La historia ocurrió hace unos años en la disputa de una carrera popular: la organización, antes de la entrega de premios, comentó a los tres primeros clasificados que tenían que pasar un control antidoping. La cara del primer clasificado se trasformó por segundos. "Estáis de broma, ¿verdad?", fue su respuesta.
El consumo de sustancias dopantes no es exclusivo de la aristocracia del deporte. El atleta amateur, aquel que cada fin de semana disputa una nueva carrera, es en estos momentos el mayor atractivo para una industria en expansión que engancha a más de 31 millones de personas en el mundo.
Hacer trampas en el deporte es tan antiguo como el propio deporte: saltarse una boya en travesía a nado, acortar en cada curva en una carrera a pie, incluso saltarse una vuelta en bici en un triatlón... Qué se le va hacer, nunca se podrá evitar, algunos desconocen la grandeza del deporte.
Lo cierto es que las trampas se han ido modificando con el paso de los años, ahora lo que mola es llevar pienso del bueno o gasolina de primera.
Nadie lo hace, nadie conoce a nadie que lo haga, pero siempre alguien suelta un comentario sobre "ese de ahí me han dicho que va hasta los topes". Solo un dato: 15.000 millones de euros, esa es la cifra anual que mueve el negocio del doping.
En Alemania, ahí parece que siempre se toman las cosas más en serio, han empezado a profundizar en el tema. Un estudio realizado a 2.997 triatletas, publicado en la revista PLOS ONE, dio los siguientes y alarmantes resultados:
Bien, lo sé, nosotros no utilizamos este tipo de sustancia, nadie lo hace, pero recuerda que, si tu felicidad pasa por llegar a la meta a cualquier precio, nunca llegarás a ser feliz.
El consumo de sustancias dopantes no es exclusivo de la aristocracia del deporte. El atleta amateur, aquel que cada fin de semana disputa una nueva carrera, es en estos momentos el mayor atractivo para una industria en expansión que engancha a más de 31 millones de personas en el mundo.
Hacer trampas en el deporte es tan antiguo como el propio deporte: saltarse una boya en travesía a nado, acortar en cada curva en una carrera a pie, incluso saltarse una vuelta en bici en un triatlón... Qué se le va hacer, nunca se podrá evitar, algunos desconocen la grandeza del deporte.
Lo cierto es que las trampas se han ido modificando con el paso de los años, ahora lo que mola es llevar pienso del bueno o gasolina de primera.
Nadie lo hace, nadie conoce a nadie que lo haga, pero siempre alguien suelta un comentario sobre "ese de ahí me han dicho que va hasta los topes". Solo un dato: 15.000 millones de euros, esa es la cifra anual que mueve el negocio del doping.
En Alemania, ahí parece que siempre se toman las cosas más en serio, han empezado a profundizar en el tema. Un estudio realizado a 2.997 triatletas, publicado en la revista PLOS ONE, dio los siguientes y alarmantes resultados:
- El 13% de los atletas admitió usar dopaje físico, como esteroides, EPO, HGH y otros.
- El 15% de los atletas admitió usar dopaje cognitivo, tales como antidepresivos, betabloqueantes y estimulantes.
- El 10% de los atletas admitió usar tanto dopaje físico como cognitivo.
- El 20% admitió doparse en el Ironman de Frankfurt 2013.
Bien, lo sé, nosotros no utilizamos este tipo de sustancia, nadie lo hace, pero recuerda que, si tu felicidad pasa por llegar a la meta a cualquier precio, nunca llegarás a ser feliz.