Uno de los grandes rompecabezas de la crisis griega ha sido el tratamiento de la política fiscal. Aunque se ha escrito mucho acerca de la evasión fiscal y el complicado sistema tributario griego, poco o nada se ha dicho, escrito o propuesto desde los más altos niveles de la UE para modificar y restaurar una política fiscal razonable en Grecia. De hecho, con el punto de mira puesto en el pago de la deuda, se han aumentado los impuestos sobre la ya maltrecha economía griega, y todavía quedan más por llegar. Lo que plantea la siguiente pregunta: ¿quién tiene miedo del crecimiento griego?
No tiene ningún sentido esperar que una economía cuya base productiva ha sido distorsionada, que se basa casi exclusivamente en el turismo y en las exportaciones de valor añadido, en la que el mejor capital humano del país está huyendo en masa al extranjero y que tiene los impuestos más altos de cualquiera de los países vecinos o países competitivos, sea capaz de pagar la deuda. Esto hace que uno se pregunte si los que proponen las políticas fiscales conocen siquiera el concepto de elasticidad (de la demanda de los consumidores y de los ingresos públicos) o si entienden la estructura de incentivos para los consumidores y las empresas.
Nos hace preguntarnos por qué la atención se centra exclusivamente en un lado de la moneda (privatización, impuestos más altos, una pequeña participación de los pocos sectores que exportan mercancías) y no en el otro lado de la moneda (nueva inversión interna, inversión extranjera directa, FDI, exportaciones de alto valor agregado de la alta tecnología y de bienes manufacturados, o una educación superior).
¿Acaso no es posible que los griegos recauden más ingresos fiscales para el pago de la deuda si se les permite impulsar un crecimiento cualificado? ¿No es posible que unas tasas de impuestos fijas más reducidas sirvan de incentivos a las empresas locales y extranjeras para establecer nuevas entidades y entrar en nuevos sectores? ¿No es posible que las empresas extranjeras quieran colaborar en la producción y el comercio de la puerta de Europa? ¿No es posible que un nuevo esquema de incentivos para las empresas pueda hacer la vida de Grecia y Europa más fácil?
¿O es que las mencionadas propuestas, propuestas de manual, implicarían un pedazo más pequeño del pastel para los actores más poderosos? Tenemos la impresión de que nuestros colegas europeos sólo están interesados en convertir el abundante capital físico y humano de los monopolios públicos en monopolios privados para venderlos en el extranjero.
La estructura del mercado, que permite un crecimiento saludable a través de una competencia eficaz, no cambia si convertimos un monopolio público en privado. Cualquier persona que haya aprobado Economía 101 entiende que el resultado del óptimo de Pareto es el que impulsa el bienestar para todos los habitantes de país, agrandando a su vez el pastel y no redistribuyendo el existente entre los intereses especiales (nacionales o extranjeros).
Tampoco hemos visto ningún comentario acerca de la distribución de los impuestos entre los distintos sectores de la economía. ¿Dónde han leído nuestros sabios asesores económicos que aumentar los impuestos indirectos es bueno para la economía y para el consumidor final durante una recesión? ¿Dónde está escrito que un Estado del Bienestar necesite una tasa de impuestos sobre la renta del 40%, una tasa de IVA del 23% o una tasa de impuestos sobre los ingresos comerciales del 28%?
En este momento, las altas tasas de impuestos son perjudiciales para el crecimiento griego; la recaudación de impuestos y la evasión fiscal son un problema, pero no se puede apagar el fuego con gasolina. Sin un pastel más grande, no podemos esperar que los griegos (por fin) paguen su parte (justa) a los acreedores y al Estado griego. Parece que nuestros colegas europeos han clasificado Grecia como un lugar solamente para disfrutar del mar, del sol y de nuestra pareja, pasando por alto la gran calidad del capital humano que tenemos, la ubicación del país y la significativa consolidación de la estabilidad impuesta en toda la región.
Todos nosotros tenemos la vista puesta en nuestros socios europeos y mundiales para que apoyen activamente nuestra petición de conseguir tasas de impuestos más bajas para Grecia.
Necesitamos un sistema fiscal nuevo y justo que atraiga las inversiones para crear nuevos puestos de trabajo; un sistema fiscal con impuestos indirectos más bajos, no más altos, para ayudar a los más necesitados; un sistema fiscal en el que las recaudaciones se puedan hacer sobre impuestos que tengan sentido para los consumidores y para las empresas.
En un sistema global en el que cada uno se administre a su manera, con su ventaja comparativa, en el que también exista un mecanismo a punto para generar riqueza para los griegos. De lo contrario, nos cuesta entender cómo una economía de rápido envejecimiento, con más del 25% de desempleo, graves presiones humanitarias y una inmensa fuga de cerebros, será alguna vez capaz incluso de pagar las necesidades actuales, si no se le permite crecer.
Pongamos fin ahora mismo a la discusión sobre el servicio de la deuda griega y sobre los problemas de la economía griega. A menos que alguien realmente tenga miedo del crecimiento griego.
Este artículo fue publicado originalmente en el HuffPostGreece y ha sido traducido del inglés por María Ulzurrun.
No tiene ningún sentido esperar que una economía cuya base productiva ha sido distorsionada, que se basa casi exclusivamente en el turismo y en las exportaciones de valor añadido, en la que el mejor capital humano del país está huyendo en masa al extranjero y que tiene los impuestos más altos de cualquiera de los países vecinos o países competitivos, sea capaz de pagar la deuda. Esto hace que uno se pregunte si los que proponen las políticas fiscales conocen siquiera el concepto de elasticidad (de la demanda de los consumidores y de los ingresos públicos) o si entienden la estructura de incentivos para los consumidores y las empresas.
Nos hace preguntarnos por qué la atención se centra exclusivamente en un lado de la moneda (privatización, impuestos más altos, una pequeña participación de los pocos sectores que exportan mercancías) y no en el otro lado de la moneda (nueva inversión interna, inversión extranjera directa, FDI, exportaciones de alto valor agregado de la alta tecnología y de bienes manufacturados, o una educación superior).
¿Acaso no es posible que los griegos recauden más ingresos fiscales para el pago de la deuda si se les permite impulsar un crecimiento cualificado? ¿No es posible que unas tasas de impuestos fijas más reducidas sirvan de incentivos a las empresas locales y extranjeras para establecer nuevas entidades y entrar en nuevos sectores? ¿No es posible que las empresas extranjeras quieran colaborar en la producción y el comercio de la puerta de Europa? ¿No es posible que un nuevo esquema de incentivos para las empresas pueda hacer la vida de Grecia y Europa más fácil?
¿O es que las mencionadas propuestas, propuestas de manual, implicarían un pedazo más pequeño del pastel para los actores más poderosos? Tenemos la impresión de que nuestros colegas europeos sólo están interesados en convertir el abundante capital físico y humano de los monopolios públicos en monopolios privados para venderlos en el extranjero.
La estructura del mercado, que permite un crecimiento saludable a través de una competencia eficaz, no cambia si convertimos un monopolio público en privado. Cualquier persona que haya aprobado Economía 101 entiende que el resultado del óptimo de Pareto es el que impulsa el bienestar para todos los habitantes de país, agrandando a su vez el pastel y no redistribuyendo el existente entre los intereses especiales (nacionales o extranjeros).
Tampoco hemos visto ningún comentario acerca de la distribución de los impuestos entre los distintos sectores de la economía. ¿Dónde han leído nuestros sabios asesores económicos que aumentar los impuestos indirectos es bueno para la economía y para el consumidor final durante una recesión? ¿Dónde está escrito que un Estado del Bienestar necesite una tasa de impuestos sobre la renta del 40%, una tasa de IVA del 23% o una tasa de impuestos sobre los ingresos comerciales del 28%?
En este momento, las altas tasas de impuestos son perjudiciales para el crecimiento griego; la recaudación de impuestos y la evasión fiscal son un problema, pero no se puede apagar el fuego con gasolina. Sin un pastel más grande, no podemos esperar que los griegos (por fin) paguen su parte (justa) a los acreedores y al Estado griego. Parece que nuestros colegas europeos han clasificado Grecia como un lugar solamente para disfrutar del mar, del sol y de nuestra pareja, pasando por alto la gran calidad del capital humano que tenemos, la ubicación del país y la significativa consolidación de la estabilidad impuesta en toda la región.
Todos nosotros tenemos la vista puesta en nuestros socios europeos y mundiales para que apoyen activamente nuestra petición de conseguir tasas de impuestos más bajas para Grecia.
Necesitamos un sistema fiscal nuevo y justo que atraiga las inversiones para crear nuevos puestos de trabajo; un sistema fiscal con impuestos indirectos más bajos, no más altos, para ayudar a los más necesitados; un sistema fiscal en el que las recaudaciones se puedan hacer sobre impuestos que tengan sentido para los consumidores y para las empresas.
En un sistema global en el que cada uno se administre a su manera, con su ventaja comparativa, en el que también exista un mecanismo a punto para generar riqueza para los griegos. De lo contrario, nos cuesta entender cómo una economía de rápido envejecimiento, con más del 25% de desempleo, graves presiones humanitarias y una inmensa fuga de cerebros, será alguna vez capaz incluso de pagar las necesidades actuales, si no se le permite crecer.
Pongamos fin ahora mismo a la discusión sobre el servicio de la deuda griega y sobre los problemas de la economía griega. A menos que alguien realmente tenga miedo del crecimiento griego.
Este artículo fue publicado originalmente en el HuffPostGreece y ha sido traducido del inglés por María Ulzurrun.