Supervivientes nació hace tiempo. La idea de realizar este documental nos empezó a rondar
por la cabeza, cada vez con más insistencia, en la presentación del libro La mirada del suicida.
El enigma y el estigma, de Juan Carlos Pérez Jiménez. Una lectura imprescindible que arroja
luz sobre una oscuridad arrastrada durante siglos, y que revela una realidad demoledora: un
millón de personas se suicidan al año en todo el mundo. ¿Y en España? Porque si atendemos a
lo que nos cuentan los medios de comunicación, seguramente pensemos que ésta es una lacra
que apenas nos afecta. Pero no es así. Ni mucho menos. Los últimos datos del INE reflejan
que en 2012 se quitaron la vida 3.539 personas en nuestro país, casi 10 al día, más de un 11%
respecto al año anterior. Son cifras terribles que, probablemente, se queden cortas y que
convierten al suicidio en la primera causa de muerte violenta en nuestro país, por delante
incluso de los accidentes de tráfico.
Estos son los datos, las estadísticas que demuestran que la cosa va a peor, pero a pesar de
todo, esta realidad parece no gustarnos, nos incomoda, nos resulta difícil de digerir y, por
eso, entre todos, hemos decidido ocultarla, no hablar de ella y, por lo tanto, no afrontarla,
no plantarle cara ni tratar de combatirla. Se habla del supuesto efecto mimético de dar
noticias sobre suicidios, pero la propia OMS y el National Institute of Mental Health, entre otros, recomiendan informar al respecto; eso sí, con rigor, con seriedad,
sin detalles escabrosos ni sensacionalistas.
Con esas premisas muy claras, nació Supervivientes, un documental que recoge los testimonios
de familiares de personas que se suicidaron y los de otros que fracasaron en su intento
de quitarse la vida. Un coro de voces valientes que se atrevieron a dar un paso al frente, a
despojarse de una herencia insoportable y a alzarse contra el tabú que aún hoy sigue vigente.
Milena, de cara a la pared y pintando. Fotograma del documental.
No fue fácil encontrar los testimonios, fueron muchos los que quisieron participar pero el
miedo al estigma se lo impidió. Tuvo que pasar algún tiempo hasta que logramos dar con
Milena, Clara, Adrià, Mercè, Juan Carlos, Antonia y José Luis, hermanos, hijos y parejas de
personas que decidieron acabar con sus vidas. Para ellos, como para tantos otros, ese suicidio
supuso una auténtica devastación emocional, y su duelo se hizo aún más difícil al verse
abocados a vivir su dolor en soledad, casi clandestinamente, bajo una pesada losa repleta de
sentimientos de incomprensión, culpa y vergüenza.
Clara y Adrià. Fotograma del documental.
Ellos son algunos de nuestros "supervivientes", pero no los únicos. Elena y Mary también
lo son. Hace unos años la angustia y el dolor se instalaron en sus cabezas, y ese sufrimiento
interno parecía imposible de mitigar, era tan insoportable que pensaron que la única solución
era dejar de vivir. Y lo intentaron, aunque no lo consiguieron. Hoy, con el paso del tiempo, se
alegran de no haberlo logrado porque han descubierto que el tormento tenía un fin, y éste -
aunque parecía imposible- terminó llegando.
Elena mira al mar. Fotograma del documental.
Estas son las historias demoledoras y conmovedoras de Supervivientes, que acaba de echar
a andar. Nosotros nos sentimos especialmente orgullosos de este documental, creemos que
no debería dejar a nadie indiferente. Es nuestra pequeña contribución al intento de romper el
silencio, a la batalla contra el tabú y el estigma que todavía rodean a las muertes por suicidio.
Hemos querido denunciar y dar visibilidad a una realidad para poder afrontarla -y, en muchos
casos, prevenirla- con el deseo y la esperanza de que en un futuro no muy lejano se preste
más atención al cuidado de la salud mental, para que sean menos, muchos menos, los que
decidan acabar con sus vidas.