Las dos reglas que sirven de guía al ministro de Educación para diseñar sus políticas han quedado en evidencia en infinitas ocasiones: su sectarismo en la reforma educativa y los constantes ajustes presupuestarios sin comunicación previa y sin una explicación que nos permita conocer con datos en la mano el motivo de cada recorte. La suma de sus desafortunadas decisiones y las imposiciones a la comunidad educativa han provocado el progresivo naufragio de José Ignacio Wert.
Los frentes que ha abierto han provocado demasiadas grietas en el sistema educativo. Todos conocemos de sobra su nefasta gestión de la reforma educativa, con una contestación casi unánime de todos los sectores sin precedentes, su incapacidad para dialogar con las Universidades o, por ejemplo, su extraña huida a Londres para justificar su ausencia en la última gala de los Goya. Sin embargo, sus errores han trascendido también nuestras fronteras y han provocado una rebelión, también sin antecedentes en más de 40 años, en las Aulas de Lengua y Cultura Españolas (ALCES), un programa del Ministerio de Educación que proporciona clases complementarias de lengua y cultura a niños que residen en diferentes países Europa.
Curiosa paradoja la que se plantea en este caso concreto. El mismo ministro Wert que dijo en el Congreso que su objetivo es "españolizar a los niños catalanes" y reserva cinco millones de euros para atender a 1.000 estudiantes en dicha Comunidad, autoriza un recorte sin precedentes para que los hijos de españoles que residen fuera del país se queden sin la mitad de las clases presenciales en la que aprenden la misma lengua.
El objetivo del programa amputado por Wert es ayudar a que los alumnos mantengan los vínculos lingüísticos y culturales con España, alcanzando un adecuado nivel de competencia lingüística en castellano, acercándoles a la realidad sociocultural de nuestro país y favoreciendo el enriquecimiento intercultural y social del alumno. Se trata de una iniciativa con más de 40 años de vida que, más allá del apoyo institucional, se ha mantenido activa gracias al esfuerzo y la constancia de varias generaciones de emigrantes.
El Ministerio de Educación y Cultura, siguiendo la misma vía que en otras actuaciones en las que impone sus decisiones sin ningún debate previo, remitió el pasado mes de octubre a las ALCES una escueta comunicación en la que les informaba que, a partir del presente curso, cada niño de los primeros niveles tan sólo tendría derecho a unas tres horas semanales de Clases de Lengua y Cultura Española repartidas de la siguiente manera: una hora y media de clase presencial y la otra hora y media por Internet.
El temor de las ALCES es que sea solo el inicio de un proyecto con el que el Gobierno pretende ir más allá y que las mismas se transformen en aulas completamente virtuales, siguiendo el modelo que ya se ha implementado en el Instituto Cervantes. Este nuevo formato, según han expresado los representantes de los centros de diez países, "es objetivamente negativo para sus hijos" ya que suponen una rebaja considerable de la calidad de la enseñanza del programa de ALCE, y reducen al 50% el tiempo de enseñanza presencial del alumno; eliminan puestos de trabajo docente, aumentan significativamente la ratio y modifican y empeoran las condiciones laborales del profesorado que queda.
En este sentido, han planteado que el Ministerio de Educación retire las instrucciones que ha adoptado a este respecto, que renegocie la Orden que contempla la imposición de la no presencialidad dentro del cómputo del horario lectivo y, además, la negociación inmediata con todos los colectivos implicados: padres de alumnos, asociaciones de residentes, profesores, alumnos mayores y organizaciones sindicales. Y a estas peticiones añaden una queja: los padres de alumnos en Alemania han denunciado que algunos de los enlaces incluidos en Aula Internacional llevan a los usuarios a páginas en las que puede aparecer material didáctico junto a cualquier tipo de anuncios, incluso pornográficos, además de que los textos han sido elaborados con una serie de americanismos, vídeos que no funcionan, enlaces que ya no están en uso, ejercicios que se bloquean, errores gramaticales en las actividades, enunciados en inglés, desviaciones al francés, etcétera.
Los padres han mantenido reuniones con los consejeros culturales de distintas Embajadas. Reuniones que solo han servido para que aumente su enfado ante la prepotencia con la que se ha afrontado por parte de algunos consejeros, que han acudido a las mismas con una consigna clara por parte del Ministerio: "No va a haber cambios". Cambios que, a tenor de las constantes negativas del Gobierno, probablemente no se lleven a cabo pese a la perseverancia y la desesperación de tantos padres y madres afectados por una insensatez más del ministro Wert.
Los frentes que ha abierto han provocado demasiadas grietas en el sistema educativo. Todos conocemos de sobra su nefasta gestión de la reforma educativa, con una contestación casi unánime de todos los sectores sin precedentes, su incapacidad para dialogar con las Universidades o, por ejemplo, su extraña huida a Londres para justificar su ausencia en la última gala de los Goya. Sin embargo, sus errores han trascendido también nuestras fronteras y han provocado una rebelión, también sin antecedentes en más de 40 años, en las Aulas de Lengua y Cultura Españolas (ALCES), un programa del Ministerio de Educación que proporciona clases complementarias de lengua y cultura a niños que residen en diferentes países Europa.
Curiosa paradoja la que se plantea en este caso concreto. El mismo ministro Wert que dijo en el Congreso que su objetivo es "españolizar a los niños catalanes" y reserva cinco millones de euros para atender a 1.000 estudiantes en dicha Comunidad, autoriza un recorte sin precedentes para que los hijos de españoles que residen fuera del país se queden sin la mitad de las clases presenciales en la que aprenden la misma lengua.
El objetivo del programa amputado por Wert es ayudar a que los alumnos mantengan los vínculos lingüísticos y culturales con España, alcanzando un adecuado nivel de competencia lingüística en castellano, acercándoles a la realidad sociocultural de nuestro país y favoreciendo el enriquecimiento intercultural y social del alumno. Se trata de una iniciativa con más de 40 años de vida que, más allá del apoyo institucional, se ha mantenido activa gracias al esfuerzo y la constancia de varias generaciones de emigrantes.
El Ministerio de Educación y Cultura, siguiendo la misma vía que en otras actuaciones en las que impone sus decisiones sin ningún debate previo, remitió el pasado mes de octubre a las ALCES una escueta comunicación en la que les informaba que, a partir del presente curso, cada niño de los primeros niveles tan sólo tendría derecho a unas tres horas semanales de Clases de Lengua y Cultura Española repartidas de la siguiente manera: una hora y media de clase presencial y la otra hora y media por Internet.
El temor de las ALCES es que sea solo el inicio de un proyecto con el que el Gobierno pretende ir más allá y que las mismas se transformen en aulas completamente virtuales, siguiendo el modelo que ya se ha implementado en el Instituto Cervantes. Este nuevo formato, según han expresado los representantes de los centros de diez países, "es objetivamente negativo para sus hijos" ya que suponen una rebaja considerable de la calidad de la enseñanza del programa de ALCE, y reducen al 50% el tiempo de enseñanza presencial del alumno; eliminan puestos de trabajo docente, aumentan significativamente la ratio y modifican y empeoran las condiciones laborales del profesorado que queda.
En este sentido, han planteado que el Ministerio de Educación retire las instrucciones que ha adoptado a este respecto, que renegocie la Orden que contempla la imposición de la no presencialidad dentro del cómputo del horario lectivo y, además, la negociación inmediata con todos los colectivos implicados: padres de alumnos, asociaciones de residentes, profesores, alumnos mayores y organizaciones sindicales. Y a estas peticiones añaden una queja: los padres de alumnos en Alemania han denunciado que algunos de los enlaces incluidos en Aula Internacional llevan a los usuarios a páginas en las que puede aparecer material didáctico junto a cualquier tipo de anuncios, incluso pornográficos, además de que los textos han sido elaborados con una serie de americanismos, vídeos que no funcionan, enlaces que ya no están en uso, ejercicios que se bloquean, errores gramaticales en las actividades, enunciados en inglés, desviaciones al francés, etcétera.
Los padres han mantenido reuniones con los consejeros culturales de distintas Embajadas. Reuniones que solo han servido para que aumente su enfado ante la prepotencia con la que se ha afrontado por parte de algunos consejeros, que han acudido a las mismas con una consigna clara por parte del Ministerio: "No va a haber cambios". Cambios que, a tenor de las constantes negativas del Gobierno, probablemente no se lleven a cabo pese a la perseverancia y la desesperación de tantos padres y madres afectados por una insensatez más del ministro Wert.