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En la adolescencia, cuando las mujeres y los hombres comienzan a desarrollarse, aparece una nueva sensación y sentimiento: el amor.
El amor se presenta en las personas con el deseo de encontrar a alguien y formar una pareja. Hay varios dichos que escuchamos desde chicos, como "en la vida vas a encontrar tu alma gemela", "tu media naranja" o "alguien tan distinto que te complemente".
Todos sabemos que las relaciones humanas son complejas, inclusive las relaciones de pareja. Pero cuando encontramos a alguien con el cual nos sentimos distintos, con un gran sentimiento de amor y de felicidad, realmente actuamos de manera diferente. Es algo difícil de explicar, pero el que ha experimentado esta sensación o en este momento lo está viviendo sabe perfectamente de qué estoy hablando.
Por supuesto que no existe una fórmula mágica para poder encontrar a esa persona que en algún momento soñamos y aparece. Sí, ya sé: ¿pensaste que nunca iba a llegar, y finalmente ese día llegó? ¿Todavía estás esperando? ¿O la encontraste, se terminó la relación y piensas que vas a volver? ¿Esa relación se terminó para siempre?
En cualquiera de estas situaciones -o algunas de otras tantas variables posibles-, uno piensa: ¿la persona que conozco y me gusta es diferente a mí y me complementa? ¿Es parecida a mí y nos entendemos tan bien que generamos sinergia? Y luego está la situación que debería ser más frecuente: se comparten algunas características y las personas son distintas en otras, lo que hace que se forme una gran pareja.
Ahora, cuando elegimos realmente a alguien, ¿a quién elegimos? Esta pregunta también se las hicieron grupos de investigadores que analizaron la composición genética de múltiples parejas para poder llegar a una conclusión científica. En la actualidad está demostrado que los genes (secuencias pequeñas de ADN: ácido desoxirribonucleico) participan en los mecanismos moleculares de diferentes comportamientos humanos como el amor, la felicidad, la infidelidad, las adicciones, la violencia, el optimismo y la autoestima, entre otros.
Un estudio publicado en junio de 2014 demostró que las personas que forman una pareja son similares en su composición genética, o sea, tienen genomas (totalidad de los genes) parecidos. La conclusión surgió de analizar a 1650 personas, que incluía a 825 parejas casadas en Estados Unidos que habían nacido entre 1920 y 1970. Este estudio también concluyó que las parejas tienden a conformarse más frecuentemente cuando ambos individuos tienen un nivel de educación similar.
Otra investigación científica realizada en Israel y publicada en mayo de 2014 analizó a 1300 parejas, y también concluyó que existe una compatibilidad genética y similitudes en la composición del ADN cuando dos personas forman una pareja. En este caso, los genes que participarían en este efecto son los llamados HLA, el llamado complejo mayor de histocompatilidad: una familia de genes que participan del sistema inmune y tienen como función reconocer proteínas propias de los tejidos y órganos de extraños que están presentes en la superficie de microorganismos, como por ejemplo los virus y bacterias. Cuando este sistema reconoce proteínas externas o no propias se activa el sistema inmune, destruyendo al agente invasor.
Por supuesto que somos mucho más que 20.000-25.000 genes (genoma humano) que funcionan para que nosotros vivamos. Además de la genética, los factores ambientales juegan un rol clave en la atracción entre dos personas, y la construcción de una relación de pareja. Hay características de la personalidad que juegan un rol clave en este mecanismo, inclusive la admiración que permite que dos personas retroalimenten ese sentimiento de amor, en el cual algunas veces, cuando pasa el período de enamoramiento y pasión animal -y hasta a veces primitiva- ocupa un lugar relevante en la composición de ese sentimiento único. El componente espiritual también es fundamental como nivel de conexión en una pareja. Algunas personas que creen en la reencarnación sostienen que la atracción, el amor y las relaciones de pareja están basadas en el encuentro de almas. Es realmente una intriga y un tema apasionante saber cómo dos personas realmente se atraen y conforman una pareja estable.
Varios de estos aspectos son difíciles de explicar para los seres humanos. Pero algunos grupos de investigación están intentando demostrar que la composición genética de una persona prevalecería sobre la apariencia física y el poder económico. Para simplificarlo, podríamos decir que "el ADN mata billetera, y mata galán".
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