Me costó mucho aceptar que la estructura y la rutina en mi vida laboral no se oponían a la libertad emprendedora con la que había estado soñando durante los años que trabajé como empleada.
Llevaba tanto tiempo fantaseando con la idea de trabajar desde casa que cuando ese día llegó de verdad (hace casi un año), no quería abandonar mi sueño y aceptar la realidad de ese estilo de vida, una realidad con la que no contaba.
Teniendo en cuenta que mi visión siempre había sido tan libre y flexible, me sentí un poco fracasada; creí que había dado un paso atrás al descubrir que necesitaba un poco de rigidez en mi día a día.
Así que intenté luchar contra ello.
Aunque "trabajaba" todos los días, no estaba trabajando de forma eficiente. Caí en todos los vicios en los que cae la mayoría de personas que trabajan desde casa: empezaba mi día en pijama... Y a veces lo acababa de la misma manera (no me juzguéis).
Comenzaba revisando el e-mail, Twitter, Facebook; leyendo las "noticias". Miraba mi lista de cosas que hacer y me ponía a trabajar en algo... Pero, poco después, me acordaba de todas las tareas domésticas que "debía hacer".
Al principio me lo pasaba bien, pero las distracciones no tienen fin si no cortas por lo sano. Y los vicios se propagan con rapidez.
Aparte de las distracciones, mi trabajo no tenía ni ritmo ni motivo verdaderos. Me olvidaba de las partes no tan divertidas (pero necesarias). Me vi cambiando constantemente de tareas y proyectos, sin llegar a avanzar demasiado con ninguno de ellos.
Por si no fuera bastante complicado sobrellevar el trabajo que teníamos con nuestros productos de SaaS, o "Software como servicio" (Hookfeed y Minimalytics), además estaba aprendiendo a programar (lo cual te quita todo el tiempo del mundo), había empezado un blog (una nueva frontera para mí), y tenía que relacionarme con otra gente del mundillo SaaS (Software as a service) porque aún no conocía a nadie. Y la lista no acababa ahí. Intentaba abarcar demasiadas cosas.
La gestión del tiempo me parecía una paradoja. Sentía que estaba nadando en un mar de obligaciones sin ninguna dirección ni fin a la vista. Empecé a esquivar las salidas con amigos con tal de quedarme trabajando por la noche y los fines de semana. Dejé de hacer ejercicio porque me sentía culpable por el tiempo que empleaba en ello y por lo cansada que estaba por las noches. Estaba perdiendo mi batalla personal contra la organización.
Lo que trataba de evitar era caer en la rutina, pero no podía.
Además, la rutina en la que había caído era perjudicial.
Cuando, al final, admití mi derrota y empecé a retomar poco a poco una rutina estructurada y productiva, se me encendió la bombilla; tuve una idea que lo cambió TODO:
La organización no es enemiga de la libertad; es la puerta de entrada hacia ella.
También me di cuenta de lo increíblemente difícil que es. Pero, como con cualquier cosa en la que quieres mejorar, debes practicar, aceptar un margen de error, probar diferentes tácticas hasta que encuentres la que te funciona, y seguir practicando un poco más.
Estas son las 10 estrategias más útiles que me ayudan a organizar mis días (y a cumplir el planning):
1. Levántate todos los días a la misma hora (y que sea temprano)
Si no eres de levantarte temprano, ponte la alarma cinco minutos antes de lo normal. Y cuando te acostumbres a esa alarma, ponte una nueva cinco minutos más temprano. Tu cuerpo se adapta rápidamente; dale una oportunidad.
2. Crea una rutina con lo primero que haces nada más levantarte
Puede sonar insignificante, pero si empiezas el día con pequeñas rutinas, te costará menos seguir el ritmo que te has propuesto para el resto del día.
3. Desayuna
En serio.
4. Haz lo más importante al principio
Pista: lo más importante no es el correo electrónico, ni Facebook, ni Twitter. Si tu momento de mayor creación/concentración es por la mañana (como me pasa a mí), aprovecha las dos primeras horas del día para escribir, programar, diseñar, o para resolver cualquier problema que se te resista. Tu concentración irá diluyéndose a lo largo del día, así que deja las tareas domésticas para la tarde.
5. Divide tu tiempo en bloques de una a dos horas
No eres realista si piensas que puedes mantenerte concentrado en algo durante todo el día. Sobre todo si es algo que implica creatividad. Por tanto, divide tu día en partes de una o dos horas con pausas en medio. Ponte un objetivo para cada fracción de tiempo e intenta darlo todo para cumplirlo.
Regla de oro: cuando estés en medio de uno de esos bloques de actividad máxima, no vale mirar el e-mail ni las redes sociales. Es tiempo en el que estás volcado en tu actividad. Te sorprenderá lo que puedes llegar a hacer en un par de horas.
Consejo: prueba esta app de iPhone llamada Countdone si quieres que tu rutina se convierta en un juego.
6. Planea tus pausas
Al acabar un bloque de trabajo, puedes visitar Twitter y Facebook. O ver cualquier vídeo en YouTube, fregar los platos, hacer un recado. Ya no tienes excusas para alejarte (física o mentalmente) del trabajo de concentración, pues esas pausas están dentro de tu planning. Sea como sea, vas a acabar haciendo esas cosas; así que sé inteligente con tu tiempo.
7. Incluye el ejercicio físico en tu horario (y cúmplelo)
Cuando dices "voy a hacer deporte luego", ocurre algo muy curioso. Se convierte en una promesa que no vas a cumplir. Por tanto, es mejor que decidas un momento del día (una hora concreta) en el que te venga bien. Ponte una alarma si es necesario. Y cuando suene, levántate de la silla y muévete.
Consejo: si vas a hacer ejercicio a media mañana, después del primer momento de actividad, te recomiendo que ya lleves puesta la ropa deportiva.
8. Ten provisiones en casa
Imagina lo que pasa cuando la nevera está vacía a mediodía. Piensas a dónde vas a ir, decides lo que vas a comer, sales de casa y (probablemente) comes algo no demasiado saludable. Entretanto, has gastado bastante tiempo. Sueles darte cuenta de esto cuando vuelves a casa y te toca retomar el trabajo. Ya eres mayorcito. Sé maduro y rellena tu frigorífico a tiempo.
9. Sal de casa
Encuentra tu "lugar". Una cafetería cercana, un espacio de trabajo conjunto... en definitiva, cualquier lugar que no sea tu casa con Wi-Fi. Un cambio de escenario siempre viene bien para una nueva remesa de concentración.
10. Da tu trabajo por terminado antes de que acabe el día
Cuando estás cansado, no eres productivo (a pesar de que quieras convencerte a ti mismo de lo contrario). Además, estás agotando parte de tu preciado tiempo del día siguiente. Es preciso que sepas cuándo es el momento de decir "es todo por hoy" para estar fresco a la mañana siguiente.
Desde que mis días están bien estructurados, soy capaz de exprimir una jornada sólida de ocho horas de trabajo concentrado; y también tengo tiempo para las demás cosas que me apetece hacer a lo largo del día.
Si intentara estar sentada durante ocho horas y trabajar sin descanso, NO HABRÍA MANERA de mantener el nivel de concentración y calidad del trabajo que hago al partir mi jornada en bloques de actividad concentrada. Ni nuestra mente ni nuestro cuerpo están hechos para soportar eso.
Sé que probablemente estés pensando que una cosa es crear un plan tan rígido como este y otra cosa es llevar una vida normal.
Por eso, intenta que cada bloque de tiempo sea una pieza independiente en tu día. No todos los días harás las mismas cosas. Puedes remodelar tus horarios, cambiar un bloque de trabajo por una reunión con alguien, ir a comer con un amigo. Lo importante es que planees bien tu tiempo antes y después de la cita. Aprovecha los días que no hagas deporte y emplea ese tiempo con sentido común.
Entra en juego.
Qué curioso, lo que pensaba que acabaría con mi "libertad" es lo único que me ha permitido tenerla.
Ahora estoy menos estresada. Me siento más realizada al término de cada jornada. Tengo tiempo para mis amigos y para mi familia; tiempo para hacer ejercicio y para cocinar cosas sanas; tiempo para ver mis programas favoritos, para leer un libro y para dormir bien por las noches.
La estructura y la rutina me permiten llevar una vida activa y tranquila al mismo tiempo.
Pruébalo.
Joelle Steiniger es cofundadora de Small HQ, una empresa de productos. Actualmente, está escribiendo How to Build a Rocketship y colabora con The Rocketship Podcast.
Traducción de Marina Velasco Serrano
Llevaba tanto tiempo fantaseando con la idea de trabajar desde casa que cuando ese día llegó de verdad (hace casi un año), no quería abandonar mi sueño y aceptar la realidad de ese estilo de vida, una realidad con la que no contaba.
Teniendo en cuenta que mi visión siempre había sido tan libre y flexible, me sentí un poco fracasada; creí que había dado un paso atrás al descubrir que necesitaba un poco de rigidez en mi día a día.
Así que intenté luchar contra ello.
Aunque "trabajaba" todos los días, no estaba trabajando de forma eficiente. Caí en todos los vicios en los que cae la mayoría de personas que trabajan desde casa: empezaba mi día en pijama... Y a veces lo acababa de la misma manera (no me juzguéis).
Comenzaba revisando el e-mail, Twitter, Facebook; leyendo las "noticias". Miraba mi lista de cosas que hacer y me ponía a trabajar en algo... Pero, poco después, me acordaba de todas las tareas domésticas que "debía hacer".
Al principio me lo pasaba bien, pero las distracciones no tienen fin si no cortas por lo sano. Y los vicios se propagan con rapidez.
Aparte de las distracciones, mi trabajo no tenía ni ritmo ni motivo verdaderos. Me olvidaba de las partes no tan divertidas (pero necesarias). Me vi cambiando constantemente de tareas y proyectos, sin llegar a avanzar demasiado con ninguno de ellos.
Por si no fuera bastante complicado sobrellevar el trabajo que teníamos con nuestros productos de SaaS, o "Software como servicio" (Hookfeed y Minimalytics), además estaba aprendiendo a programar (lo cual te quita todo el tiempo del mundo), había empezado un blog (una nueva frontera para mí), y tenía que relacionarme con otra gente del mundillo SaaS (Software as a service) porque aún no conocía a nadie. Y la lista no acababa ahí. Intentaba abarcar demasiadas cosas.
La gestión del tiempo me parecía una paradoja. Sentía que estaba nadando en un mar de obligaciones sin ninguna dirección ni fin a la vista. Empecé a esquivar las salidas con amigos con tal de quedarme trabajando por la noche y los fines de semana. Dejé de hacer ejercicio porque me sentía culpable por el tiempo que empleaba en ello y por lo cansada que estaba por las noches. Estaba perdiendo mi batalla personal contra la organización.
Lo que trataba de evitar era caer en la rutina, pero no podía.
Además, la rutina en la que había caído era perjudicial.
Cuando, al final, admití mi derrota y empecé a retomar poco a poco una rutina estructurada y productiva, se me encendió la bombilla; tuve una idea que lo cambió TODO:
La organización no es enemiga de la libertad; es la puerta de entrada hacia ella.
También me di cuenta de lo increíblemente difícil que es. Pero, como con cualquier cosa en la que quieres mejorar, debes practicar, aceptar un margen de error, probar diferentes tácticas hasta que encuentres la que te funciona, y seguir practicando un poco más.
Estas son las 10 estrategias más útiles que me ayudan a organizar mis días (y a cumplir el planning):
1. Levántate todos los días a la misma hora (y que sea temprano)
Si no eres de levantarte temprano, ponte la alarma cinco minutos antes de lo normal. Y cuando te acostumbres a esa alarma, ponte una nueva cinco minutos más temprano. Tu cuerpo se adapta rápidamente; dale una oportunidad.
2. Crea una rutina con lo primero que haces nada más levantarte
Puede sonar insignificante, pero si empiezas el día con pequeñas rutinas, te costará menos seguir el ritmo que te has propuesto para el resto del día.
3. Desayuna
En serio.
4. Haz lo más importante al principio
Pista: lo más importante no es el correo electrónico, ni Facebook, ni Twitter. Si tu momento de mayor creación/concentración es por la mañana (como me pasa a mí), aprovecha las dos primeras horas del día para escribir, programar, diseñar, o para resolver cualquier problema que se te resista. Tu concentración irá diluyéndose a lo largo del día, así que deja las tareas domésticas para la tarde.
5. Divide tu tiempo en bloques de una a dos horas
No eres realista si piensas que puedes mantenerte concentrado en algo durante todo el día. Sobre todo si es algo que implica creatividad. Por tanto, divide tu día en partes de una o dos horas con pausas en medio. Ponte un objetivo para cada fracción de tiempo e intenta darlo todo para cumplirlo.
Regla de oro: cuando estés en medio de uno de esos bloques de actividad máxima, no vale mirar el e-mail ni las redes sociales. Es tiempo en el que estás volcado en tu actividad. Te sorprenderá lo que puedes llegar a hacer en un par de horas.
Consejo: prueba esta app de iPhone llamada Countdone si quieres que tu rutina se convierta en un juego.
6. Planea tus pausas
Al acabar un bloque de trabajo, puedes visitar Twitter y Facebook. O ver cualquier vídeo en YouTube, fregar los platos, hacer un recado. Ya no tienes excusas para alejarte (física o mentalmente) del trabajo de concentración, pues esas pausas están dentro de tu planning. Sea como sea, vas a acabar haciendo esas cosas; así que sé inteligente con tu tiempo.
7. Incluye el ejercicio físico en tu horario (y cúmplelo)
Cuando dices "voy a hacer deporte luego", ocurre algo muy curioso. Se convierte en una promesa que no vas a cumplir. Por tanto, es mejor que decidas un momento del día (una hora concreta) en el que te venga bien. Ponte una alarma si es necesario. Y cuando suene, levántate de la silla y muévete.
Consejo: si vas a hacer ejercicio a media mañana, después del primer momento de actividad, te recomiendo que ya lleves puesta la ropa deportiva.
8. Ten provisiones en casa
Imagina lo que pasa cuando la nevera está vacía a mediodía. Piensas a dónde vas a ir, decides lo que vas a comer, sales de casa y (probablemente) comes algo no demasiado saludable. Entretanto, has gastado bastante tiempo. Sueles darte cuenta de esto cuando vuelves a casa y te toca retomar el trabajo. Ya eres mayorcito. Sé maduro y rellena tu frigorífico a tiempo.
9. Sal de casa
Encuentra tu "lugar". Una cafetería cercana, un espacio de trabajo conjunto... en definitiva, cualquier lugar que no sea tu casa con Wi-Fi. Un cambio de escenario siempre viene bien para una nueva remesa de concentración.
10. Da tu trabajo por terminado antes de que acabe el día
Cuando estás cansado, no eres productivo (a pesar de que quieras convencerte a ti mismo de lo contrario). Además, estás agotando parte de tu preciado tiempo del día siguiente. Es preciso que sepas cuándo es el momento de decir "es todo por hoy" para estar fresco a la mañana siguiente.
Desde que mis días están bien estructurados, soy capaz de exprimir una jornada sólida de ocho horas de trabajo concentrado; y también tengo tiempo para las demás cosas que me apetece hacer a lo largo del día.
Si intentara estar sentada durante ocho horas y trabajar sin descanso, NO HABRÍA MANERA de mantener el nivel de concentración y calidad del trabajo que hago al partir mi jornada en bloques de actividad concentrada. Ni nuestra mente ni nuestro cuerpo están hechos para soportar eso.
Sé que probablemente estés pensando que una cosa es crear un plan tan rígido como este y otra cosa es llevar una vida normal.
Por eso, intenta que cada bloque de tiempo sea una pieza independiente en tu día. No todos los días harás las mismas cosas. Puedes remodelar tus horarios, cambiar un bloque de trabajo por una reunión con alguien, ir a comer con un amigo. Lo importante es que planees bien tu tiempo antes y después de la cita. Aprovecha los días que no hagas deporte y emplea ese tiempo con sentido común.
Entra en juego.
Qué curioso, lo que pensaba que acabaría con mi "libertad" es lo único que me ha permitido tenerla.
Ahora estoy menos estresada. Me siento más realizada al término de cada jornada. Tengo tiempo para mis amigos y para mi familia; tiempo para hacer ejercicio y para cocinar cosas sanas; tiempo para ver mis programas favoritos, para leer un libro y para dormir bien por las noches.
La estructura y la rutina me permiten llevar una vida activa y tranquila al mismo tiempo.
Pruébalo.
Joelle Steiniger es cofundadora de Small HQ, una empresa de productos. Actualmente, está escribiendo How to Build a Rocketship y colabora con The Rocketship Podcast.
Traducción de Marina Velasco Serrano