Qué bonita es la Navidad en Londres. Y lo es, como lo es en Madrid. Creo, porque ya casi ni la recuerdo. Pero tengo televisión. Y memoria. Y sí, lo que en Londres será un paseo por Regent's Street hasta Picadilly, atravesar Leicester Square para después perderte por el Soho, no sin antes haber mirado de reojo Chinatown; en Madrid será un paseo que comienza en Gran Vía, a continuación deberás sobrevivir a Preciados, atravesarás la Puerta del Sol y, despacito por la calle Mayor -y ya con unas castañas asadas para más tarde- acabarás tomándote un bocadillo de calamares y una cervecita en la Plaza Mayor. ¡Pero qué bonita es la Navidad en Londres!
Decoración navideña en Carnaby Street en 2009. Foto: Flickr - Magnus D.
Lo es porque a esa ciudad multicultural que es Londres se le une que todo el mundo está de celebración. Las calles del centro huelen a Navidad, y no sólo por lo iluminadas que están las principales vías comerciales, sino porque todo el mundo va y viene con regalos y bolsas llenas de productos riquísimos para cocinar en sus mega-compartidos pisitos con otros cuantos compañeros -y sí, paga casi 700 euros de alquiler por esa habitación de cinco metros cuadrados-. Los turistas -localizados fácilmente por ir más abrigados que en el Polo Norte- irradian felicidad, locura transitoria, se sienten más Beatles que nunca. Se los ve por Covent Garden, Borough Market, Spitafields' Market, Portobello Road, Oxford Street, Hyde Park... Los londinenses, sin embargo, siguen saliendo a la calle con una simple americana sobre un jersey con algún estampado de renos. Y sudan. Y más aún tras cuatro cervezas Ales o una de esas sidras de alta graduación. "¡Staaandard!"- grita un repartidor del periódico vespertino Evening Standard y que sería similar al 20 Minutos español.
Nos asomamos al Támesis y la Navidad es aún más bonita porque todo está iluminado, desde los barcos atracados convertidos en restaurantes hasta los puentes, como el de Waterloo. Y, cómo no, ¡el London Eye! Ya que estamos tan cerca de Covent Garden, acerquémonos a The Strand, esa calle repleta de teatros y dónde encontraremos el icónico hotel Savoy, también iluminado. Y entre tanta luz navideña, hasta el mendigo -bendito homeless- con su gorro de Santa Claus parece sacado de una canción de Sinatra. ¡Qué cínicos somos en Navidad! De pronto suena esa canción que te gusta, que la ponen en la radio a todas horas y nunca recuerdas su nombre, te giras y ves que proviene de un músico callejero -o busker- que, guitarra en mano, se está dejando la voz y la mejor de sus sonrisas en pleno centro de Londres. Le rodean y, los más valientes, bailan a su alrededor. Un hotel cercano, o sus clientes, se molestan por aquella melodía y llaman a la Metropolitan Police. En cinco minutos se acabó la Navidad para este joven.
London Eye reflejado en el Thames. Foto: RGS.
Su Black Friday, su Boxing Day, su ASDA que tan felices nos hace, ese HMV tan comercial y a la vez tan lleno de cosas que no necesitamos pero ansiamos tener, o si amamos la música, ese Fopp en el 1 de Earlham Street, cerca de Seven Dials. ¡Y Seven Dials! Ese cruce de vías tan chulas, repletas de boutiques y primeras marcas, y segundas, y terceras, y nuestro pub favorito frente a un teatro donde a sus puertas la guerra de clases parece haber terminado. O no. Porque unos llegan en metro y a otros los deja en la puerta un vehículo Mercedes de alta gama y lunas tintadas. ¿Habrán estos últimos comprado las entradas en lastminute.com? Y es que al fin y al cabo, esto, la vida, se trata de historias entrecruzadas que nos hacen sentirnos especiales, únicos, ya sea en Navidad, en verano o en cualquier lugar del mundo. Sobre esa idea, la web Visitlondon.com ha lanzado una campaña bajo el nombre de The London Story. En ella, varios londinenses de pura cepa cuentan sus historias personales, lo que les supone vivir en Londres. Y, lo más interesante, invitan a los lectores a elegir tres de las mejores así como a crear su propia historia. ¿El premio? Un viaje de 5 días a Londres para dos personas.
Pero es que hay tantos planes por hacer y tantos lugares aún por descubrir en esta ciudad de ensueño que es Londres que lo mejor será comprar un décimo de Lotería española -por lo que pueda pasar-, levantarse del sofá, descolgar ese abrigo tan calentito que tienes, ponerte esa bufanda y guantes que no usabas desde las Navidades pasadas, y salir a la calle. Sentado en la parte trasera del autobús urbano número 4 rodeas St. Paul´s Cathedral y dejas la mirada fija en la ventana, que se empaña, pero acercas el guante y frotas el puño contra ésta dejando así ver las luces que adornan Fleet Street y tan emblemática catedral. Por un momento crees estar bajando por la calle Alcalá en Madrid, pero comienza a llover. ¡Feliz Navidad!
Decoración navideña en Carnaby Street en 2009. Foto: Flickr - Magnus D.
Lo es porque a esa ciudad multicultural que es Londres se le une que todo el mundo está de celebración. Las calles del centro huelen a Navidad, y no sólo por lo iluminadas que están las principales vías comerciales, sino porque todo el mundo va y viene con regalos y bolsas llenas de productos riquísimos para cocinar en sus mega-compartidos pisitos con otros cuantos compañeros -y sí, paga casi 700 euros de alquiler por esa habitación de cinco metros cuadrados-. Los turistas -localizados fácilmente por ir más abrigados que en el Polo Norte- irradian felicidad, locura transitoria, se sienten más Beatles que nunca. Se los ve por Covent Garden, Borough Market, Spitafields' Market, Portobello Road, Oxford Street, Hyde Park... Los londinenses, sin embargo, siguen saliendo a la calle con una simple americana sobre un jersey con algún estampado de renos. Y sudan. Y más aún tras cuatro cervezas Ales o una de esas sidras de alta graduación. "¡Staaandard!"- grita un repartidor del periódico vespertino Evening Standard y que sería similar al 20 Minutos español.
Nos asomamos al Támesis y la Navidad es aún más bonita porque todo está iluminado, desde los barcos atracados convertidos en restaurantes hasta los puentes, como el de Waterloo. Y, cómo no, ¡el London Eye! Ya que estamos tan cerca de Covent Garden, acerquémonos a The Strand, esa calle repleta de teatros y dónde encontraremos el icónico hotel Savoy, también iluminado. Y entre tanta luz navideña, hasta el mendigo -bendito homeless- con su gorro de Santa Claus parece sacado de una canción de Sinatra. ¡Qué cínicos somos en Navidad! De pronto suena esa canción que te gusta, que la ponen en la radio a todas horas y nunca recuerdas su nombre, te giras y ves que proviene de un músico callejero -o busker- que, guitarra en mano, se está dejando la voz y la mejor de sus sonrisas en pleno centro de Londres. Le rodean y, los más valientes, bailan a su alrededor. Un hotel cercano, o sus clientes, se molestan por aquella melodía y llaman a la Metropolitan Police. En cinco minutos se acabó la Navidad para este joven.
London Eye reflejado en el Thames. Foto: RGS.
Su Black Friday, su Boxing Day, su ASDA que tan felices nos hace, ese HMV tan comercial y a la vez tan lleno de cosas que no necesitamos pero ansiamos tener, o si amamos la música, ese Fopp en el 1 de Earlham Street, cerca de Seven Dials. ¡Y Seven Dials! Ese cruce de vías tan chulas, repletas de boutiques y primeras marcas, y segundas, y terceras, y nuestro pub favorito frente a un teatro donde a sus puertas la guerra de clases parece haber terminado. O no. Porque unos llegan en metro y a otros los deja en la puerta un vehículo Mercedes de alta gama y lunas tintadas. ¿Habrán estos últimos comprado las entradas en lastminute.com? Y es que al fin y al cabo, esto, la vida, se trata de historias entrecruzadas que nos hacen sentirnos especiales, únicos, ya sea en Navidad, en verano o en cualquier lugar del mundo. Sobre esa idea, la web Visitlondon.com ha lanzado una campaña bajo el nombre de The London Story. En ella, varios londinenses de pura cepa cuentan sus historias personales, lo que les supone vivir en Londres. Y, lo más interesante, invitan a los lectores a elegir tres de las mejores así como a crear su propia historia. ¿El premio? Un viaje de 5 días a Londres para dos personas.
Pero es que hay tantos planes por hacer y tantos lugares aún por descubrir en esta ciudad de ensueño que es Londres que lo mejor será comprar un décimo de Lotería española -por lo que pueda pasar-, levantarse del sofá, descolgar ese abrigo tan calentito que tienes, ponerte esa bufanda y guantes que no usabas desde las Navidades pasadas, y salir a la calle. Sentado en la parte trasera del autobús urbano número 4 rodeas St. Paul´s Cathedral y dejas la mirada fija en la ventana, que se empaña, pero acercas el guante y frotas el puño contra ésta dejando así ver las luces que adornan Fleet Street y tan emblemática catedral. Por un momento crees estar bajando por la calle Alcalá en Madrid, pero comienza a llover. ¡Feliz Navidad!