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¿Habrá perdido la cabeza Mark Zuckerberg?

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Cuesta creer lo que Facebook va a pagar por Whatsapp (unos 19.000 millones de dólares en tres tandas) en una de las grandes operaciones empresariales de los últimos años. Para hacernos una idea de la magnitud de las cifras, hay que recordar que American Airlines compró US Airways el año pasado por 11.000 millones de dólares para crear la compañía de aviación más grande del mundo.

Ni Microsoft, ni Apple, ni Google, gigantes en comparación con Facebook, apostaron nunca tan alto. Más comparaciones. La operación anunciada hace unas horas deja a la altura del betún los últimos movimientos empresariales en el mundo de la tecnología. Y es que la compra de parte del negocio de servidores de IBM por la china Lenovo hace un mes se quedó en 2.300 millones de dólares, mientras que el traspaso de los móviles de Motorola a la misma Lenovo por parte de Google no llegó a los 3.000 millones. Y estamos hablando de compañías asentadas con cientos de oficinas, miles de empleados y cientos de miles de clientes.

¿Cómo es que ahora a Facebook se le ocurre pagar esta cantidad de dinero por una compañía de 55 empleados (que por cierto trabajan en California en unas oficinas prestadas) y que, según algunas estimaciones, no factura más de 100 millones de dólares al año? ¿Por qué Facebook va a abonar dos veces sus ingresos de todo un año por esta menudencia de compañía? Hagamos la operación: serán 42 dólares por cada usuario de una aplicación de móvil popular, pero de medio pelo en términos de prestaciones y por la que sólo algunos abonan un dólar (o algo menos de un euro en España) al año. Si se mira el retorno de la inversión solamente, lo que ha hecho Zuckerberg es un disparate; tardaría décadas en recuperar la pasta. Google, con mucho más efectivo que Facebook, intentó comprar Whatsapp el año pasado, pero solo estuvo dispuesto a poner sobre la mesa 1.000 millones de dólares.

Además, no hay fidelidad a Whatsapp y a su servicio, como sí lo hay a los productos de Apple. Es verdad que es la aplicación que más adeptos ha hecho en los últimos años, pero no está claro que los que hoy la usan tan intensivamente vayan a seguir haciéndolo mañana, cuando ya esté integrada en Facebook o dependa de la red social. Hay muchas alternativas (Line, WeChat, Telegram) y algunos pueden aprovechar el cambio de dueño para darse de baja de un Whatsapp en manos de Zuckerberg y su gente.

El movimiento de Facebook, que sigo pensando que tiene un coste excesivo, muestra las inseguridades de Zuckerberg y su equipo de gestores. La red social por antonomasia últimamente compra o intenta comprar todo lo que se mueve con tal de asegurarse un futuro que tiene cada vez más incierto (han sido 45 compañías desde 2005). La red, nacida para el PC hace una década, no acaba de entrar en el móvil. Además, es una herramienta pesada, con demasiados menús y opciones y donde configurar la seguridad y garantizar la intimidad no es un proceso sencillo. Con los años, el incontrolado apetito de Facebook la ha convertido en un cajón de sastre donde te puedes enterar de los gustos y manías de tus amigos, pero también de los de tus enemigos, de tu jefe, de tu exnovia o del compañero de ésta. Algunos dicen que los jóvenes empiezan a hartarse de todo esto. Pero no solo ellos; yo tengo a muchos amigos que se pasan el día en Linkedin (red profesional) o en Twitter, pero que se jactan de no tener muro en la red de Zuckerberg.

En principio, Whatsapp debería permitir a Facebook entrar de una vez en el boyante mundo de la telefonía móvil (su Facebook Messenger nunca funcionó, al menos en Europa y en los mercados emergentes). Whatsapp tiene 450 millones de usuarios, y cada día se añade un millón más. Su progresión es imparable. Son muchísimos clientes y teléfonos que explotar. Además, le puede ayudar a conectar con los chavales, consumidores compulsivos de 'pantallitas'. Y lo más importante: con la compra Facebook limitará los movimientos de sus grandes rivales, sobre todo de Google, que tampoco llega a popularizar su sistema de mensajería (Hangouts).

Queda por ver cómo encajarán los modelos de negocio de comprador y comprado. Facebook vive de manejar los datos de sus usuarios y de la publicidad asociada, mientras que los fundadores de Whatsapp han vendido hasta la saciedad que su herramienta siempre sería sencilla y estaría limpia de anuncios o juegos, tretas habituales para sacar la pasta al personal que estos puristas siempre detestaron. Por lo que han dicho unos y otros en estas primeras horas, las cosas seguirán como hasta la fecha, aunque Zuckerberg ha avisado de que con un Whatsapp con 1.000 millones de usuarios, a lo mejor es el momento de dejarse de miserias (esos céntimos al año que a algunos tanto les duele) y de plantearse una monetización a lo grande. Y ese momento, al ritmo que avanza Whatsapp, podría llegar en el verano de 2015. Es decir, a la vuelta de la esquina.

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