A raíz de los últimos brotes de sarampión y otras enfermedades que se pueden prevenir con vacunas, y ante la actitud de los detractores de la vacunación, que se niegan a reconocer el problema, creo que ha llegado el momento de escribir este post.
Queridos padres:
Os están mintiendo. La gente que afirma estar actuando por el bien de vuestros hijos en realidad está poniendo en riesgo su salud e incluso su vida.
Dicen que el sarampión no es una enfermedad mortal.
Pero lo es.
Dicen que la varicela no es para tanto.
Pero puede serlo.
Dicen que la gripe no es peligrosa.
Pero sí lo es.
Dicen que la tos ferina no afecta tanto a los niños.
Pero sí que les afecta.
Dicen que las vacunas no son tan efectivas en la prevención de enfermedades.
Pero cada año se salvan tres millones de vidas infantiles gracias a la vacunación, mientras que dos millones mueren por enfermedades inmunoprevenibles.
Dicen que una infección natural es mejor que la vacunación.
Pero se equivocan.
Dicen que las vacunas no han sido testadas de forma rigurosa y segura.
Pero, las vacunas están sujetas a un nivel de escrutinio superior al de cualquier otro medicamento. Por ejemplo, este estudio demostró la seguridad y la efectividad de la vacuna del neumococo en más de 37.868 niños.
Dirán que los médicos no van a admitir los efectos secundarios de las vacunas.
Pero conocemos perfectamente los efectos secundarios y, excepto en algún caso aislado, son bastante leves.
Dicen que la vacuna triple vírica o MMR (contra sarampión, paperas y rubeola) provoca autismo.
Pero no es verdad. (Esta cuestión de si las vacunas provocan autismo ha sido investigada en numerosos estudios, los cuales demuestran con pruebas convincentes que no es así).
También dicen que el timerosal en las vacunas causa autismo.
No es cierto y, además, desde 2001 la mayoría de las vacunas no lo contiene.
Dicen que el aluminio en las vacunas (un adyuvante, es decir, un componente de la vacuna destinado a potenciar la respuesta inmunitaria del organismo) es peligroso para los niños.
Pero, los niños consumen más aluminio en la leche materna que con las vacunas y, además, se necesitan niveles mucho más elevados de aluminio para causar algún daño.
Dicen que el Vaccine Adverse Events Reporting System (un programa estadounidense para la vigilancia y la seguridad de las vacunas) demuestra que las vacunas son perjudiciales.
No es así.
También afirman que el calendario de vacunación normal no es adecuado para el sistema inmunológico de un niño.
Lo es.
Dicen que si otros niños ya están vacunados, los suyos ya no necesitan vacunarse.
Este es uno de los argumentos más deleznables que he oído nunca. Para empezar, las vacunas no siempre son cien por cien efectivas, por lo que es posible que un niño vacunado se contagie si está expuesto a la enfermedad. Peor aún, hay algunas personas que no pueden vacunarse porque son inmunodeficientes, o porque son alérgicas a algún componente. Esa gente depende de la inmunidad colectiva para su protección. Las personas que deciden no vacunar a sus hijos frente a enfermedades infecciosas no solo están arriesgando la salud de sus hijos, sino también la de otros niños.
Afirman que los remedios naturales o alternativos son mejores que la medicina científica. Y no lo son.
Lo cierto es que las vacunas son uno de nuestros mayores logros en sanidad, y una de las cosas más importantes que puedes hacer para proteger a tu hijo.
Puedo predecir exactamente el tipo de respuesta que me darán los activistas antivacunas. Como no pueden negar las pruebas científicas que respaldan a las vacunas, dirán que trabajo para una gran empresa farmacéutica. (No lo hago y nunca lo he hecho). Dirán que no soy científica (y lo soy), y que soy un Agente 666 (no sé lo que es eso, pero estoy casi segura de que no lo soy).
Ninguna de estas cosas son ciertas, pero son la respuesta refleja de los activistas antivacunas porque no cuentan con datos que respalden su postura. En el fondo, muy en el fondo, deben entender esto, y tienen miedo de las implicaciones, por lo que atacan al mensajero.
¿Por qué te están mintiendo? Algunos lo hacen con el fin de obtener beneficios por la venta de sus remedios alternativos, metiéndote miedo sobre la medicina científica. Estoy convencida de que muchos otros tienen buenas intenciones y de verdad creen que las vacunas son perjudiciales. No obstante, como hace poco dijo un astrofísico: "Lo bueno de la ciencia es que es cierta creas o no en ella". Pero a los conspiranoicos o los escépticos de las vacunas esto no les viene bien. Las buenas intenciones no evitarán que los microbios lleguen a las personas y les hagan enfermar; el mensaje de que las vacunas son peligrosas está teniendo serias consecuencias. En Estados Unidos se están produciendo brotes de enfermedades que se pueden evitar mediante la vacunación por el número de niños sin vacunar.
Mi mensaje es el mismo que el de los detractores de las vacunas solamente en una frase: Infórmate. Sin embargo, mientras que ellos se refieren a "leer todas las webs que apoyan su postura", yo te sugiero que te informes sobre lo que dice la comunidad científica. Aprende cómo funciona el sistema inmunológico. Lee sobre la historia de las enfermedades antes de que existieran las vacunas, y habla con personas mayores que crecieron en la época en la que no se podían prevenir enfermedades como la polio o el sarampión. Lee sobre el desarrollo y el funcionamiento de las vacunas. Lee algo sobre Andrew Wastefield, sobre la retirada del artículo en el que afirmaba que hay un vínculo entre la vacuna MMR y el autismo, y sobre la anulación de su licencia médica. Léete todos los estudios que han investigado minuciosamente la posibilidad de que el autismo fuera provocado por una vacuna... esos mismos estudios que no encontraron nada. (Mientras lo haces, también puedes leer algo sobre la última investigación que trata de determinar cuál es la causa -o causas- del autismo, y enterarte de que no sirve de ayuda que la gente siga insistiendo en apuntar a las vacunas como causa de dicha enfermedad).
Puede que parezca demasiado trabajo y que los artículos científicos te intimiden, pero es algo que se puede llegar a dominar. Aquí tienes un buen recurso para evaluar la información médica que hay en internet; también escribí una guía para legos sobre cómo leer y entender la literatura científica. Investiga bien sobre el tema; se lo debes a tus hijos y a ti mismo. No te fíes de lo que cualquier desconocido escriba en internet (¡ni siquiera de mí!). Lee los artículos científicos que he enlazado en este post, y habla con los pediatras. A pesar de lo que te cuente la comunidad contra las vacunas, no tienes por qué tenerles miedo. En su lugar, deberías temer lo que podría ocurrir si no fuera por las vacunas.
Este vídeo (en inglés, como el resto de enlaces en este artículo) resume muy bien muchas de estas cuestiones. Te animo a que lo veas.
Los humanos tratan de entender el mundo mediante la observación de patrones. Como ven que una enfermedad o una condición como el autismo suele aparecer cuando el niño tiene más o menos un año, y que es con esa edad con la que se administran ciertas vacunas, tienden a querer relacionar ambos hechos. Los padres están más pendientes de sus hijos cuando les vacunan. A veces, detectan algunos síntomas. Pero solo porque dos cosas ocurran a la vez no quiere decir que una sea causa de la otra. Este es el motivo por el que debemos recurrir a estudios científicos sensatos.
Este post apareció por primera vez en el blog personal de la autora. Haz click aquí si quieres participar en el debate en torno a esta cuestión.
Traducción de Marina Velasco Serrano
Queridos padres:
Os están mintiendo. La gente que afirma estar actuando por el bien de vuestros hijos en realidad está poniendo en riesgo su salud e incluso su vida.
Dicen que el sarampión no es una enfermedad mortal.
Pero lo es.
Dicen que la varicela no es para tanto.
Pero puede serlo.
Dicen que la gripe no es peligrosa.
Pero sí lo es.
Dicen que la tos ferina no afecta tanto a los niños.
Pero sí que les afecta.
Dicen que las vacunas no son tan efectivas en la prevención de enfermedades.
Pero cada año se salvan tres millones de vidas infantiles gracias a la vacunación, mientras que dos millones mueren por enfermedades inmunoprevenibles.
Dicen que una infección natural es mejor que la vacunación.
Pero se equivocan.
Dicen que las vacunas no han sido testadas de forma rigurosa y segura.
Pero, las vacunas están sujetas a un nivel de escrutinio superior al de cualquier otro medicamento. Por ejemplo, este estudio demostró la seguridad y la efectividad de la vacuna del neumococo en más de 37.868 niños.
Dirán que los médicos no van a admitir los efectos secundarios de las vacunas.
Pero conocemos perfectamente los efectos secundarios y, excepto en algún caso aislado, son bastante leves.
Dicen que la vacuna triple vírica o MMR (contra sarampión, paperas y rubeola) provoca autismo.
Pero no es verdad. (Esta cuestión de si las vacunas provocan autismo ha sido investigada en numerosos estudios, los cuales demuestran con pruebas convincentes que no es así).
También dicen que el timerosal en las vacunas causa autismo.
No es cierto y, además, desde 2001 la mayoría de las vacunas no lo contiene.
Dicen que el aluminio en las vacunas (un adyuvante, es decir, un componente de la vacuna destinado a potenciar la respuesta inmunitaria del organismo) es peligroso para los niños.
Pero, los niños consumen más aluminio en la leche materna que con las vacunas y, además, se necesitan niveles mucho más elevados de aluminio para causar algún daño.
Dicen que el Vaccine Adverse Events Reporting System (un programa estadounidense para la vigilancia y la seguridad de las vacunas) demuestra que las vacunas son perjudiciales.
No es así.
También afirman que el calendario de vacunación normal no es adecuado para el sistema inmunológico de un niño.
Lo es.
Dicen que si otros niños ya están vacunados, los suyos ya no necesitan vacunarse.
Este es uno de los argumentos más deleznables que he oído nunca. Para empezar, las vacunas no siempre son cien por cien efectivas, por lo que es posible que un niño vacunado se contagie si está expuesto a la enfermedad. Peor aún, hay algunas personas que no pueden vacunarse porque son inmunodeficientes, o porque son alérgicas a algún componente. Esa gente depende de la inmunidad colectiva para su protección. Las personas que deciden no vacunar a sus hijos frente a enfermedades infecciosas no solo están arriesgando la salud de sus hijos, sino también la de otros niños.
Afirman que los remedios naturales o alternativos son mejores que la medicina científica. Y no lo son.
Lo cierto es que las vacunas son uno de nuestros mayores logros en sanidad, y una de las cosas más importantes que puedes hacer para proteger a tu hijo.
Puedo predecir exactamente el tipo de respuesta que me darán los activistas antivacunas. Como no pueden negar las pruebas científicas que respaldan a las vacunas, dirán que trabajo para una gran empresa farmacéutica. (No lo hago y nunca lo he hecho). Dirán que no soy científica (y lo soy), y que soy un Agente 666 (no sé lo que es eso, pero estoy casi segura de que no lo soy).
Ninguna de estas cosas son ciertas, pero son la respuesta refleja de los activistas antivacunas porque no cuentan con datos que respalden su postura. En el fondo, muy en el fondo, deben entender esto, y tienen miedo de las implicaciones, por lo que atacan al mensajero.
¿Por qué te están mintiendo? Algunos lo hacen con el fin de obtener beneficios por la venta de sus remedios alternativos, metiéndote miedo sobre la medicina científica. Estoy convencida de que muchos otros tienen buenas intenciones y de verdad creen que las vacunas son perjudiciales. No obstante, como hace poco dijo un astrofísico: "Lo bueno de la ciencia es que es cierta creas o no en ella". Pero a los conspiranoicos o los escépticos de las vacunas esto no les viene bien. Las buenas intenciones no evitarán que los microbios lleguen a las personas y les hagan enfermar; el mensaje de que las vacunas son peligrosas está teniendo serias consecuencias. En Estados Unidos se están produciendo brotes de enfermedades que se pueden evitar mediante la vacunación por el número de niños sin vacunar.
Mi mensaje es el mismo que el de los detractores de las vacunas solamente en una frase: Infórmate. Sin embargo, mientras que ellos se refieren a "leer todas las webs que apoyan su postura", yo te sugiero que te informes sobre lo que dice la comunidad científica. Aprende cómo funciona el sistema inmunológico. Lee sobre la historia de las enfermedades antes de que existieran las vacunas, y habla con personas mayores que crecieron en la época en la que no se podían prevenir enfermedades como la polio o el sarampión. Lee sobre el desarrollo y el funcionamiento de las vacunas. Lee algo sobre Andrew Wastefield, sobre la retirada del artículo en el que afirmaba que hay un vínculo entre la vacuna MMR y el autismo, y sobre la anulación de su licencia médica. Léete todos los estudios que han investigado minuciosamente la posibilidad de que el autismo fuera provocado por una vacuna... esos mismos estudios que no encontraron nada. (Mientras lo haces, también puedes leer algo sobre la última investigación que trata de determinar cuál es la causa -o causas- del autismo, y enterarte de que no sirve de ayuda que la gente siga insistiendo en apuntar a las vacunas como causa de dicha enfermedad).
Puede que parezca demasiado trabajo y que los artículos científicos te intimiden, pero es algo que se puede llegar a dominar. Aquí tienes un buen recurso para evaluar la información médica que hay en internet; también escribí una guía para legos sobre cómo leer y entender la literatura científica. Investiga bien sobre el tema; se lo debes a tus hijos y a ti mismo. No te fíes de lo que cualquier desconocido escriba en internet (¡ni siquiera de mí!). Lee los artículos científicos que he enlazado en este post, y habla con los pediatras. A pesar de lo que te cuente la comunidad contra las vacunas, no tienes por qué tenerles miedo. En su lugar, deberías temer lo que podría ocurrir si no fuera por las vacunas.
Este vídeo (en inglés, como el resto de enlaces en este artículo) resume muy bien muchas de estas cuestiones. Te animo a que lo veas.
Los humanos tratan de entender el mundo mediante la observación de patrones. Como ven que una enfermedad o una condición como el autismo suele aparecer cuando el niño tiene más o menos un año, y que es con esa edad con la que se administran ciertas vacunas, tienden a querer relacionar ambos hechos. Los padres están más pendientes de sus hijos cuando les vacunan. A veces, detectan algunos síntomas. Pero solo porque dos cosas ocurran a la vez no quiere decir que una sea causa de la otra. Este es el motivo por el que debemos recurrir a estudios científicos sensatos.
Este post apareció por primera vez en el blog personal de la autora. Haz click aquí si quieres participar en el debate en torno a esta cuestión.
Traducción de Marina Velasco Serrano