El Golfo de California es uno de los últimos territorios silvestres de México. Una región marcada por el encuentro entre el desierto y el mar, con aguas ricas en nutrientes que sostienen una extraordinaria abundancia de vida. Refugio de un tercio de las especies de mamíferos marinos del mundo y un santuario para la amenazada ballena azul, el animal más grande que ha existido en la historia de nuestro planeta.
No conozco a nadie que no se conmueva cuando tiene un encuentro cercano con un animal salvaje. Quizá sea el despertar de instintos que teníamos dormidos desde hace mucho tiempo, o sencillamente, la mutua curiosidad que emana del contacto visual con otro individuo, sea de la especie que sea. No es casualidad, por tanto, que muchos de los que nos dedicamos a la conservación de la naturaleza fuésemos marcados a una edad temprana por un encuentro cercano con algún animal salvaje.
Y es que las experiencias en la naturaleza son un paso fundamental para crear una cultura ambiental en la sociedad. En un país como México, donde tener este tipo de encuentros cercanos con animales puede complicarse -falta de información, inseguridad- no sorprende que muchas personas busquen en el mar este tipo de experiencias. En los ambientes marinos los animales son más mansos, se dejan acercar, quizá porque saben que somos visitantes temporales, mal adaptados para ese ecosistema.
Con 12.000 kilómetros de costa, México es un país privilegiado en lo que a ecosistemas marinos se refiere. Y si de encuentros cercanos hablamos, el Golfo de California, en el noroeste del país, ofrece un repertorio casi ilimitado: en un mismo día puedes ver hervir el agua al paso de una manada de cientos de delfines comunes, escuchar el escándalo ensordecedor de las aves marinas durante un frenesí alimenticio o sentir tus pulmones retumbar con la respiración de una ballena azul. Experiencias inolvidables que marcan un antes y un después en la vida de quien las presencia. Y si no, que se lo pregunten al grupo de seis jóvenes profesionales que en febrero de 2014 participaron en una expedición fotográfica al Golfo de California y que una tarde, con el sol ya bien metido tras el horizonte y el cielo teñido de rosa, vieron saltar a dos ballenas jorobadas a la vez, a escasos diez metros de la embarcación.
Esta expedición no hubiese sido posible sin la visión del artista y conservacionista mexicano Patricio Robles Gil, que lleva más de una década documentando el Golfo de California en busca de ballenas azules y con quien, en los últimos cinco años, he compartido extraordinarias experiencias en esta región. Gracias al apoyo de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas de México (CONANP) logramos cumplir tres objetivos a) entrenar a jóvenes profesionales en las herramientas visuales necesarias para comunicar la importancia de la conservación de la biodiversidad; b) apoyar la investigación de la Dra. Diane Gendron sobre las ballenas azules y c) producir un corto multimedia sobre el Golfo de California para una campaña de comunicación a través de Internet y las redes sociales.
El vídeo "El Golfo de California. Un mundo de encuentros" resume en solo cuatro minutos la riqueza biológica extraordinaria del Golfo de California y una labor documental de casi una década, que esperamos que contribuya a garantizar la conservación de esta región, donde la falta de planificación en el desarrollo costero, la sobrepesca y los impredecibles efectos del cambio climático cada vez auguran un futuro más incierto. Hoy más que nunca, debemos proteger este corredor marino; su existencia es clave para la integridad ecológica de todo el ecosistema y para el bienestar a largo plazo de las especies y las comunidades humanas que dependen de ella.