El Patronato de Altamira ha anunciado que se reabrirán las cuevas de Altamira, cerradas desde hace sólo 12 años. Cuando el científico Sergio Sánchez del Moral, del Museo Nacional de Ciencias Naturales (CSIC) me lo anunció hace poco más de un año, no quise creeerle, pero su destitución y la de sus compañeros como responsables de la conservación de la cueva, después de 15 años, hacía presagiar que acabaría sucediendo.
Sánchez del Moral y Juan Carlos Cañaveras, de la Universidad Autónoma de Madrid, junto con otros investigadores, llevaban más de una década controlando el delicadísimo ecosistema interior de la cueva que acoge las pinturas rupestres más famosas del mundo, Patrimonio de la Humanidad, es decir, de todos, no de los cántabros, ni siquiera de los españoles, ni de los europeos.
Con sofisticados sensores, controlaban cada mínimo cambio en su atmósfera y comprobaban, cuando iban a recoger los datos, que incluso su escasa presencia provocaba cambios en la temperatura y la humedad (la que genera nuestro cuerpo) que resultaba peligrosa. No digamos los virus y bacterias que los humanos llevamos a cuestas. De hecho, en la revista Science publicaron en 2011 un artículo en el que detectaban hongos y bacterias en esas maravillosas pinturas, con más de 15.000 años, y recomendaban que siguieran cerradas al público si se quería mantener este tesoro para las generaciones venideras.
Pero, los trabajos de estos científicos no gustaban mucho a los políticos del lugar, que no podían fardar de Patrimonio ante sus ilustres visitas (Chirac, Calderón, quizás Obama. ..) Y se buscaron otros. Así que en septiembre de 2012 (cuando Sánchez del Moral y Cañaveros me hablaban de su destitución mientras visitaba la cueva de El Sidrón), el Patronato ya había encontrado a otros investigadores que les sustituían; otros, elegidos por el Gobierno de Cantabria, que quiere que Altamira sea la gallina de los huevos de oro en tiempos de crisis y, así en menos de año y medio hemos pasado del rojo al verde y ahora resulta que la ciencia dice que las pinturas están estupendas y podemos visitarlas.
¿Y quién lo dice? Pues para la nueva fase se buscó a un director científico de fuera, aunque en España hay muy buenos expertos en la materia, entre los más reconocidos del mundo. Se trata de Gaël de Guichen, ingeniero químico de la Universidad de Lausanne (Suiza), que durante dos años fue responsable de la conservación en las cuevas francesas de Lascaux. Por cierto, éstas sÍ que están cerradas a las visitas desde 1963 porque las deterioraban los turistas, como lo están, repito, las de Chauvet. Con Guichen, un equipo de investigadores, estos sí, todos españoles. Espero ver pronto su trabajo en Science.
Curiosamente, cuando se anunció este cambio de equipo, en agosto de 2012, se informó en la web del Ministerio de Educación, Cultura y Cultura con estas palabras: "Este programa de investigación fue aprobado por el Patronato del Museo Nacional y Centro de Investigación de Altamira el día 3 de agosto de 2012 y cuenta con un plazo de dos años para la presentación de su informe de conclusiones". Las otras no valían. Pues bien, les ha sobrado medio año para señalar que las pinturas "siguen su proceso natural" estando cerradas a cal y canto y para predecir que así seguirán con las visitas experimentales, porque quiero suponer que ante una duda razonable no las abrirían. Total, una pequeña dosis, a ver si sobreviven para poder ampliarla el cupo.
Como se lo veía venir, Sergio del Moral, en julio de ese año, en un curso de verano de la Universidad de Cantabria, ya había dejado clara su postura: negativa rotunda a apoyar la apertura. Así le fue.
Coincidiendo con ese cambio de rumbo, que desconocía, yo había lanzado ese mes, en este recién estrenado Laboratorio, la propuesta de grabar una película en tres dimensiones de Altamira. Fue a raíz de ver la película La cueva de los sueños olvidados, grabada en la de Chauvet (Francia), donde nadie puede entrar. José Antonio Lasheras, director del Museo y del Centro de Investigación de Altamira, me comentó entonces que no era necesario, puesto que ya hay una réplica idéntica al original, que visitan decenas de miles de turistas de todo el mundo. Es más, hasta la presencia de un equipo de televisión para grabar el interior podía acentuar el deterioro, según los expertos. Aquello si me pareció algo exagerado, la verdad.
Por eso sorprende tanto la noticia de que casi de buenas a primeras Altamira se reabre al público. Que casi 200 personas (¿Quiénes serán esos escogidos privilegiados?) pasearán su vista por la Sala de Polícromos a placer, y no sé si controlará alguien estornudan o sufren la Gripe A. Si, es una prueba experimental, para cinco personas a la semana y hasta agosto, apenas siete meses, pero algo me dice que no será fácil volver a cerrarlas si los bisontes enferman y comienzan a enverdecer.
Del rojo al verde, pasando un instante por el ámbar, como los semáforos. De una Capilla Sixtina del Paleolítico (era lugar de culto desde hace más de 35.000 años, de cuando son las primeras pinturas) a una Altamira convertida en producto de consumo para los locales (entendidos en el amplio sentido de la palabra).
Si los ancestros levantarán la cabeza...
Este artículo se publicó originalmente en el blog de la autora, Laboratorio para Sapiens.