Hace un mes terminó el Mundial de fútbol en Brasil, un evento que fue muy entretenido para mirar, y que será recordado por los argentinos como una de las mejores actuaciones de la historia. Lamentablemente, para los españoles fue un golpe muy duro, pero bueno, el fútbol es así.
Los partidos fueron muy entretenidos de ver, con un nivel interesante de juego y, por suerte, con muchos goles. Ha sido uno de los mundiales que el público más ha disfrutado. Pero también ha surgido un tema importante en el transcurso de algunos partidos: el traumatismo craneal.
Hace tiempo que el fútbol comenzó a ser un deporte más dinámico, más rápido, y más físico, y los jugadores en cada jugada se juegan la vida. Los jugadores juegan fuerte porque el Mundial es el máximo evento de sus carreras y, a su vez, los partidos importantes son de eliminación directa; y está claro que nadie quiere quedarse afuera.
Como se juega fuerte, se producen imágenes impactantes para el espectador de choques de cabezas de jugadores. Hay dos casos que claramente demuestran la gravedad de los traumatismos craneales durante un partido de fútbol: uno es es el de Javier Mascherano, jugador del Barcelona y una de las figuras de la selección Argentina, que sufrió una contusión cabeceando durante el partido contra Holanda, y cayó como si estuviera boxeando y hubiera sufrido un golpe de knockout (KO). El jugador holandés que estaba a su lado lo agarró para que la caída fuera más leve. Mascherano parecía que no estaba en condiciones de seguir jugando, y luego de unos minutos afuera del campo de juego, volvió y logró tener una de las mejores actuaciones de su carrera, evitando incluso que Robben metiera un gol en los minutos finales del encuentro semifinal.
El otro ejemplo es el del jugador alemán Christoph Kramer durante la final contra Argentina. Kramer también chocó su cabeza contra un jugador de nuestra selección. Salió para ser atendido, volvió al encuentro, y minutos más tarde se cayó al suelo, lo que obligó a sustituirlo.
Los reiterados traumatismos craneales a largo plazo pueden provocar efectos como molestas y dolorosas cefaleas y problemas de la concentración, entre otros.
Un aspecto que debería evaluar la FIFA sería la opción de que los jugadores con una contusión de este tipo tengan la posibilidad de ser evaluados por el médico de su equipo por un período de tiempo razonable (10-15 minutos) para asegurarse de que el jugador está en condiciones de seguir jugando.
La FIFA debería considerar la posibilidad de cambiar las reglas y permitir una sustitución transitoria. O sea: mientras el jugador que padeció la contusión es evaluado por el médico, otro jugador del mismo equipo debería poder entrar en su lugar para evitar que el equipo esté en desventaja numérica, como ocurre en la actualidad. En algunos casos, en los equipos hay mayor urgencia por no tener un jugador menos que por priorizar el estado de salud del jugador. En realidad, es difícil que un jugador quiera salir de un partido tan importante, como ocurre en la segunda fase de un Mundial. A veces, al entrenador se le hace complejo sacarlo si el jugador se niega.
Está claro que la entidad que maneja el deporte más popular en el mundo es conservadora, y le cuesta generalmente avanzar en algunos aspectos en comparación con otros deportes como el básquet, tenis y rugby. En el último Mundial se incorporó la tecnología para determinar las situaciones dudosas en casos de goles, práctica que se realiza desde hace años en los deportes antes mencionados.
FIFA, teniendo en cuenta estos antecedentes recientes, podría considerar que haya mayor cantidad de sustituciones durante un partido -en la actualidad son 3- y, a su vez, incorporar la modalidad de cambio transitorio por lesión, como ocurre actualmente en el rugby. Además, ampliar el número de los reemplazos también sería beneficioso para evitar la cantidad de desgarros musculares que tienen los jugadores en la actualidad a causa de la sobreexigencia por jugar cada vez más encuentros.
El tema está planteado, y es una preocupación importante. Ahora le toca a FIFA decidir si está dispuesta a cambiar mínimamente el reglamento para cuidar la salud de los jugadores.
Los partidos fueron muy entretenidos de ver, con un nivel interesante de juego y, por suerte, con muchos goles. Ha sido uno de los mundiales que el público más ha disfrutado. Pero también ha surgido un tema importante en el transcurso de algunos partidos: el traumatismo craneal.
Hace tiempo que el fútbol comenzó a ser un deporte más dinámico, más rápido, y más físico, y los jugadores en cada jugada se juegan la vida. Los jugadores juegan fuerte porque el Mundial es el máximo evento de sus carreras y, a su vez, los partidos importantes son de eliminación directa; y está claro que nadie quiere quedarse afuera.
Como se juega fuerte, se producen imágenes impactantes para el espectador de choques de cabezas de jugadores. Hay dos casos que claramente demuestran la gravedad de los traumatismos craneales durante un partido de fútbol: uno es es el de Javier Mascherano, jugador del Barcelona y una de las figuras de la selección Argentina, que sufrió una contusión cabeceando durante el partido contra Holanda, y cayó como si estuviera boxeando y hubiera sufrido un golpe de knockout (KO). El jugador holandés que estaba a su lado lo agarró para que la caída fuera más leve. Mascherano parecía que no estaba en condiciones de seguir jugando, y luego de unos minutos afuera del campo de juego, volvió y logró tener una de las mejores actuaciones de su carrera, evitando incluso que Robben metiera un gol en los minutos finales del encuentro semifinal.
El otro ejemplo es el del jugador alemán Christoph Kramer durante la final contra Argentina. Kramer también chocó su cabeza contra un jugador de nuestra selección. Salió para ser atendido, volvió al encuentro, y minutos más tarde se cayó al suelo, lo que obligó a sustituirlo.
Los reiterados traumatismos craneales a largo plazo pueden provocar efectos como molestas y dolorosas cefaleas y problemas de la concentración, entre otros.
Un aspecto que debería evaluar la FIFA sería la opción de que los jugadores con una contusión de este tipo tengan la posibilidad de ser evaluados por el médico de su equipo por un período de tiempo razonable (10-15 minutos) para asegurarse de que el jugador está en condiciones de seguir jugando.
La FIFA debería considerar la posibilidad de cambiar las reglas y permitir una sustitución transitoria. O sea: mientras el jugador que padeció la contusión es evaluado por el médico, otro jugador del mismo equipo debería poder entrar en su lugar para evitar que el equipo esté en desventaja numérica, como ocurre en la actualidad. En algunos casos, en los equipos hay mayor urgencia por no tener un jugador menos que por priorizar el estado de salud del jugador. En realidad, es difícil que un jugador quiera salir de un partido tan importante, como ocurre en la segunda fase de un Mundial. A veces, al entrenador se le hace complejo sacarlo si el jugador se niega.
Está claro que la entidad que maneja el deporte más popular en el mundo es conservadora, y le cuesta generalmente avanzar en algunos aspectos en comparación con otros deportes como el básquet, tenis y rugby. En el último Mundial se incorporó la tecnología para determinar las situaciones dudosas en casos de goles, práctica que se realiza desde hace años en los deportes antes mencionados.
FIFA, teniendo en cuenta estos antecedentes recientes, podría considerar que haya mayor cantidad de sustituciones durante un partido -en la actualidad son 3- y, a su vez, incorporar la modalidad de cambio transitorio por lesión, como ocurre actualmente en el rugby. Además, ampliar el número de los reemplazos también sería beneficioso para evitar la cantidad de desgarros musculares que tienen los jugadores en la actualidad a causa de la sobreexigencia por jugar cada vez más encuentros.
El tema está planteado, y es una preocupación importante. Ahora le toca a FIFA decidir si está dispuesta a cambiar mínimamente el reglamento para cuidar la salud de los jugadores.