Este 2013 Radio Zaragoza celebra su 75 aniversario y Miguel Mena cumple 30 años como locutor de la emisora. Eso supone que, de momento, Miguel, a sus 54, lleva el 55,5 % de su vida ligado a Radio Zaragoza y ha tenido un extraordinario protagonismo durante el 40% de la existencia de esa radio, una de las referencias más pegadas a la vida cotidiana de los aragoneses. No me extrañaría que Miguel acabara siendo el locutor más identificado a Radio Zaragoza de toda la historia. Su voz la reconocen muchos taxistas. Los años no le han cambiado la voz pero la han matizado con un poso estupendo. Este año Miguel ha enriquecido su otra carrera como escritor con la novela Todos las miradas del mundo y con Micromemoria, unas memorias muy bonitas alrededor de la radio de su vida. El libro está compuesto por 300 pequeñas evocaciones. Cada una de ellas arranca con la palabra "Recuerdo". Hace ahora 25 años, por cierto, comencé a hablar en Radio Zaragoza. Y yo también recuerdo.
Recuerdo la radio de nuestra casa de Lechago. Era muy grande y de color marrón. El primer sonido salido de una radio que recuerdo es la voz de Paco Ortiz cantando un gol del Zaragoza. Yo tenía cuatro años. Recuerdo que, entre 1974 y 1976, vivimos en una casa a las afueras de Fuentes de Jiloca. Teníamos un transistor negro que llevaba conmigo cuando me perdía, solo, por los montes del pueblo. En ese aparato seguí los relatos de Chico Pérez de los duelos entre Luis Ocaña y Eddy Merckx, el folletín Lucecita, los monólogos nocturnos de José María García o el abandono de Perico Fernández en Bangkok, una tarde muy triste de julio del 75. Cuando la voz de Paco Ortiz se colaba en el Carrusel Deportivo para decir "Gol en Zaragoza" yo elevaba el volumen del aparato y mi corazón se aceleraba. Desde esa época, muy a menudo he dormido con un transistor encendido dentro de mi cama. Recuerdo que, al llegar a Zaragoza en 1980, me alojé en un entresuelo de Porvenir 22 con mi hermana Carmen y sus amigas Celia y Chus. En ese piso nunca tuvimos televisión y vivíamos, todo el rato, con la radio puesta. Las entrevistas de Jesús Quintero en El loco de la colina nos gustaban tanto que, muchas de ellas, las grababa. Aún debo guardar por ahí unas cintas de cassette con las charlas de Quintero con José Luis Sampedro. Recuerdo que el lunes 23 de febrero de 1981, a las 18.23, me lavaba los dientes después de la siesta, con un pequeño transistor blanco al lado. Al oír la voz temblorosa de Rafael Luis Díaz, fui corriendo hacia la habitación de mi hermana, sin sacarme el cepillo de la boca y con la radio en la mano. Recuerdo que, en ese piso de Porvenir, en 1983, ya escuchaba a Miguel Mena, en Parafernalia, su programa de presentación. Miguel brilló desde el principio.
Recuerdo que la primera vez que entré en Radio Zaragoza, en el Paseo de la Constitución 21, fue en 1984, con Fernando Trueba y Óscar Ladoire. Habían venido a Zaragoza a estrenar Sal gorda y José María Gómez, Cuchi, nos llevó a su programa de madrugada. Recuerdo el día que Plácido Serrano me dijo, muy contento, que le había fichado Radio Zaragoza y que allí nos íbamos. Era otoño de 1988 y yo llevaba dos años con él en la Cope, en el Café con pólvora, su tertulia de sobremesa. Siempre recordaré a Plácido Serrano como mi primer gran maestro en la radio. Recuerdo que, durante unos 15 años, todos los viernes, en el restaurante Casa Emilio y luego en el Hotel Boston, iba a charlar en su programa y allí conocí y me reí con cientos de personas. Recuerdo el día que Chilavert, portero paraguayo del Zaragoza, en Casa Emilio, se quedó boquiabierto con Maribel Verdú, que tenía 19 años. Recuerdo las veces que Félix Romeo vino a tomar café al programa, con Paco Rabal, Asunción Balaguer, Julio Alejandro, Joaquín Sabina y Alfredo Landa. Recuerdo los años de La rebotica, también con Plácido, y las llamadas que me hacía para despertarme a horas insólitas. Recuerdo la mañana que, en directo, Plácido y Guillermo Fatás me felicitaron por mi 31º cumpleaños. Recuerdo que, si coincidía con Guillermo en una tertulia, siempre pensaba que estaba a punto de dejarme en evidencia, fuera cual fuera el asunto que se tratara. Recuerdo el programa de la tarde, con Plácido y Conchita Carrillo, en el que, los 26 de diciembre, llamábamos a Imperio Argentina para felicitarle el cumpleaños y le hacíamos cantar. Recuerdo un día que recuerda Miguel Mena en Micromemoria, ese en el que Plácido entrevistó en la emisora a Penélope Cruz, Javier Bardem, Jordi Mollá y Bigas Luna. Fue en septiembre del 92.
Recuerdo la ilusión que me hacía cada vez que Paco Ortiz me invitaba a su programa y la cara que puso cuando le conté que él era el protagonista del primer recuerdo feliz de mi vida. Recuerdo los viajes al Festival de San Sebastián en el coche de Cuchi: parábamos en los bares de carretera para entrar en la radio desde el teléfono del bar. Recuerdo el verano del 92, cuando Pablo Carreras me telefoneó a unos pueblos cercanos a Lisboa para que hiciera la crónica del rodaje de Belle Époque. Recuerdo el día en el que yo iba en un taxi con María Barranco a la presentación en Madrid de un libro sobre Luis Buñuel. Pablo Carreras me llamó para intervenir en el programa de la tarde y, en un momento dado, sin que ella lo esperara, le pasé a María y ella improvisó algunas cosas sobre Buñuel. Recuerdo que, a los pocos días, me escribieron de un colegio de Teruel para invitar a María a dar una conferencia sobre Buñuel. María se parte de risa cuando lo recuerda. Recuerdo cuando, en 1992, David Trueba vino a Zaragoza con Pere Ponce y Emilio Martínez Lázaro a presentar Amo tu cama rica. Ariadna Gil, que también estaba anunciada, tuvo que suspender el viaje. Entonces, como Ariadna aún no era conocida, le propusimos a la periodista Mercedes Gracia Aldaz que se hiciera pasar por ella en la radio y Mercedes salió muy airosa de la travesura: nadie sospechó nada. Recuerdo la temporada en la que compartí tertulia con Antón Castro en La rebotica, cuando la presentaba Fernando Rivarés. Una mañana de 1998 entré por teléfono desde mi cama de Madrid. Había dormido muy poco y, mientras hablaba otro invitado, me quedé frito y la voz de Fernando (¡Luis!) me despertó. Recuerdo la mañana en la que, con Fernando, entrevistamos a Pep Guardiola, joven capitán del Barça, unos días antes de venir a jugar a la Romareda. Recuerdo las palabras que más he detestado pronunciar en una radio, las que utilicé para rendir tributo a Fernán-Gómez, Berlanga, Rafael Azcona, José Antonio Labordeta, Félix Romeo, Juan Luis Galiardo, Bigas Luna, Javier Tomeo y Concha García Campoy cuando acababan de morir.
Recuerdo la extraña alegría que sentí cuando Miguel me descubrió que yo ya era el colaborador que más años llevaba en Radio Zaragoza. El 2013 también lo recordaré como el año en el que, después de 17 años como director de contenidos, salió de Radio Zaragoza Plácido Díez, un faro personal mío y una figura clave de la historia del periodismo aragonés. Dentro de un rato recordaré que este artículo lo he escrito acompañado de las voces de David Marqueta y Juanjo Hernández. Recuerdo la madrugada, tal vez de 1986, en la que conocí a Miguel Mena, en los servicios de la discoteca KWM de Zaragoza. Los dos estábamos cara a la pared y nos miramos de reojo. Ese recuerdo no tiene nada que ver con la radio pero, como diría el propio Miguel, a ver quién es el guapo que no recuerda algo así.
Este artículo se publicó originalmente en 'Heraldo de Aragón'.
Recuerdo la radio de nuestra casa de Lechago. Era muy grande y de color marrón. El primer sonido salido de una radio que recuerdo es la voz de Paco Ortiz cantando un gol del Zaragoza. Yo tenía cuatro años. Recuerdo que, entre 1974 y 1976, vivimos en una casa a las afueras de Fuentes de Jiloca. Teníamos un transistor negro que llevaba conmigo cuando me perdía, solo, por los montes del pueblo. En ese aparato seguí los relatos de Chico Pérez de los duelos entre Luis Ocaña y Eddy Merckx, el folletín Lucecita, los monólogos nocturnos de José María García o el abandono de Perico Fernández en Bangkok, una tarde muy triste de julio del 75. Cuando la voz de Paco Ortiz se colaba en el Carrusel Deportivo para decir "Gol en Zaragoza" yo elevaba el volumen del aparato y mi corazón se aceleraba. Desde esa época, muy a menudo he dormido con un transistor encendido dentro de mi cama. Recuerdo que, al llegar a Zaragoza en 1980, me alojé en un entresuelo de Porvenir 22 con mi hermana Carmen y sus amigas Celia y Chus. En ese piso nunca tuvimos televisión y vivíamos, todo el rato, con la radio puesta. Las entrevistas de Jesús Quintero en El loco de la colina nos gustaban tanto que, muchas de ellas, las grababa. Aún debo guardar por ahí unas cintas de cassette con las charlas de Quintero con José Luis Sampedro. Recuerdo que el lunes 23 de febrero de 1981, a las 18.23, me lavaba los dientes después de la siesta, con un pequeño transistor blanco al lado. Al oír la voz temblorosa de Rafael Luis Díaz, fui corriendo hacia la habitación de mi hermana, sin sacarme el cepillo de la boca y con la radio en la mano. Recuerdo que, en ese piso de Porvenir, en 1983, ya escuchaba a Miguel Mena, en Parafernalia, su programa de presentación. Miguel brilló desde el principio.
Recuerdo que la primera vez que entré en Radio Zaragoza, en el Paseo de la Constitución 21, fue en 1984, con Fernando Trueba y Óscar Ladoire. Habían venido a Zaragoza a estrenar Sal gorda y José María Gómez, Cuchi, nos llevó a su programa de madrugada. Recuerdo el día que Plácido Serrano me dijo, muy contento, que le había fichado Radio Zaragoza y que allí nos íbamos. Era otoño de 1988 y yo llevaba dos años con él en la Cope, en el Café con pólvora, su tertulia de sobremesa. Siempre recordaré a Plácido Serrano como mi primer gran maestro en la radio. Recuerdo que, durante unos 15 años, todos los viernes, en el restaurante Casa Emilio y luego en el Hotel Boston, iba a charlar en su programa y allí conocí y me reí con cientos de personas. Recuerdo el día que Chilavert, portero paraguayo del Zaragoza, en Casa Emilio, se quedó boquiabierto con Maribel Verdú, que tenía 19 años. Recuerdo las veces que Félix Romeo vino a tomar café al programa, con Paco Rabal, Asunción Balaguer, Julio Alejandro, Joaquín Sabina y Alfredo Landa. Recuerdo los años de La rebotica, también con Plácido, y las llamadas que me hacía para despertarme a horas insólitas. Recuerdo la mañana que, en directo, Plácido y Guillermo Fatás me felicitaron por mi 31º cumpleaños. Recuerdo que, si coincidía con Guillermo en una tertulia, siempre pensaba que estaba a punto de dejarme en evidencia, fuera cual fuera el asunto que se tratara. Recuerdo el programa de la tarde, con Plácido y Conchita Carrillo, en el que, los 26 de diciembre, llamábamos a Imperio Argentina para felicitarle el cumpleaños y le hacíamos cantar. Recuerdo un día que recuerda Miguel Mena en Micromemoria, ese en el que Plácido entrevistó en la emisora a Penélope Cruz, Javier Bardem, Jordi Mollá y Bigas Luna. Fue en septiembre del 92.
Recuerdo la ilusión que me hacía cada vez que Paco Ortiz me invitaba a su programa y la cara que puso cuando le conté que él era el protagonista del primer recuerdo feliz de mi vida. Recuerdo los viajes al Festival de San Sebastián en el coche de Cuchi: parábamos en los bares de carretera para entrar en la radio desde el teléfono del bar. Recuerdo el verano del 92, cuando Pablo Carreras me telefoneó a unos pueblos cercanos a Lisboa para que hiciera la crónica del rodaje de Belle Époque. Recuerdo el día en el que yo iba en un taxi con María Barranco a la presentación en Madrid de un libro sobre Luis Buñuel. Pablo Carreras me llamó para intervenir en el programa de la tarde y, en un momento dado, sin que ella lo esperara, le pasé a María y ella improvisó algunas cosas sobre Buñuel. Recuerdo que, a los pocos días, me escribieron de un colegio de Teruel para invitar a María a dar una conferencia sobre Buñuel. María se parte de risa cuando lo recuerda. Recuerdo cuando, en 1992, David Trueba vino a Zaragoza con Pere Ponce y Emilio Martínez Lázaro a presentar Amo tu cama rica. Ariadna Gil, que también estaba anunciada, tuvo que suspender el viaje. Entonces, como Ariadna aún no era conocida, le propusimos a la periodista Mercedes Gracia Aldaz que se hiciera pasar por ella en la radio y Mercedes salió muy airosa de la travesura: nadie sospechó nada. Recuerdo la temporada en la que compartí tertulia con Antón Castro en La rebotica, cuando la presentaba Fernando Rivarés. Una mañana de 1998 entré por teléfono desde mi cama de Madrid. Había dormido muy poco y, mientras hablaba otro invitado, me quedé frito y la voz de Fernando (¡Luis!) me despertó. Recuerdo la mañana en la que, con Fernando, entrevistamos a Pep Guardiola, joven capitán del Barça, unos días antes de venir a jugar a la Romareda. Recuerdo las palabras que más he detestado pronunciar en una radio, las que utilicé para rendir tributo a Fernán-Gómez, Berlanga, Rafael Azcona, José Antonio Labordeta, Félix Romeo, Juan Luis Galiardo, Bigas Luna, Javier Tomeo y Concha García Campoy cuando acababan de morir.
Recuerdo la extraña alegría que sentí cuando Miguel me descubrió que yo ya era el colaborador que más años llevaba en Radio Zaragoza. El 2013 también lo recordaré como el año en el que, después de 17 años como director de contenidos, salió de Radio Zaragoza Plácido Díez, un faro personal mío y una figura clave de la historia del periodismo aragonés. Dentro de un rato recordaré que este artículo lo he escrito acompañado de las voces de David Marqueta y Juanjo Hernández. Recuerdo la madrugada, tal vez de 1986, en la que conocí a Miguel Mena, en los servicios de la discoteca KWM de Zaragoza. Los dos estábamos cara a la pared y nos miramos de reojo. Ese recuerdo no tiene nada que ver con la radio pero, como diría el propio Miguel, a ver quién es el guapo que no recuerda algo así.
Este artículo se publicó originalmente en 'Heraldo de Aragón'.