El "candidato que salió de las bases"; el madrileño al que la retirada de Susana Díaz situó en primera posición de salida; el "fontanero de Ferraz"; el aspirante de los 40.000 kilómetros; el "mister PSOE 2014"... Pedro Sánchez ha sido elegido por la militancia nuevo secretario general del PSOE. Ganó en Andalucía, en Valencia, en Aragón, en Baleares, en Canarias, en Euskadi; en todas las federaciones, menos en Asturias, Extremadura, Cataluña y Navarra. Los casi 40 puntos de ventaja sobre Eduardo Madina en la federación andaluza y el buen resultado que cosechó José Antonio Pérez Tapias le dieron la primacía desde primera hora de la tarde. La presidenta de Andalucía que hizo una exhibición de fuerza frente al vasco como no se recuerda se anota otro tanto en el marcador del PSOE.
El apoyo de los "aparatos" sí fue esta vez garantía de triunfo, ya que la militancia aparcó su vena ácrata y siguió a pies juntitas las directrices de la "autoridad competente" en todas las federaciones donde se afanaron en derrocar al vasco que dio un sonoro puñetazo para cambiarlo todo, abrir un nuevo tiempo y desterrar del socialismo los viejos modos. Por eso, como dijo Borges, aquí también la derrota tiene una dignidad que la victoria no conoce.
La "oligarquía" gana; el PSOE, aún no sabemos. Dependerá de si Sánchez es capaz de quitarse el tutelaje del "susanismo"; de si toma decisiones propias; de si es capaz de coser heridas; de si logra la ansiada integración; de si evita que el PSOE se convierta en un partido al servicio de la todopoderosa federación andaluza o de si resulta ser más general o más secretario.
De momento, se ha impuesto con una victoria arrolladora que algunos creen prestada, al servicio de otra causa y otro liderato. Dicen en el PSOE que Goliat, el soldado gigante y paladín del ejército filisteo que durante 40 días asedió a los soldados de Israel, no es en esta historia Pedro Sánchez, sino Susana Díaz, a quien las élites del país consideran la única líder socialista capaz de mantener el "statu quo" y sostener los cimientos de un Estado en descomposición y riesgo de ruptura con el desafío soberanista de Cataluña a la vuelta de la esquina. Sólo en ella ven el liderazgo orgánico, político y social que podría devolver al PSOE la condición hoy perdida de partido de gobierno. Lo creían -y ayer lo recordaba Lucía Méndez en El Mundo- el Rey Don Juan Carlos, los empresarios del Ibex 35, algunos gurú de la comunicación, los tótem del Viejo Testamento socialista y la docena de barones que participaron en la "Operación Susana". Una componenda que abortó Eduardo Madina el día que puso su cara para que los "aparatos" se la partieran, y la militancia hablara, y que pese a la elección del nuevo secretario general, sigue en marcha. Los tiempos son otros, pero la apuesta sigue siendo la misma.
De momento, los afiliados han hablado masivamente en favor de Sánchez; el vasco prepara su retirada de la política y Andalucía emite al nuevo secretario general señales nítidas de quién manda en el partido desde el minuto uno. El apoyo de más del 61 por ciento de los socialistas andaluces al madrileño no saldrá gratis. La federación más poderosa del PSOE siempre ha sido clave en el partido, ahora está dispuesta a ser determinante y que toda decisión pase por ella. La primera: la composición de la nueva Ejecutiva que votará el congreso del 26 y el 27 de julio y donde el desembarco de andaluces se da por seguro. Será la primera prueba de fuego de Sánchez. La segunda: la no convocatoria de primarias en noviembre para elegir candidato a la Presidencia del Gobierno.
Bajo la excusa de que otra campaña electoral interna volvería a abrir en canal el partido a pocos meses de las elecciones municipales, los andaluces no permitirán la consulta que, en esta ocasión, sería abierta a militantes y simpatizantes. Consciente de la posición de sus valedores, Sánchez, que se sumó a rebufo a la propuesta de primarias durante el debate electoral celebrado en la calle Ferraz, ha tenido que matizar sus palabras y aclarar que consultará antes a los órganos del partido. Varios son los barones que vislumbran ya un Comité Federal en el que se aborte la consulta. Así que o Sánchez se reviste pronto de la autoridad que le confieren los votos o las primarias pasarán a mejor vida como pasaron cuando Zapatero en 2010 las prometió y luego las inhibió para coronar a un Rubalcaba que tuvo pavor a medirse con Chacón.
Si todo transcurre según la hoja de ruta diseñada desde Andalucía, la crisis del PSOE seguirá abierta hasta el "desembarco" de Susana Díaz. ¿Y Pedro Sánchez? Para algunos, está escrito que será un capítulo intermedio entre la salida de Rubalcaba y la llegada de un nuevo líder o "lideresa". Tiempo al tiempo.
El apoyo de los "aparatos" sí fue esta vez garantía de triunfo, ya que la militancia aparcó su vena ácrata y siguió a pies juntitas las directrices de la "autoridad competente" en todas las federaciones donde se afanaron en derrocar al vasco que dio un sonoro puñetazo para cambiarlo todo, abrir un nuevo tiempo y desterrar del socialismo los viejos modos. Por eso, como dijo Borges, aquí también la derrota tiene una dignidad que la victoria no conoce.
La "oligarquía" gana; el PSOE, aún no sabemos. Dependerá de si Sánchez es capaz de quitarse el tutelaje del "susanismo"; de si toma decisiones propias; de si es capaz de coser heridas; de si logra la ansiada integración; de si evita que el PSOE se convierta en un partido al servicio de la todopoderosa federación andaluza o de si resulta ser más general o más secretario.
De momento, se ha impuesto con una victoria arrolladora que algunos creen prestada, al servicio de otra causa y otro liderato. Dicen en el PSOE que Goliat, el soldado gigante y paladín del ejército filisteo que durante 40 días asedió a los soldados de Israel, no es en esta historia Pedro Sánchez, sino Susana Díaz, a quien las élites del país consideran la única líder socialista capaz de mantener el "statu quo" y sostener los cimientos de un Estado en descomposición y riesgo de ruptura con el desafío soberanista de Cataluña a la vuelta de la esquina. Sólo en ella ven el liderazgo orgánico, político y social que podría devolver al PSOE la condición hoy perdida de partido de gobierno. Lo creían -y ayer lo recordaba Lucía Méndez en El Mundo- el Rey Don Juan Carlos, los empresarios del Ibex 35, algunos gurú de la comunicación, los tótem del Viejo Testamento socialista y la docena de barones que participaron en la "Operación Susana". Una componenda que abortó Eduardo Madina el día que puso su cara para que los "aparatos" se la partieran, y la militancia hablara, y que pese a la elección del nuevo secretario general, sigue en marcha. Los tiempos son otros, pero la apuesta sigue siendo la misma.
De momento, los afiliados han hablado masivamente en favor de Sánchez; el vasco prepara su retirada de la política y Andalucía emite al nuevo secretario general señales nítidas de quién manda en el partido desde el minuto uno. El apoyo de más del 61 por ciento de los socialistas andaluces al madrileño no saldrá gratis. La federación más poderosa del PSOE siempre ha sido clave en el partido, ahora está dispuesta a ser determinante y que toda decisión pase por ella. La primera: la composición de la nueva Ejecutiva que votará el congreso del 26 y el 27 de julio y donde el desembarco de andaluces se da por seguro. Será la primera prueba de fuego de Sánchez. La segunda: la no convocatoria de primarias en noviembre para elegir candidato a la Presidencia del Gobierno.
Bajo la excusa de que otra campaña electoral interna volvería a abrir en canal el partido a pocos meses de las elecciones municipales, los andaluces no permitirán la consulta que, en esta ocasión, sería abierta a militantes y simpatizantes. Consciente de la posición de sus valedores, Sánchez, que se sumó a rebufo a la propuesta de primarias durante el debate electoral celebrado en la calle Ferraz, ha tenido que matizar sus palabras y aclarar que consultará antes a los órganos del partido. Varios son los barones que vislumbran ya un Comité Federal en el que se aborte la consulta. Así que o Sánchez se reviste pronto de la autoridad que le confieren los votos o las primarias pasarán a mejor vida como pasaron cuando Zapatero en 2010 las prometió y luego las inhibió para coronar a un Rubalcaba que tuvo pavor a medirse con Chacón.
Si todo transcurre según la hoja de ruta diseñada desde Andalucía, la crisis del PSOE seguirá abierta hasta el "desembarco" de Susana Díaz. ¿Y Pedro Sánchez? Para algunos, está escrito que será un capítulo intermedio entre la salida de Rubalcaba y la llegada de un nuevo líder o "lideresa". Tiempo al tiempo.
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