
Para alcanzar el bienestar hay que resolver el malestar. Y para resolver el malestar hay que entender sus causas. Los pensamientos positivos pueden producir una cierta motivación, derivada del convencimiento de que el problema se resolverá por el hecho de pensar de cierta manera. Pueden, en ocasiones, frenar momentáneamente los pensamientos autodestructivos. Pero nunca resolverán por sí solos las causas del malestar (pensamientos, emociones y comportamiento negativos) ni, por tanto, los problemas que producen dicho malestar.
Otro error muy habitual de pensamiento positivo es abogar por fijarse sólo en los logros, en las cosas satisfactorias de nuestra vida, en nuestros sueños y metas, y no prestar atención a lo que nos inquieta o produce malestar.
Tener en cuenta el lado bueno de las cosas, lo que va bien o nos hace sentir bien, es muy útil, nos da fuerza para seguir adelante. Pero centrarse sólo en esto como forma de resolver el malestar, tratando de contrarrestar u olvidar lo que no va bien, los conflictos sin resolver, es claramente perjudicial. Atender a lo negativo sin lo positivo nos llevará al desánimo y al estancamiento. Pero atender a lo positivo sin lo negativo nos llevará a negar los problemas, a estar fuera de la realidad. En ambos casos acabaremos superados por las circunstancias.
A menudo llegan a nuestra consulta personas que, tras años de esfuerzos por poner en práctica métodos de pensamiento positivo, que no funcionan, han llegado a la conclusión de que el problema son ellos. Que son ellos los incapaces de llevarlo a cabo, generando autocrítica y desvaloración personal, lo cual acaba por ser un problema añadido al anterior.
Por tanto, una actitud positiva, es decir, utilizar el pensamiento de forma constructiva, razonando, comprendiendo, con curiosidad, confiando en que seremos capaces de encontrar soluciones a nuestros problemas, será muy beneficioso. Utilizar pensamientos positivos, es decir, repetir frases o convencerse de cosas, como solución de los problemas, es una forma de fantasía, de autoengaño que nos mantendrá en el malestar o lo aumentará a largo plazo.
Coautora: María Ibáñez. Psicoterapeuta, Centro de Psicología e Introspección.
Por el contrario, el pensamiento positivo, entendido como repetirse frases positivas o convencerse con sentencias motivantes, no es realmente útil para solucionar los conflictos a largo plazo. Veamos por qué.
Simplificando, cualquier conflicto, que produce malestar, tiene una parte cognitiva (el pensamiento), una parte afectiva (emociones y sensaciones) y una parte comportamental (la acción). Si un problema se aborda en sólo una o dos de esas partes, no se resolverá satisfactoriamente y a largo plazo. Si además, la parte cognitiva, un autodiálogo negativo por ejemplo, se aborda auto-convenciéndose de lo contrario, en lugar de comprendiendo las causas del problema, entonces el fracaso está asegurado.
Para alcanzar el bienestar hay que resolver el malestar. Y para resolver el malestar hay que entender sus causas. Los pensamientos positivos pueden producir una cierta motivación, derivada del convencimiento de que el problema se resolverá por el hecho de pensar de cierta manera. Pueden, en ocasiones, frenar momentáneamente los pensamientos autodestructivos. Pero nunca resolverán por sí solos las causas del malestar (pensamientos, emociones y comportamiento negativos) ni, por tanto, los problemas que producen dicho malestar.
Otro error muy habitual de pensamiento positivo es abogar por fijarse sólo en los logros, en las cosas satisfactorias de nuestra vida, en nuestros sueños y metas, y no prestar atención a lo que nos inquieta o produce malestar.
Tener en cuenta el lado bueno de las cosas, lo que va bien o nos hace sentir bien, es muy útil, nos da fuerza para seguir adelante. Pero centrarse sólo en esto como forma de resolver el malestar, tratando de contrarrestar u olvidar lo que no va bien, los conflictos sin resolver, es claramente perjudicial. Atender a lo negativo sin lo positivo nos llevará al desánimo y al estancamiento. Pero atender a lo positivo sin lo negativo nos llevará a negar los problemas, a estar fuera de la realidad. En ambos casos acabaremos superados por las circunstancias.
A menudo llegan a nuestra consulta personas que, tras años de esfuerzos por poner en práctica métodos de pensamiento positivo, que no funcionan, han llegado a la conclusión de que el problema son ellos. Que son ellos los incapaces de llevarlo a cabo, generando autocrítica y desvaloración personal, lo cual acaba por ser un problema añadido al anterior.
Por tanto, una actitud positiva, es decir, utilizar el pensamiento de forma constructiva, razonando, comprendiendo, con curiosidad, confiando en que seremos capaces de encontrar soluciones a nuestros problemas, será muy beneficioso. Utilizar pensamientos positivos, es decir, repetir frases o convencerse de cosas, como solución de los problemas, es una forma de fantasía, de autoengaño que nos mantendrá en el malestar o lo aumentará a largo plazo.
Coautora: María Ibáñez. Psicoterapeuta, Centro de Psicología e Introspección.